Skeleton Orchestra And Lilia

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* A pesar de estar tan feliz cantando, estaba sola, ¿Puedes escucharme, ROMIA, ROMIA?

Recuerdo que cuando era pequeña, mi madre me hablaba siempre sobre lo lindo que es el matrimonio, que la mujer iba toda de blanco, hermosa, siempre, y el hombre iba de un esmoquin —como un pinguino— explicó para que yo pudiera entender, luego me enseño su anillo, era de un dorado muy lindo.

Recuerdo la foto de su boda, tan sonriente junto a la escoria de mi padre, el vestido era muy bonito, lástima que mamá lo debió vender para poder pagar algunas deudas, me hubiese gustado poder usarlo, pero volví al presente, a la realidad de ese instante.

- Yo no me he casado con nadie, tu eres sólo un desconocido -Aclaré enojada - Ahora, vete a tu casa.

- Nop, gracias - Se burló de mí - me quedaré un poco más.

- Te hizo enojar, ¡Bienvenido a la Familia! - Dijo Ángel burlón - pasa pasa, estas en tu casa - Me miró, él y el chico acento estaban riéndose a montones, tomé el teléfono de la casa y marqué - ¿Qué haces?

- ¿Hola? ¿Policía? - Los miré - Lo que sucede es que hay un desconocido irrumpiendo en mi hogar, me pregunto si usted podría...

El chico acento desconectó el cable que le daba señal al teléfono, cortando la llamada, estaba riéndose a montones con Ángel, no les iba a hacer caso, fui a mi habitación, seguida de Catalina, saqué un bolso y empecé a echar ropa.

- Hey hey, ¿Qué haces? -Dijo el chico acento.

- Irme, a un lugar lejos de ustedes, par de simios.

- ¿Te irás? - Catalina hizo un puchero- ¡Yo quiero ir contigo!

- No, te quedarás aquí con el simio de Ángel - miré al chico acento- Hay carne en el congelador, adiós.

Se quedó mirándome, no esperé que me detuviera o algo, y por la mala suerte, lo hizo, lo miré fríamente, en realidad odiaba que me hicieran bromas, y más aún desconocidos, me solté de su agarre y abrí la puerta, Ángel se lanzó sobre mí.

- Pero que enojona eh -Ángel seguía sobre mí, pesaba- Ni una pequeña broma soportas.

- Si, oficial, siguen irrumpiendo en la morada, y ahora son dos desconocidos, ahá, sí, en ese lugar, doblando en Alameda, y ahí resido, piso 9, departamento 802, muchas gracias- corté - ¿Decías algo? Estaba algo ocupada.

- No lo hiciste de verdad, ¿Cierto? - el chico acento se tensó un poco, justo cuando iba a contestarle, tocaron la puerta.

- Policía, abra la puerta.

- Que mala onda que eres, ¿Siempre eres así?

- Todo el día, cuñado, ni te imaginas de la manera que me pidió que le comprara un pan hoy.

Ignorándolos,  abrí la puerta y ahí había un "oficial" —Era Rodolfo disfrazado— Sonreí y le deje entrar, estos dos aprenderían a quien no debían hacerle bromas.

- Era verdad, cuñado, un gusto eh.

- Eh, oficial, ¿Sucede algo malo?- Dijo Ángel super nervioso, y rojo hasta por las orejas.

- Esta dama - me señaló - llamó, diciendo que dos individuos, supongo que ustedes, estaban irrumpiendo ilegalmente en su morada, los debo esposar para llevarlos a el cuartel general.

- ¿Eh? Pero si era sólo una broma, ¿No es cierto, hermana mayor?- dijo Ángel aterradisimo- ¿Hermana?

- No me hizo gracia - Dije, tratando de contener mi risa y cruzándome de brazos, el "oficial" puso una esposa en la mano de Ángel y otra en la del chico acento- Gracias, Rodolfo.

Historia de una suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora