Historia de una suicida.

Lagrimas Color carmesí

- ¿Que sucede? ¿Te ayudo a seguir mientiendo, pequeña suicida?.

  Debía salir de ahí sin que se dieran cuenta,  pero me era imposible, mis padres gritaron fuertemente, mi madre recogió su ropa y se fue al cuarto, mi padre se levantó y se giró hacia mi, me toma fuertemente de la muñeca y me arrastra a mi cuarto, me tira a el suelo, como si fuera un saco de papas, su mano había quedado marcada en mi muñeca.

- Te enseñaré a respetar la privacidad de otras personas, desvistete.

Le obedecí, mi cuerpo tembló, su mirada penetrante en mi pequeño cuerpo, siento el temor, aunque hayan pasado 11 años, siento temor, mejor prosigo con la historia, me tiró al piso, cerré los ojos al sentir su lengua en mis labios, eso era repugnante, cerré lo mas que pude los labios, pero en metió un dedo en mi intimidad, lo cual me hizo soltar un grito, lo aprovecho para meter su lengua en mi boca, las lágrimas caían, danzaban rectamente en mi cara, para desaparecer detrás de mi oreja.

Saco su lengua de mi boca para recorrer mi cuerpo, me sentía realmente asqueada, su dedo seguía dentro mío, pero me dolía, mi padre saco su dedo, ya no dolía tanto como antes, pero luego un chillido salió de mi boca, algo escurrió por mis piernas, abrí los ojos y vi todo lo que me estaba causando tanto dolor, mi padre estaba dentro mio, las lagrimas fluían mas que antes, dirigí mi mirada para ver que era lo que escurría por mis piernas, me asusté al verlo, era sangre, mi padre se movía dentro mío, pero dolía tanto que no podía decirle nada, cuando soltó un grito, me besó salvajemente, yo no reaccione a nada, el se levantó y me miró fijamente.

- Eres suave, eso me encanta, no le digas a nadie sobre mi servicio especial, o no seré gentil contigo la próxima vez.

Dicho eso desapareció por la puerta, me senté, pero me dolía mucho, apenas podía sentarme, no podría caminar, tome la ropa de dormir me la volví a colocar, me arrastré como pude hasta mi cama, me metí y cerré mis ojos, acaricié la almohada y logré dormir, lamentablemente, ese día era el inicio de mi sufrimiento.