River ya era un serio aspirante al campeonato, peleando la punta de par a par con Gimnasia y Esgrima de La Plata (sí, Gimnasia peleando un torneo que no ganó, lo nunca visto) y probablemente algún otro equipo que en éste momento no me acuerdo.
Cuestión que sobre un poco más de la mitad de aquel Inicial 2014, el arquero estrella de River y del fútbol argentino sufre una lesión la cual lo dejó afuera hasta finales de la competencia. En su lugar, entró Leandro Chichizola: surgido de las inferiores del club, el pibe que debutó en una de las peores campañas del club de Núñez era recordado por sus malas actuaciones en el poco tiempo que atajó, y también por un grosero error en la salida que derivó en el gol de Santiago Silva, jugador de Vélez y muy despreciable. Sin embargo, lo que pocos le reconocen es que formó parte de la minoría de jugadores que se fueron a la B y se quedaron para salir campeón, aún si eso implicaba ser suplente de un arquero de menor categoría en la segunda división de nuestro fútbol, y suplente durante tres años seguidos desde su debut.
Bien, pero volvamos a lo que nos interesa: la primera intervención importante del suplente "1" de River fue contra Estudiantes de La Plata, en un partido muy parejo que terminó -gracias a Cavenaghi y Chichizola- 0 - 0, ya que Leandro se recostó sobre su izquierda para impedir la primera caída de su arco en manos de Carrillo a través de los 11 pasos.
Pero lo que marcó su carrera y el destino de River en ese campeonato fue su atajada agónica, increíble y fenomenal fue en el estadio Antonio Vespucio Liberti, contra Racing (sí, la mayoría de campeonatos que ganamos en el siglo XXI tienen algún partido increíble contra los de Avellaneda sobre el final del mismo que nos dio ese plus para terminar campeonando. Como por ejemplo, el gol de Cuevas en el Monumental en el 2002).
Ese día el asunto era sencillo: nos jugábamos el campeonato. Si River ganaba, quedaba como único puntero a dos partidos del final del torneo. Y sí perdía/empataba, se quedaba afuera de todo.
Muy bien, en éste contexto tan relajado empezaba el encuentro: River empezaba ganando con un penal muy bien pateado por Cavenaghi.
Después, llegó el empate de Racing por medio de un jugador el cual yo no me acuerdo quien fue y lo más probable es que vos tampoco. Pero del resto si nos acordamos, y muy bien.
Partido 1 - 1, pero sobre el cierre del PT llegó una buena jugada riverplatense por medio del sector derecho, que terminó en los pies de Carbonero ubicado al borde del área. El colombiano sacó un remate fulminante que entró por el medio del arco pero su potencia fue suficiente como para batir la resistencia de Saja.
Nos íbamos al descanso 2 - 1 con el partido dominado desde el resultado y desde el juego, marcador muy importante para llegar al tan anelado objetivo de instalarnos en la punta del torneo en últimas instancias.
En el segundo tiempo, tras una exquisita pared entre Carbonero y Lanzini llegó el buscapié que encontró el botín derecho más lindo: con un orgásmico tacazo, Cavenaghi puso el 3 - 1.
Sin embargo, promediando los 70' llegó el descuento de Racing por medio de Hauche, tras un pase en cortada de Rodrigo De Paul que penetró en la última línea de la defensa millonaria y el ex-Racing clavaba el 3 - 2 tras una muy -pero muy- buena definición.
Empieza la agonía: minuto 90, tiro libre al borde del área de River, jugada preparada. Cae el centro sobre el costado izquierdo del área e inexplicablemente Rojas mete la mano como si estuviera jugando al Voley, por lo cual el árbitro cobró penal.
Millones de corazones rojos y blancos frente al televisor observando atónitamente el penal absurdo que había cometido uno de los jugadores más líricos de la cancha, mientras al mismo tiempo contemplaban la soledad entre los dos arqueros de los dos conjuntos. Era sabido que Saja iba a sacar un remate fulminante e iba a dejar afuera de la pelea al equipo de quien tenía en frente para impedirlo: Chichizola. Y lo impidió.
Leandro se recostó sobre su izquierda para hacer que el Monumental explote en una odisea de gritos, provocando el desplazamiento de las placas tectónicas en todo el continente avisando que el más grande de América estaba pisando fuerte en su tierra. La euforia que vivió cada alma salida del gallinero fue apoteósica, ante la mirada de millones de personas rendidas ante la adversidad y angustia de asumir que otro campeonato se nos escapaba, el único que supo mantener la calma fue nuestro arquero. Fue un terremoto. Se movieron todas las instalaciones del estadio Antonio Vespucio Liberti, y junto con él, la tabla de posiciones, siendo encabezada por un titán del fútbol mundial. Ahí estábamos, advirtiendo que NUNCA hay que dar a River por muerto.
Ganamos el partido, y con él, medio campeonato. Y medio campeonato fue gracias a Chichizola.
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¡Gracias TOTALES!
RandomRiver cumplió un ciclo que empezó allá por 2014, cuando el equipo de Ramón Díaz consiguió el torneo local de aquel año, y que terminó en Japón, jugándonos el dominio del mundo contra el mejor equipo de la historia. En este tiempo el conjunto de Núñ...