Última fecha del torneo, River como puntero y en su casa, recibía al buen equipo de Quilmes que le venía de ganar a Gimnasia, dándonos una mano y salvando la categoría.
Cuestión, el marco era imponente y más de 60.000 almas presentes en el estadio contenían las ganas de volver a gritar "¡River campeón!", al mismo tiempo que se mostraban expectantes y tensas, cosa que cesaba a través del descargo que provoca cantar en aliento a tu equipo.
Mi particular recuerdo de ése es día es que me levanté y estuve pensando todo el tiempo en el partido. Para distraerme, decidí salir con mis amigos a dar unas vueltas para reírnos un rato y hacer la espera más corta. Y sí, la espera se hizo muy corta: cuando me quise acordar que nos jugábamos un campeonato, el partido ya había empezado y yo estaba en la plaza de Barrio Marina (epicentro de adolescentes más grande de mi barrio). Obviamente, entré en un colapso mental y empecé a correr desde la plaza hasta mi casa, que son siete cuadras. Literalmente, 700m corriendo.
Bueno, de este fenomenal acontecimiento no hay mucho para agregar: Abrimos la cuenta con un gol de -quién si no- Cavenaghi, y desde un centro proveniente del córner derecho Mercado puso la cabeza, y junto a ella, el 2 - 0.
Párrafo aparte para el gol del "Lobo" Ledesma. El volante de River, de enorme trayectoria, había tenido un excelente campeonato controlando los hilos del equipo desde la mitad de la cancha con sus pisadas y pases simples, pero profundos. Campeonato que cerró con un gol increíble desde aproximadamente 25m - 30m, un misil teledirigido desde el pie derecho de Cristian que además de gol, tenía un destino mucho más concreto: el ángulo. Los 11 jugadores del equipo vencedor (hasta Barovero), abrazando al autor de esa obra maestra.
En los dos últimos tantos de la goleada 5 - 0 aparecieron los encargados de hacerlos, Cavenaghi selló su doblete y Teófilo aportó su calidad para hacer de lo que por la tarde era ansiedad, por la noche se convierta en una auténtica fiesta.
El árbitro marcó el final del partido, y con el, el comienzo de una nueva era: todo volvió a su lugar. Argentina volvía a estár dominada por el equipo que supo construir una verdadera monarquía dentro del país, el miedo sucumbió por el interior de todos aquellos que subestimaron a un equipo supuestamente roto, al ver como se volvía a mover la tierra al compás de las canciones que cada garganta entonaba eufóricamente en cada grada del estadio más grande de América.
River vuelve a ser River. Y todavía, en 2016, le siguen teniendo miedo al campeón más poderoso del país.
Ésto que les acabo de contar, fue parte y antesala del ciclo más glorioso de la historia del club más glorioso de éstas tierras.
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¡Gracias TOTALES!
De TodoRiver cumplió un ciclo que empezó allá por 2014, cuando el equipo de Ramón Díaz consiguió el torneo local de aquel año, y que terminó en Japón, jugándonos el dominio del mundo contra el mejor equipo de la historia. En este tiempo el conjunto de Núñ...