"RECOPAdo"

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Joya, llegamos hasta acá: después de haber perdido un clásico amistoso 5 - 0 contra Boca en Mendoza, nos preparábamos para recibir una nueva final internacional mientras nuestro rival de toda la vida preparaba la primera fecha del torneo. ¿Diferencias? Que distintos somos a los bosteros, eh.
Como todos sabemos, la Recopa enfrenta al campeón de la Libertadores contra el campeón de la Sudamericana en una única llave, ida y vuelta. Una copa de segundo orden pero que de todas formas sirve por lo menos para festejar algo importante mientras te cargan por perder la Copa Luis Nofal.
En éste caso nuestra próxima víctima sería San Lorenzo, al cual le veníamos de ganar un partido por 1 - 3, en donde hizo un gol Boyé. Asique, si Boyé les hizo un gol...
El primer partido fue en nuestra casa y lo ganamos 1 - 0 con gol de un hombre que a partir de acá vamos a nombrar muy frecuentemente: Carlos Sánchez.
El uruguayo concluyó el tanto de la victoria luego de un gran pase del "Pity" Martínez, en un partido que River jugó mejor pero que erró y mucho: algún tiro de Mora increíble, una chilena de Teo al travesaño. Un partido con muy mala suerte para los dirigidos de Gallardo, pero que igualmente lograron sacarlo a flote y conducirnos hacia el triunfo.
La copa se iba para definirse en el Nuevo Gasometro, donde River, nuevamente, ganó. ¿Con gol de quién? De Carlitos, claro.
Sin embargo, hubo una figura estelar: Barovero. Solo sé que sacó dos goles (que no fueron, pero que si atajaba cualquier otro arquero lo eran) increíbles: uno a Caruzzo, el cual estaba prácticamente adentro y de alguna manera sobrenatural, "Trapito" logró estirarse y sacar una pelota que estaba sobre la línea, y por detrás de su cuerpo. ¿Me explico? Igual, si estás acá seguro que sabés de qué jugada te estoy hablando y me entenderás.
Luego, nuevamente Barovero, sacó un increíble cabezazo sobre el último minuto cuando el partido iba 0 - 1. Atilio Costa Febre, en su relato dijo "tapó el "Pato" Filliol", sorprendido por esa jugada magnífica del "1" millonario y refereciándolo con uno de los mejores arqueros del fútbol argentino, donde demostró que estaba a la altura no sólo de River, si no también de ser ídolo del club. Y en un club donde atacaron Filliol y Amadeo Carrizo, el título de "ídolo" es una tarea imposible. Menos para Barovero, que transforma golazos en atajadas fenomenales.
El festejo fue medido dada la importancia de la Copa que se había conseguido, digno de un equipo grande que sabe cómo hay que festejar las cosas, y no de otro equipo mediocre que para intentar sanar las heridas del pasado, festejó un amistoso como si fuera un Mundial.
River había ganado su primera final del año 2015, e iba bien preparado para el gran reto que le fue esquivo durante 19 años: la Copa Libertadores de América.

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