"¡Milagro en el Monumental!"

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Próximamente les voy a contar un milagro real y mucho más épico que cualquier otro que exista en la biblia. Resucitar al tercer día de morir al lado de lo que lograron Gallardo y sus muchachos en esa fase de grupos de Libertadores se queda muy, pero muy chico.
La cuestión: a River le había tocado un grupo más que accesible, conformado por San José de Oruro, Juan Aurich, y el único rival con el que podía equiparar fuerzas era el Tigres de México, el cual tenía muy buen equipo construido a base puramente de billetes. El típico equipo mexicano que está muy bien económicamente y cuenta con un plantel maravilloso, pero no gana una copa importante ni aunque la juegue solo.
El primer partido fue contra San José, en la altura de La Paz. Era el comienzo de un largo camino lleno de ilusión que empezaba en Bolivia, para lograr la culminación del sueño más grande de todos nosotros. Pero iba a ser mucho más complicado de lo que se esperaba.
La primera presentación de la armada napoleónica fue un desastre, donde el cansancio afectó a los jugadores que tampoco tenían su día, y volvieron a Buenos Aires con una derrota por 2 - 0 y muchas dudas. De todas formas, la ilusión seguía intacta.
Luego, recibimos a los adinerados Tigres de México con un equipo cuya diversidad cultural era casi como la que tenía Argentina durante el proceso de industrialización.
Sabíamos que era el rival más importante de la Copa y obviamente entramos medio dormidos a jugar los primeros minutos, cosa que el rival aprovechó y se puso 0 - 1 arriba. Pero después y gracias a Angelito Labruna la armada napoleónica se despertó y empezó a dominar el partido desde lo futbolístico, tanto que llegó al empate por medio de una excelente media tijera de Carlos Sánchez. Sin embargo, eso no alcanzó y el partido terminaba con un nuevo empate. Todavía faltaba mucho, pero las posibilidades de clasificar a la siguiente etapa se acortaban para el equipo de Napoleón.
Más tarde, fuimos a Aurich, Perú, donde nos encontramos con una cancha de papi fútbol: hecha de césped sintético, los jugadores tenían que usar botines sin tapones prácticamente. Curiosamente, la CONMEBOL permite que su principal torneo se juegue en éstas condiciones, mientras que en Europa antes de cada partido se cuida minuciosamente que ningún pasto esté más largo que el anterior.
Aparte de estos detalles de segundo orden, lo más importante es el partido: con gol de Balanta en el primer tiempo, River empezaba lo que parecía un trámite que iba a terminar en goleada... Pero nosotros no conocemos esa sensación de jugar cosas importantes y terminar el encuentro con un ritmo cardíaco estable, acá terminás rompiendo la tele o en una ambulancia con un pico de estrés.
En resumen, pasó lo de siempre: River gana, juega bien y llega infinitas veces al arco rival, pero en una (1) jugada aislada del rival, nos empatan el partido.
La bronca e impotencia producto de ver como después de haber errado tanto y que nos vacunen en la primera que tienen fue generalizada. River, si bien continuó generando situaciones no pudo convertir ninguna, ya que estamos destinados a vivir historias épicas conformadas por hazañas inenarrables que no podrías encontrar en ninguna aventura de un dios griego.
Volvimos a casa con otro empate y la clasificación se ponía en duda, mientras propios y extraños nos preguntábamos lo mismo: "¿Podía el gran River de Gallardo pasar de la gloria al papelón en menos de 6 meses?".
Después vino Juan Aurich para acá, y vi uno de las partidos más ilógicos de mi vida: River empezó más o menos, con las típicas impreciciones de los primeros minutos un poco más marcadas. Pero cuando las papas queman y el Monumental se impacienta, siempre aparece un flamante guerrero de mil batallas que se encarga de frenar los ataques que provengan desde el costado derecho correspondiente al imperio riverplatense, el cual también tiene rebeldía para llegar al área y golpear duro a los rivales: Gabriel Mercado.
El "25" la mandó a guardar después de que Teo la baje en el área y enderezaba un partido muy importante para River, y con ello, ni más ni menos que la clasificación.
A partir de ahí, todo fue de River, situación tras situación: tres palos de Teófilo Gutiérrez (uno más increíble que el otro), dominabámos el partido en todo aspecto. Pero había un escollo: cada situación creada, se transformaba en un "casi" gol. Y como dicen por ahí: "Los goles que te errás en un arco, te lo hacen en el otro". Así fue, lamentablemente.
Sobre el minuto '88, tiro libre para Juan Aurich, un poco más adelante del círculo central. Todos arriba. Miles de personas juntando las dos manos llevándolas a la boca, con los ojos cerrados, implorando que esa pelota no terminase adentro del arco.
Dios se pasó por el orto nuestras súplicas y ese balón cayó al área y de alguna forma también sobrenatural, terminó al lado de Barovero, picando, a merced del "9" de ellos. Y claro, gol.
Cualquier objeto rompible cerca de las manos de un hincha de River sufrió el peor distinto. Angustia, bronca, tristeza. Estábamos prácticamente afuera.
Obviamente, llovieron las cargadas: Boca estaba haciendo la mejor fase de grupos de su historia mientras nosotros no dábamos tres pases seguidos. Una de las más graciosas era: "Yo en octa y Bos?", en un juego de palabras digno de una mente subdesarrollada.
Pero la vida sigue y la Libertadores también: íbamos a México, contra Tigres, y si no ganábamos nos quedábamos 99,99% afuera. Y sí ganábamos, igual estábamos 80% afuera. ¿Me explico?
El partido hasta los 80 minutos fue una dolorosa despedida, ya que perdíamos 2 - 0, con Napoleón expulsado y un equipo devastado.
Sin embargo, como te dije, estamos hechos para ser protagonistas de hazañas increíbles, y esta fue una de ellas: sobre el minuto '83 los dos delanteros de River (Mora y Teo) quedaron mano a mano con Guzmán: Rodrigo remató, rebote, Teo, adentro. 2 - 1.
Napoleón desde las sombras mandó a sus soldados a empatar a morir, y ellos víctimas de la ansiedad y hambrientos de gloria respondieron a las ordenes del infalible estratega.
Ya sobre el minuto '90, Mayada metió la pelota al área y Mora la conectó con un derechazo demoledor que destruyó las telarañas situadas en el ángulo del arco de Tigres para cambiarlas por un golazo.
Recuerdo que fue el gol que más grité, me quedé literalmente sin voz, puteé y lloré, abrí la ventana y grité "el sueño es posible", con un tono quebrado. Fue increíble, juro que vi a River campeón en ese momento.
De estár afuera, a lograr un milagro, para pasar a depender de otro milagro.
Gallardo en conferencia de prensa dijo: "Ese gol fue una señal", lo dejo a criterio de cada uno.
El último partido era contra San José en el Monumental, y dependíamos de que Tigres le gane a Juan Aurich, y si empatan, nosotros teníamos que hacer obligadamente tres goles para clasificar a los octavos como el peor segundo. Si River no gana, afuera. Si gana Juan Aurich, River afuera. Si empata Juan Aurich y River no mete tres goles, afuera.
Mora abrió el partido a los '45, mientras Juan Aurich ganaba su partido 1 - 0. Estábamos afuera.
Luego, Tigres lo empató y River facturó de penal, 2 - 0 en el Monumental y 1 - 1 en Perú. Seguíamos afuera. Luego, Tigres lo dio vuelta y Teo selló el 3 - 0 para nosotros. Ahora, estábamos adentro. Pero cosa que no duró mucho, porque Juan Aurich lo volvió a dar vuelta. River afuera. Sin embargo, y en otro milagro, Tigres lo volvió a dar vuelta y estiró la ventaja a 3 - 5, para que después Juan Aurich descuente y el partido termine 4 - 5 en Perú y con River ganando 3 - 0 en su casa, el equipo de Napoleón logró el milagro, y el Monumental estalló en un grito de guerra increíble, que decía: "Boca te vamos a matar, Boca te vamos a matar, no te va a salvar ni la federal", el hincha de River quería un mano a mano, quería eliminarlos en su cancha. Sabemos del miedo que nos tenés.
¿Y todos los que decían "River está afuera"?, ¿Y todos los que preguntaban "Yo en octa y Bos?"?, ¿Donde se metieron? Estamos en octavos como vos bostero, y ahora te escondés porque sabés que tenés que jugar contra nosotros y no querés. No querés volver a pasar lo mismo. Pero como dijo Gallardo después de esa noche histórica: "Nos metimos por la ventana, y ahora nos van a tener que aguantar".
El sueño es posible.

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