Después del receso, River afrontaba la última parte de la Copa con nuevos refuerzos: Alá(rio), Tabaré Viudez, Bertolo, Lucho González y Saviola. Llegados para aumentar el poderío ofensivo, dadas las dolorosas pérdidas de Teófilo Gutiérrez y Ariel Rojas, esta renovada camada de soldados llegaba dispuesta a darle el plus a un equipo que aspiraba a conquistar América.
Nos jugábamos el pase a la final contra Guaraní, el duro equipo de Asunción que venía de eliminar nada más ni nada menos que a Racing. Partido complicado, pero no imposible para la armada napoleónica.
El primer encuentro, como siempre, en el Monumental, donde como siempre, el recibimiento se pudo visualizar desde la galaxia Andromeda prácticamente, ya que desde el Planeta Tierra se provocaba un destello de luz tan intenso que la NASA reportó ceguera en varios alienígenas, el cual venía por supuesto del estadio Antonio Vespucio Liberti, cada vez que Gallardo y sus jugadores pisaban el verde césped una noche de Copa Libertadores.
River jugó "mejor" que el conjunto paraguayo y abrió el marcador desde el mismo lugar donde Maidana pegó primero en Bello Horizonte: el córner derecho.
Tras un centro del "Pity" Martínez, Alario peinó con lo justo una pelota que cayó a merced de Mercado (sí, otro tanto importantísimo de Gabriel), para que el flamante defensor lo cambie por gol promediando la mitad del primer tiempo.
A partir de ahí, River jugó muy bien en un partido muy tranquilo para el equipo de Napoleón, pero manteniendo el nerviosismo que impone el contexto.
Gracias a Angelito Labruna, para bajar ligeramente el acelerado ritmo cardíaco de todo aquel que quería ver a la armada napoleónica imperar en el continente americano, llegó Mora. "Mora Morita Mora", como lo suele relatar Lito Costa Febre.
El uruguayo se escapó al vacío después de un extraordinario pivote del extraordinario Lucas Alario, que con un pase exigido pero justo, mandó a correr a su compañero. Éste demostró por qué es el goleador de River en la dicha competición, y con una sutileza digna de Ortega, levantó la pelota entrando al área para ponerla por encima del arquero, en una emboquillada sencillamente excepcional. Fue, por lejos, el gol más lindo de la competencia y probablemente, el más lindo de River en aquel año.
El partido terminó 2 - 0 para los dirigidos por el "Muñeco" y así, estábamos con un pie en la final, instancia a la que no llegábamos hace 19 años, cuando fuimos campeones en el año 1996.
Llegó el partido en Asunción, donde River sin un gran despliegue futbolístico era decididamente mejor que Guaraní.
Pero esto es fútbol, la ciencia de lo impredecible: en el ST, después de una pelota que se estrelló en el poste izquierdo de Barovero, volvieron a meterla al área para la llegada de un tipo que no me acuerdo cómo se llama, pero que de todas formas hizo el gol. Con esto, River seguía estando en la final, pero al mismo tiempo el equipo de Paraguay estaba a tiro del segundo gol y con ello, los penales.
Fueron minutos de un enorme sufrimiento, hasta que llegó el dios Alá: pelotazo desde el fondo de River, pasa la mitad de la cancha, Cavenaghi la baja -atención- de taco para la llegada de Tabaré Viudez que había entrado bárbaro en el partido, y lo demostró poniendo un pase MUY, pero MUY bueno para la Alario y de cachetada. El pibe hizo lo propio al recibir semejante asistencia, y en su segundo partido con la banda roja tuvo la frialdad de tirarla por arriba, en una vaselina nuevamente magnífica.
Recuerdo estár de vacaciones en un hotel de la provincia de Salta viendo el partido en la habitación y sin cenar porque el encuentro era justo a la hora de la comida y entre mi nutrición o River, me quedo con la segunda. Grité el gol con todo, dejé los pulmones en mi enajenación mental. Tanto es así, que mis viejos me dijeron que desde donde ellos estaban comiendo (la planta de abajo) se escuchó perfectamente una voz que decía: "Gol, la concha de tu madre".
Volviendo al temita de Alario: un pibe de menos de 22 años que viene de Colón para jugar en River (nótese el contraste), de pelear el descenso a pelear la Libertadores (nótese el contraste), en su segundo partido en el club, el cual es en semifinales de la copa más importante del continente, tiene la cabeza tan clara como para tirar el esférico por arriba cuando cualquier otro jugador con nombre y experiencia, seguro rompía el arco. Esos son los jugadores que necesita un equipo grande, tipos que no les pese ni lo más mínimo la camiseta. Gran acierto de Gallardo en traerlo, así como también fue un gran acierto traer a Tabaré Viudez y saber que era él el que tenía que entrar para hacer lo que hizo. No es apodado "Napoleón" por cualquier cosa, eh.
Con este gran gol, River centenciaba la disputa y se iba directamente a la final. Después de tantos sabores amargos por Libertadores, la armada napoleónica dirigida táctica y estratégicamente por Gallardo, sucesor del mismísimo Napoleón, e integrada por gladiadores dispuestos a dar la vida en cada batalla para hacer valer el peso del escudo que defienden, había llegado a la final más importante, a un paso de conquistar América y partir rumbo a tierras asiáticas en nombre del flamante campeón del nuevo continente, para jugarse así el dominio del mundo contra el Imperio catalán de Messi, Suárez, y Neymar.
"Yo en octa y Bos?", en la final.
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¡Gracias TOTALES!
RandomRiver cumplió un ciclo que empezó allá por 2014, cuando el equipo de Ramón Díaz consiguió el torneo local de aquel año, y que terminó en Japón, jugándonos el dominio del mundo contra el mejor equipo de la historia. En este tiempo el conjunto de Núñ...