Capítulo 30

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El ruido del trueno me hizo despertar de un golpe. Por un momento me extrañé al ver que la habitación en la que estaba, no era mía, hasta que pocos segundos después recordé que me encontraba en casa de Rubén. Dirigí mi vista hacia el reloj digital de la mesita de noche que había en mi lado de la cama, marcaban las cinco menos veinte de la madrugada. Mierda, ya me había desvelado. Cerré los ojos frunciendo el ceño, cabreandome conmigo misma, pero todo ese cabreo se esfumó al girar la cabeza hacia el otro lado y observar que allí estaba la figura de mi ángel, semidesnudo y dormido como un bebé. La presión de su mejilla contra la almohada hacía que su moflete resaltase más, lo que le hacía un aspecto aún más adorable.

Sonreí al verle, una acción que se había vuelto automática e irresistible. Quise levantarme sin hacer mucho ruido, pude comprobar que yo también estaba en ropa interior, lo cual me era un poco incómodo. No soportaba dormir con sujetador. 

Conseguí ponerme en pie débilmente, me coloqué bien las zapatillas y salí con cuidado de la habitación. Al llegar al salón, un escalofrío recorrió mi espina dorsal, haciendo que me estremeciese del gusto. En los ventanales se podían observar cómo las gotas de lluvia golpeaban con fuerza el cristal, y cómo la luz fría invadía toda la sala. Cerré los ojos y disfruté de este momento tan relajante y triste. 

Algo suave se frotaba contra mi tobillo, Raspy. La miré con ternura y me agaché para cogerla en brazos. ''Tu y yo no hemos empezado con buen pie, eh...''- Le susurré a la oscura gata. Me senté con Raspy encima en el sofá, y comencé a acariciarla mientras ella se acomodaba en mis piernas. Yo tenía la vista perdida en algún lugar del salón, pensando en lo ocurrido hace a penas unas horas. Ponerse a llorar antes de hacer el amor no es buena señal para el otro componente de la pareja. No sabía si de verdad quería decirle el por qué, es algo que no quiero recordar, pero que por mucho que lo intente no puedo olvidar, no consigo hacerle frente. 

Miré a Raspy, y acaricié todo su lomo, desde la cola hasta la cabeza, ella parecía absorta mirando a otro punto del salón fijamente, me pregunto en qué pensará este lindo animal. Cerré los ojos mientras seguía acariciando el lomo de Raspy, y por un momento sólo éramos ella, la lluvia y yo, sentí paz.

Una voz ronca me sobresaltó, me hizo huir de mis pensamientos en blanco y mirar hacia el pasillo que daba paso al salón -¿Qué haces despierta a estas horas?- Preguntaba Rubius frotándose uno de sus ojos entrecerrados mientras avanzaba torpemente hacia mi -No podía dormir, los truenos me desvelaron.- Respondí con una sonrisa débil en el rostro del cansancio. Rubius se sentó a mi lado, echó un vistazo a la gata y luego dirigió su verdosa mirada hacia el ventanal -Que raro, Raspy siempre se asusta cuando hay truenos y esas mierdas.- Dijo con voz ronca.

Dirigió su mirada hacia mi con media sonrisa que hacía resaltar su hoyuelo izquierdo. Volví a revisarle por milésima vez todo su rostro, todo su cuerpo, toda la situación la analizaba lentamente y me daba cuenta de que era demasiado bonito. El hombre al que quiero está a mi lado, mirándome con deseo a pesar del cansancio, con sus pelos alborotados y con una única prenda que no me permite decir que está completamente desnudo. El extraño cosquilleo de la excitación se vuelve cada vez más intenso desde mi vientre hacia abajo, me muerdo el labio y me aguanto las ganas de abalanzarme hacia a él y comerle el cuello.  Sería de mal gusto después de lo que pasó antes de dormirnos.              Llevó su mano hasta mi mandíbula, la cual empezó a acariciar sin apartar la vista de mis ojos, hasta desviarla hacia mis labios, los cuales rozaba con su pulgar y hacía que todo se volviera aún más irresistible. Cerré los ojos y me relamí la comisura de los labios con la lengua cuidadosamente mientras abría de nuevo los ojos poco a poco. Rubius seguía sonriendo de la misma manera que sonreiría un niño si tuviera miles de chuches delante suya, y eso le hacia encantador. 

La elección perfecta. (ElRubius y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora