La carcoma nos convierte en seres terminales, con el corazón reducido a serrín y los pulmones astillados.
Dejamos que actúe durante demasiado tiempo y enfermizos y febriles damos los últimos coletazos, arrastrándonos por una ciudad que nos estrecha entre sus calles armadas de tibio hormigón.Cuerpos sin alma se abren hueco entre la realidad. La misma realidad que afrontamos a destiempo, cuando se ha transfigurado en un demasiado tarde bañado en perpetuo silencio.
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Menos Pena, Morena.
PoesíaSé que empecé a soportar los verbos copulativos que siempre detesté, que éramos sin ser, estar o parecer, que me volví intransitiva y jamás le puse un complemento a nuestro verbo favorito. Y mucho menos de régimen.