άλας kαι ποίησις

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A pesar del calor del asfalto, me hielo de frío y de echarte de menos cada madrugada. Tengo una coraza impuesta, tan dura y atemporal, que me impide escupirte a la cara la pureza de todo cuanto llevo dentro.

Nos hemos quedado sin luna, un aullido ahogado en la entrepierna subió veloz por mi garganta y quebró la quietud de aquella noche, confluyendo en un grito sordo, culpable de destrozar al satélite. Paulatinamente se apagaba y mientras cada terminación nerviosa de mi cuerpo dinamitaba, lo pude ver tras tus ojos.

Me arrastré a mi vida, de nuevo, con la palabra poesía deshaciéndose en los labios y con un nuevo papel en la Olivetti, dispuesta a vomitar la historia de cómo me salieron las alas encaramada a tu nido y ahora siento como si me las hubiesen arrancado de cuajo.

Menos Pena, Morena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora