Un hilo muy fino me separa el corazón del pecho. Late abierto, sirviendo de festín a las numerosas bestias que me rodean y tiran de mi pelo como si se tratase de las mismísimas entrañas de Luzbel.
A pesar de la cruenta escena que desdibuja el dolor, me revuelco por el suelo con la mirada perdida en tu recuerdo y mostrando una mueca de impúdica hija de puta, pintada del rojo más sangriento que pude encontrar.
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Menos Pena, Morena.
PoezjaSé que empecé a soportar los verbos copulativos que siempre detesté, que éramos sin ser, estar o parecer, que me volví intransitiva y jamás le puse un complemento a nuestro verbo favorito. Y mucho menos de régimen.