3. Lo que no debes olvidar.
Los minutos se convirtieron en horas, los horas en días y los días en semanas. Así transcurrió el tiempo luego que Ara me sonriera por ultima vez. Se que estuve en la ceremonia y en su traslado al cementerio, pero solo tenia algunos recuerdos vagos. Mi conciencia naufragaba en algún lugar perdida, con la excusa de obviar el presente y su realidad.
De muchos escuche decir vagamente que ese momento era difícil, y no saben cuanta razón tenían, pero a la vez se equivocaban... El momento mas doloroso era ahora. Luego de dos semanas era cuando mas sentía su ausencia.
Ya no la veía diario, ni podía escuchar su voz reprochándome lo mal que escogí mi atuendo o como no arreglaba mi cabello. Los libros que compre la ultima vez, se mantenían intactos y sellados porque su lectora ya no los leería, y no los necesitaría nunca más.
Estaba tan arraigada su presencia en mi conciencia, que más de alguna vez la vi frente a mi, sonriéndome. Me sentía en el borde de la locura, la necesidad de abrazarle era tan abismal, que llorar ya no era un desahogo, ya nada era suficiente para aliviar esa horrible herida en mi pecho. Las opciones fueron oscuras... pero cada vez que buscaba alguna alternativa para detener ese dolor, su voz regresaba a mi cabeza repitiendo...
"Promete que vivirás, prométeme que seguirás luchando..."
Esa frase detenía todo y se volvía una anestesia temporal, antes que la tormenta de recuerdos regresara con mas rabia y certeza.
– Mi estrella tristona... Te traje algo de comer...– Momó volvía intentar sacarme de mi habitación. No respondí. Me mantuve en sentada en la alfombra, abrazada a mis piernas observando la nada... Esperando que el día terminara otra vez, sin novedad y con más monotonía. – Ya que sigues sin responder, me obligas a utilizar mi jerarquía como "madre" en esta casa...– seguida de sus palabras, abrió la puerta y con cautela se introdujo en la habitación.
No me moví. Mi cuerpo hace algunos días dejo de obedecerme y mi mente también parecía mandarse por si sola. Le rogaba que abandonara la imagen de Ara, despidiéndose... pero ella insistía, recordándome como sus ojos lentamente se apagaban.
– Estrellita... Come un poco aunque sea. ¿Mmmm? – acerco la bandeja con algo de sopa.
– No tengo hambre Momó.– dije sin fuerza.
– No has comido absolutamente nada en días... Intenta solo llenar tu estomago, aunque no sientas hambre, hazlo por mi... Tu Momó amada que esta preocupada. – de reojo observe como un puchero se dibujaba en sus labios.
Desenvolví con lentitud mis brazos y piernas, capturando la cuchara de plata de mala gana, para sorber solo un poco de sopa. Mi estomago se sintió lleno, y con las nauseas bailando en mi garganta, trague otro poco más de la espesa mezcla.
El sonido de mi celular por decima vez ese día, quebró el silencio. Momó lo cogió y lo acerco a mi. En la pantalla se leía un numero que conocía muy bien.
– ¿Que harás con ese trabajo? – pregunto, silenciando el aparato.
Aleje el plato y me obligue a tragar lo ultimo.
– Volver... que mas puedo hacer. Necesito el dinero para pagar los gastos del funeral de Ara. – dije recordando los papeles que firme a ciegas.
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Lo que Aprendí de una Estrella.
Romance"Hay situaciones y personas que simplemente no se pueden controlar, predecir o evitar. Por tanto no te arrepientas de lo ocurrido, porque de una u otra forma si fuiste feliz mientras sucedía, valió la pena." - Ara. Lyra y Franco viven en dos mundos...