28. Dejavu's

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La silueta alta y esbelta de Franco apareció en el umbral de la puerta. Sonrió abiertamente en saludo, cuando sus ojos dieron con mi rostro. Mi fuerza de voluntad comenzó a desvanecerse mientras mantenía mi mirada sobre el. ¿Cómo podría dejarle cuando moría por estar con el?

–¿Estas lista? – la pregunta me saco de mis pensamientos. A pesar de que sus palabras eran simples, para mi tomaron otro significado. ¿Estaba lista para lo siguiente?

–¿Podemos hablar antes?– dije y le indique que entrara. Su sonrisa se apago y siguió mi gesto. Camino hacia el vestíbulo y en el centro, mantuvo su atención sobre mi.

–¿Sucede algo?

–Yo... no puedo seguir con esto. – casi escupí las palabras. Si no las soltaba de una vez la poca voluntad que me quedaba se iría y ya no podría alejarme de el. – Lo siento...

–No... entiendo. ¿Sucedió algo? Lyra, solo ayer...

–No puedo, en serio no puedo. Te pedí desde un principio que tu mundo no interviniera el mío, pero ahora estoy hasta el cuello y me asfixia todo...

–¿Miranda estuvo aquí? ¿Mi padre? –Como si leyera mis pensamientos, nombro a ambos y mi cuerpo se tenso. Su expresión era dura y su voz aun mas profunda, ya no había alegría ni simpatía.

–No se trata de ellos...

–Claro que es sobre ellos. ¿Te amenazaron? Si ellos son el problema...

–Tu eres el problema. – mentí, interrumpiéndolo y a la vez, silenciando sus palabras. –Por mas que trato de pensar a futuro, no puedo. La guerra que tengo que vivir y ganar para estar contigo es demasiada, esta por sobre mis posibilidades... y la verdad, no se si valga la pena. – palideció. Mi boca ardió al decir palabras que realmente no sentía, pero estaba consiguiendo mi cometido, y su expresión me lo confirmaba. – Desde un principio, te lo dije. No permitas que tu mundo afecte el mío y prometiste que eso no ocurriría pero aquí nos ves a ambos...

–Te protegeré Lyra, solo debes quedarte a mi lado.

–No quiero y no tengo fuerzas para seguir luchando contra todo el mundo. Todo cuento de hadas tiene un final... y yo estoy escribiendo el mío. Lo siento Franco, pero renuncio.

En su rostro murió toda expresión, pero todo lo que su boca silencio sus ojos me lo gritaban de forma desgarradora. Sintiendo como las lagrimas amenazaban con delatarme, camine hacia la puerta, y la abrí para el. Franco no se movió y con la mirada perdida dijo:

–Yo... no perdono a las personas que me lastiman Lyra. Si realmente quieres esto, no volveré por ti, nunca más.

–Acepto todo tu rencor... lo merezco todo. Y espero que cumplas tu palabras, porque no quiero que vuelvas por mi, nunca más. Mi decisión es definitiva...

Sus ojos viajaron a mi rostro y creí desmoronarme. Asintió lentamente y soltó de golpe la respiración. Cerro su boca y camino firme hasta la puerta, desapareciendo en el umbral de la noche. No miro en mi dirección en ningún momento hasta que entro a su auto y desapareció con un estruendoso ruido de motor.

Cerré la puerta y apoye mi espalda en ella. Lento comencé a caer mientras las lagrimas bañaron mis mejillas, y el llanto cerro mi pecho entre sollozos de una tristeza necesaria. Había mentido, y le había lastimado terriblemente con cada una de mis palabras falsas. Mi corazón se destrozo a cada instante que mi memoria me traía de regresos sus ultimas palabras. El no me perdonaría jamás, y aunque era justo por todo lo que había causado no era menos doloroso para mi. En ese instante donde todo parecía acabar, me cuestione si realmente debía optar por ir con José Ignacio y mejorar... o simplemente huir a un lugar donde nadie me conociera, y desaparecer en silencio.

Lo que Aprendí de una Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora