24 años: Él

276 19 0
                                    

Tardé mucho en decidirme. El móvil me había jugado una mala pasada perdiendo mis contactos. Y el teléfono de su madre ya no estaba operativo. Pero ese día la vi. La había vuelto a encontrar. En Linkedin. Mira que me resisto a las redes sociales, pero los asesores de comunicación de la agencia me dijeron, que, como CEO, era indispensable que lo tuviera. Sobre todo, para facilitar la imagen de la empresa, conseguir más clientes.

No nos iba mal. Derivé la agencia tradicional de mi padre a las nuevas tecnologías, especializándonos en redes sociales, páginas web. Éramos los mejores.

Y cuando ví que seguía llevando el centro comercial, y que podía tener la excusa perfecta para verla, no lo dudé. Le mandé un mensaje a través de la red. La respuesta no tardó en llegar. Justo cuando iba a confirmar, Gloria entró en mi despacho.

Gloria era una de las programadoras web que teníamos en la empresa. Era seria y reservada, trabajaba hasta muy tarde, como yo. Una noche, cuando salía, la encontré llorando. Nunca he podido soportar ver llorar a una mujer, así que la abracé y le pregunté qué le pasaba.

Lo de siempre. Su novio la había dejado. La invité a tomar una copa. Inevitablemente, me acordé de ella, y las copas de más me llevaron a la cama. Sólo fue esa noche, y me arrepentí, sobre todo cuando me di cuenta de que había susurrado el nombre de Paloma cuando estaba llegando al orgasmo. Menos mal que Gloria no se dio cuenta.

Hacía más de un un mes de eso. Cuando entró en mi despacho, vi que algo no iba bien. La invité a sentarse.

-¿Qué pasa, Gloria?

-Yo... yo... no sé cómo decirte esto. La noche que pasó, que nos acostamos. Yo, de verdad, estaba deprimida. Tú me gustas, siempre me gustaste. Pero no sabía qué iba a pasar... Yo... estoy embarazada.

Me quedé paralizado. ¿Ahora? ¿Justo ahora? Desde luego, si yo era el padre, iba a hacerme cargo de mi bebé. No permitiría que pasara nada malo. Cerré los ojos y la abracé.

-Gloria, tranquila. No pasa nada, no te preocupes. Nada os faltará a tí o a nuestro bebé. Puedes contar conmigo. Estaré a tu lado.

-Gracias, Adrián... yo, yo, no sé cómo ha pasado, de verdad.

-Tranquila Gloria.

La abracé y me quedé con ella hasta que se hizo de noche. La llevé a casa. Le hice la cena y la acosté. Me fui a casa, y no pude dormir.

Me levanté desesperado. Me duché y volví a la oficina. Llegue temprano, y cuando me senté en el ordenador vi el mensaje que no pude enviar. Suspiré. Nadie mejor que Paloma para escucharme, con quien desahogarme. Era tan fácil hablar con ella. El martes. A las cuatro. Aunque mi discurso no sería el mismo.

Cuando llegué al Bahía Centre era temprano. Demasiado. Di una vuelta por el supermercado, por el centro comercial hasta que me pareció prudente acercarme a la oficina. Llamé a la puerta y una mujer, guapa, de unos cuarenta años, me abrió la puerta.

-Buenas tardes, Adrián, ¿verdad?

-Buenas tardes, sí, el mismo.-contesté.

-Un momento, por favor, voy a avisar de que está usted aquí. Llega pronto.

-Sí, el tráfico ha ido bien. Muchas gracias.

Cuando entré en el despacho, la vi. Estaba preciosa, su cara, algo más redondeada... por....mis ojos no podían creerlo. ¡Paloma estaba embarazada!

Me dio dos besos y me abrazó como saludo. Y sentí su calor, su aroma, su piel. Me sentí en casa. Cerré los ojos y supe que Paloma era la mujer de mi vida, y yo un estúpido orgulloso que había tardado cuatro años en volver a verla.

Cuando nos sentamos, eché de menos el sofá, el sofá que había conocido nuestra única noche de pasión. Pero no dije nada.

Me ofreció café, y le dije que sí. Y me dijo que estaba guapo. Me ruboricé, y le correspondí. Ella sí que estaba guapa. ¿Por qué las mujeres embarazadas están tan guapas? ¿O sólo era ella?

-Bueno, cuéntame, ¿qué has hecho estos años? -me preguntó.

-Acabé la carrera, y empecé en la agencia. La encontré algo "anticuada" -dije encogiendome de hombros- y decidí renovarla por completo. Contraté nuevos expertos en tecnología, programación y redes sociales. Y nos convertimos en una agencia digital. Y creo que somos buenos. Sé que vosotros estáis empezando en el campo, y creo que podemos ayudar.

Solté de carrerilla todo mi argumento comercial, sin poder separar mis ojos de los suyos. Ella sonrió. Me cogió la mano.

-Adrián, llegas en el momento justo. Ayer mismo despedí a nuestros asesores en web y redes sociales. Así que, como sé que sois buenos, que ya hice mis deberes de investigación, esperaré que vuelvas con una propuesta a mi mesa. Firmaremos un contrato estupendo y los dos estaremos contentos. Pero ahora, me vas a contar qué te pasa de verdad. Porque tienes los ojos rojos, y tú no sueles llorar. Y debe ser que estoy más sensible por el embarazo, pero no puedo verte llorar y no llorar yo.

Bajé la mirada.

-Voy a ser padre.

-Pero Adrián, eso es estupendo.

Noté su voz algo tensa, aclaré la mía y se lo conté. Que había sido una noche, que iba a reconocer al bebé. Que iba a cuidar de ella. Paloma no me soltó la mano en ningún momento, y cuando acabé, la miré y acaricié su tripa.

-Gracias, gracias por estar aquí. Eres la primera persona a la que se lo cuento. No sabía cómo hacerlo- le dije.

-Lo sé, es difícil. Me pasó lo mismo con Sergio, me costó decirle que me había quedado embarazada. Pero el se alegró tanto, que todo fue muy fácil.

-Quiero que sea fácil para Gloria.

-Lo será. Sé que harás todo lo que esté en tu mano para que así sea.

Seguimos charlando, de la agencia de mi padre, de su negocio, de cómo se había casado. Fue una tarde maravillosa, y por una vez, sólo por una vez, dejé a un lado las ganas de comérmela a besos, de poseerla allí mismo. Creo que ese día, empezamos a ser realmente amigos.

Almas unidas, vidas separadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora