17 años: Él

348 21 0
                                    

Cuando entré en el pub con mi amigo Gonzalo, sólo traía una idea, descansar. Habían sido días con mucha presión, mucha competitividad. Iba a entrar en el primer equipo, y tenía que luchar por mi puesto. Tampoco quería que me lo regalaran por ser hijo de quien era.

Pedimos una cerveza, y nos sentamos a charlar.

Fue cuando entró ella. Morena, de pelo rizado, no era muy alta, pero se movía de una forma increíble, con una sonrisa enorme, saludando a cada persona con quien se cruzaba. Iba con una amiga, pero ni me fijé en ella. Gonzalo me dio un codazo.

-¡Mira qué pibón, que morenaza! Y la amiga tampoco está nada mal.... Tú tienes que descansar, así que yo voy a ir al ataque.

Miré a Gonzalo con rabia. Joder, que la morena me gustaba a mí. Que era mía.

Las dos chicas se acercaron, mientras la amiga se presentaba a Gonzalo como Laura, yo no paraba de mirar a... Paloma, sí se llamaba Paloma. Ojos negros a los que no podía dejar de mirar.

Ella sonrió, bajó la mirada y yo pude atinar a decir mi nombre. No sé qué pasó en los minutos siguientes, hablamos de chorradas y estupideces, hasta que lo único que ví fue a Gonzalo besando a Laura. Sorprendido, miré a Paloma, que no paraba de reír con cara de asombro.

¿Por qué no? La atraje hacia mí cogiéndola por la cintura. La miré y supe que ella también lo deseaba. La besé. Tenía unos labios carnosos, gruesos, suaves. La besé despacio, con ganas... hasta que no pude más. Nos separamos y miramos la hora. Tenía que irse, y yo tenía que volver a verla. Le pedí el teléfono y le aseguré que iría a buscarla al instituto al día siguiente. Ese día no supe en el monumental lío en que me había metido.

Almas unidas, vidas separadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora