A eso de ser las cinco de la tarde, salí de mis clases habituales. No tenía fuerzas para nada más que echarme en mi cama o en el sofá de mi casa, pero aún así, recordé el taller de lírica que iba a hacer el profesor Adam, y me di ánimos. La poesía era lo único que me estaba sacando de lo extraña que me sentía últimamente en el colegio.
Subí hasta el tercer piso. Estaba prácticamente vacío. Los otros cursos salían a las cuatro, y no había ningún ruido por el pasillo.
Quizás ni siquiera habría taller. O tal vez la inspectora se equivocó de piso, porque salón al que me asomaba, estaba vacío.
Cuando llegué al final del pasillo, a mano izquierda, quedaba el salón que casi nunca se usaba porque era demasiado pequeño. Miré para adentro, y me encontré al profesor sentado con los pies encima del mesón, audífonos puestos, y moviendo la cabeza al ritmo de la música, porque sí, se escuchaba por fuera.
No había nadie más que él. Pasé tímida y me acerqué hasta quedar frente a él para que me viera.
Paró de cantar en voz baja, y se quitó los audífonos.
—Hmm... Hola
—Hola —respondí en voz baja
—Creo que serás mi única alumna —miró tras de mi y alzó sus hombros —Aunque mejor para mi
Asentí sin saber que más hacer y me senté en una silla cercana a él
—Supongo que... Quieres desarrollar más lo que es tu lado poético ¿no?
Asentí de nuevo, con un poco de duda.
—¿No estás segura?
Volví a asentir. El profesor se puso a reír
—¿Me estás bromeando? Di algo, no te quedes callada
Lo observé un momento, algo insegura. Es que no estaba acostumbrada a hablar con nadie, y me ponía nerviosa el hecho de estar a solas con alguien.
—No lo sé —contesté
Me miró a los ojos sin decir nada.
—¿Sueles hacer poemas?
Lo pensé un momento
—Cuando me siento mal
—¿Y qué es sentirse mal para ti? —se acomodó en la silla, y se inclinó para mirarme
—Cuando me siento sola —alcé mis hombros —Cuando siento tristeza
—¿Y cuándo te sientes así? —volvió a preguntar
—No sé...
—Si sabes, solo no quieres decirme —sonrió —Dímelo, estamos solos. Y no creas que voy a decírselo a alguien
—¿Quién no me asegura que usted no se lo dirá a mi profesor jefe? ¿O que llamarán a mis padres porque necesito psicólogo? Ya me pasó una vez
Me arrepentí de decir eso.
Se puso a reír
—Demonios, ¿Me veo como si fuese a andar de consejero estudiantil o mandado para ayudarte? Elizabeth, si te estoy hablando, es por algo
Me extrañé al oírlo decir eso
—¿Y por qué es...?
—¿Qué haces con los poemas que creas? ¿O qué te gustaría hacer con ellos?
—Profesor, disculpe pero no entiendo. Solo los creo y ya, no hay otro fin
Me observó unos segundos. Luego pareció tener una expresión de decepción o desagrado.
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Change | Adam Gontier
Hayran KurguElizabeth es una joven callada, y sin muchos amigos. Es insegura, le cuesta comunicarse y más aún cuando no tiene temas en común con nadie. Por lo mismo, en su colegio no habla casi con nadie. Pero en su penúltimo año de colegio, conoce a alguien qu...