Cinco

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Nik y Cosmo caminaron en silencio por un largo rato.

No tenían rumbo alguno.

Solo siguieron hasta que se sintieron lo suficientemente seguros para poder conversar en privado sin temor a ser escuchados.

―Debo de admitir que eres un buen improvisador, ―reconoció el tatuado mientras observaba al idiota de Cosmo darle una socarrona sonrisa. ― ¿Un boxeador? Eso nunca se me hubiera podido ocurrir, ―comentó mientras se quitaba la molesta chaqueta y tomaba asiento en la primera silla vacía que vio en el parque.

―Tal vez no te guste lo que te diré en este momento pero no estaba mintiendo o improvisando en lo absoluto, ―comentó el chico a su lado captando su atención de inmediato. ―De verdad arreglé una pelea con un tal Goliath, ―agregó el falso platinado mirándolo seriamente.

El aludido por su parte, lo vio entre confundido y molesto.

―Dame una buena razón por la cual debería poner en juego mi integridad física por una estúpida pelea callejera, ―solicitó fulminándolo con la mirada.

―Te recuerdo que aún me debes un favor, así que te debo ninguna explicación, ―indicó su... ¿Amigo? con una sonrisa forzada en el rostro.

Dominik no debía ser un genio para saber que algo había ocurrido, él estaba por completo seguro de ello, pero si Cosmo no deseaba hablar al respecto, no iba a presionarlo.

No serviría de nada.

― ¿A qué hora y dónde? ―cuestionó sin ocultar su fastidio, al fin y al cabo se encontraba atrapado en aquel embrollo.

Aunque si debía de ver el lado positivo, una vez cumplida la deuda, se liberaba de una gran responsabilidad, después de todo, Cosmo no era de los que se caracterizaba por ser muy juicioso en sus actos.

Ya que solo alguien como él, sería capaz de arreglar su primera experiencia sexual con un hombre por protegerlo.

Por el simple hecho que no quería que dañaran o eliminarán a su amigo.

¿Qué otra persona sería capaz de sacrificarse por otra?

Y en tal magnitud.

Nik solo pudo sentir escalofríos de recordarlo, y aunque ya había pasado un año desde entonces... Aquella situación eran de esos temas que preferían olvidar o ignorar.

―Dentro de media hora es nuestro turno, por favor no me hagas quedar mal, ―murmuró Cosmo logrando sacarlo de sus pensamientos, al tiempo que observaba su reloj robado.

El tatuado dio un gran suspiró y lo siguió de mala gana.

•  •  •

El local era peor de lo que se había imaginado.

Maloliente, sucio, desagradable, y con más humo del que debería haber para poder respirar con tranquilidad, en cierta forma le hacía recordar un prostíbulo que en el pasado había frecuentando; y no necesariamente como cliente.

― ¿Él es tu peleador? ―Se burló un pequeño hombre regordete, quién observaba a Domink como si fuera un insignificante insecto. ― ¿Es en serio? ¿Qué sabe este niño rico de lucha? ―preguntó desafiándolo con la mirada

El aludido rió divertido ya que él no tenía ni la menor idea de con quién estaba tratando, después de todo, dentro de aquella mafia que se encontraban, Nik tuvo que pelear por la sobrevivencia -literalmente- para dejar de ser un esclavo y convertirse en un peón.

No soy un GigolóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora