Trece

2.6K 218 11
                                    

―Lo nuestro no durará, eso tú y yo lo sabemos, ―dijo de la nada Harley sorprendiéndolo. ―Por más que luche tu no serás mi alma gemela o el amor de mi vida, ¿me equivoco? ―preguntó mientras se sentaba a su lado.

Nik por su lado le regalo una perezosa sonrisa. 

Muy diferente a las que usualmente le dedicaba mientras asentía levemente la cabeza.

Él supo que el corazón de la castaña se detuvo en seco y por un segundo, creyó que se desmayaría ante la aceptación de aquel pequeño discurso.

―Por fin lo estás entendiendo, princesa. Hay personas que nacen para vivir y morir solas. ―indicó entre divertido y serio. ―Soy una luz defectuosa que se apagará eventualmente. ¿Por qué querrías acompañarme a mi autodestrucción? ―preguntó aguantando una carcajada. ―Algunos pueden decidir cuándo una luz debe extinguirse, otros tienen el poder de hacerlas extinguir. Pero créeme princesa, una vez que acaben tus vacaciones de verano yo podré irme y dejarte libre, ―comentó mientras veía con nostalgia el horizonte, puesto que faltaba poco para que amaneciera.

― ¿Planeabas irte en un par de semanas? ―le preguntó directamente.

―Creí que sería lo mejor. Tú vuelves a casa y yo no sé si viviré el día siguiente. Tal vez cambie de trabajo. Tal vez vuelva a casa o me pierda a mitad de camino. No lo sé, Harley, a diferencia de ti tú tienes una buena vida y yo por me preocupó por sobrevivir el día a día, ―aseguró mientras sus miradas chocaron.

Se le veía triste.

O quizá aquello fuera parte de su actuación.

¿Ella debería confiar en él?

― ¿A dónde vamos a ir ahora? ―le preguntó la joven con aparente normalidad.

―No lo sé, ¿quieres volver al hotel?

―Quiero pasar el tiempo contigo, Nik, ―pidió colocando la palma de sus manos en el pecho de este. Obligándolo a mirarla a los ojos. ―Mientras seas mío. Mientras seamos algo, ―respondió sería. 

A Harley nunca le había parecido intimidante los ojos de diferente color que poseía Nik, pero en ese momento sentía algo de peligro al ver el contraste entre el verde y el negro.

Él por su parte se encontraba fascinado por las palabras que había soltado su acompañante ya que jamás imaginó que una mujer lo podría considerar como "suyo" sin implicar algún tipo de denotación sexual.

Era extrañamente halagador eso de permanecer en el corazón de alguien, por más platónico que suene.

Sonrió.

Ella estaba cayendo por él. 

Ambos lo sabían.

Pero esta vez era diferente.

Él no deseaba alejarla del todo.

Ni mucho menos romperle el corazón y divertirse con ello.

Esta vez, él realmente deseaba ver cómo las cosas se desarrollarían poco a poco.

Sin presiones, él sabía de sobra que su ruptura sería inminente nuestra, no obstante ansiaba ver cómo ocurriría.

― ¿Estas lista para pasar al segundo nivel de diversión? Porque por ti podría seguir esperando, princesa, ―comentó ofreciéndole su mano.

―Ya esperaste bastante, Nik, ¿vamos? ―preguntó intentando esconder sus nervios.

Pero él sabía que estaba inquieta.

No soy un GigolóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora