Catorce

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Ninguno de los dos quería regresar realmente al Hotel Imperio.

Ambos en verdad se encontraban bastante cómodos dónde se encontraban. 

En medio de ningún sitio y al mismo tiempo merodeando por todos lados.

Nik tenía razón.

Después de todo, era mejor vivir en un infinito espacio de tiempo antes que sucumbir a la horrible realidad.

― ¿Alguna vez has considerado hacerte un tatuaje? ―le preguntó mientras trazaba líneas imaginarías por su espalda.

―Le tengo pavor a las agujas y dudo que puedo hacerlo sin desmayarme, ―reconoció la castaña levemente avergonzada.

Él por su lado rió con ganas.

―Eso explica muchas cosas, ―comentó ciertamente divertido. ―No te preocupes, princesa. Sólo era una idea. Tengo otra mucho mejor.

― ¿Bañarnos? ¿Conseguir otra muda de ropa? ¿Comida? ―preguntó entusiasmada.

―Lo de bañarnos es una excelente idea, ven aquí... Lo pondremos en práctica ahora mismo, ―aseguró mientras la tomaba del brazo y la llevaba al baño del costado.

• • •

―No puedo creer que me hayas obligado de salir del restaurante sin pagar, ―murmuró la joven, mientras tomaba aire a duras penas. ―De seguro van a cobrarle a nuestro mesero, ¿acaso no tienes ni un poco de sentido común? ―preguntó haciendo un puchero.

―Estoy loco eso ya lo sé, ―comentó dando una gran carcajada. En ese momento la adrenalina lo había hecho olvidar el sin fin de ideas que rodeaban su mente. ―Pero nunca olvides que son las locuras las cuáles nos mantienen vivos y nos permiten estar fuera del sistema. Sin locura no hay vida y sin vida no hay locura, ―filósofo más que divertido.

Sin duda alguna aquella era su oportunidad para ser quién rodará los ojos.

Harley respetaba la visión de Nik acerca de la vida.

Después de todo, esta era casi poética, y hasta cierto punto sin sentido.

Sin embargo, por alguna razón ella no podía vivirla con la misma despreocupación que él lo hacía.

Se sentía atada a la realidad.

―Ya lo comprenderás, princesa, ya lo comprenderás, ―aseguró mientras la tomaba de la mano y la entrelazaba con la suya. ―Cuando era joven y mi madre falleció... Mi padre creyó que un psiquiatra me ayudaría a poder superar la pérdida. ―Reveló con una triste sonrisa, Harley a su lado procuro no parecer demasiado sorprendida. ―Y en lo único que ese tipejo me ayudó, fue en darme cuenta que me encontraba irremediablemente desquiciado. Pero no en el mal sentido de la palabra. Estaba desquiciado porque siempre soñaba y deseaba lo imposible. Siempre use el arte y mi imaginación para huir de lo que me rodeaba... Luego de un tiempo me di cuenta que me gustaba vivir así. Sin ataduras. Sin grades responsabilidades. Evitando el dolor y los recuerdo... Yo fui feliz por un tiempo, pero luego esas omisiones con las que vivía terminaron siendo insuficientes, ―comunicó con una sonrisa. ―Me vi en vuelto en un camino sin retorno, yo soy libre, sí. Pero no plenamente sino parcialmente, ―agregó con ocultando su rostro. 

A lo mejor Harley no lo admitiría en voz alta, pero ella lo entendía en cierta manera.

―Te estoy abrumando demasiado, ¿no? ―Murmuró apenado. ―Lo lamento, pero cuando empiezo a hablar... Casi nunca me detengo, ―indicó algo nervioso y sonrojado ya que aquello no le pasaba desde hace mucho tiempo.

No soy un GigolóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora