Seis

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Harley se encontraba inevitablemente nerviosa, ya que a pesar de que había salido con chicos antes, sentía que nada la había preparado para lidiar con la abrumadora presencia de Dominik Owen.

Esta cita se sentía diferente.

No solo por el físico de su acompañante, o esos ojos de gato que lograrían hipnotizar a cualquiera.

Había algo en Nik que lograba llamar la atención por su vibrante forma de ser.

Después de todo, no es necesario ser un gran conversador para transmitir ideas, pensamientos u posiciones.

Y por lo poco que había visto de él, estaba completamente segura que sus expresiones lograban transmitir más que mil palabras.

La joven reaccionó en cuánto noto que su amiga Mara internaba colocarle algo de maquillaje.

Acto que detuvo con una fulminante mirada, ya que a ella personalmente prefería mantenerse al natural, ya que con todo lo que le tocó vivir, tuvo un largo tiempo en el que trabajó fuertemente en su autoestima y aquello generó que se quisiera y apreciara tal cual era.

O al menos, lo intentaba.

Harley creía que debía mostrarse ante su cita lo más natural posible, después de todo, lo que él viera sería lo que obtendría.

Nada más.

Ni nada menos.

De pronto ella vio a la loca de su amiga pararse y dirigirse hacia la puerta.

Acto seguido la abrió, mostrando la imagen de un recién bañado Nik.

―Buenas noches, princesa, ―captó a duras penas. ―Lamento la demora, ―agregó mientras observaba su cuerpo detenidamente y sin disimulo alguno.

No pudo evitar sonrojarse y aquello ciertamente logró complacer al tatuado.

Al fin y al cabo, el solía tratar con mujeres bastante experimentadas, las cuales sabían lo que querían y anhelaban.

No estaba acostumbrado al juego previo.

Tan solo a la acción y la algarabía.

Y Nik podía adivinar que con ella cerca iba a ser un reto, porque tendría que analizar cada situación con bastante detenimiento para actuar.

Algo muy diferente a las robóticas órdenes a las estaba acostumbrado.

―Tu tampoco te ves para nada mal, Nik, ―comentó la castaña sonriéndole con ganas.

Él le devolvió la sonrisa y le ofreció su brazo.

La aludida lo aceptó algo avergonzada y aunque el joven a su costado notó que olvidaba su abrigo en uno de los muebles, creyó que sería mejor evitar hacer comentarios al respecto, para así lograr lucirse con su galantería.

Harley dio una gran respiración antes de seguir encaminándose hacia las afueras de la suite, ella quiso despedirse de Mara, pero ella por su lado, ya había cerrado la puerta en sus narices.

― ¿Ya cenaste? ―cuestionó Nik mientras dedicaba parte de su atención en un bombón pelirrojo que pasaba a su costado, quién se encontraba de la mano de un viejo de sesenta años.

Negó con la cabeza y giró sus ojos hacia su acompañante a la espera de su respuesta.

Y cuando sus ojos estaban presos ante la escena con la joven y el anciano, optó por darle un rápido beso en la mejilla.

No soy un GigolóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora