Han pasado unos meses desde que volví a formar parte de la "familia". La primera semana fue la más difícil de toda mi vida, aquel hombre me trataba, me trata y me tratara como un juguete sexual más, cada vez que se iba, dejándome en aquella habitación mi cuerpo no resistía más la repugnancia que sentía y actuaba haciéndome vomitar todo lo que alguna vez entro en mi sistema digestivo.
Esa misma semana algunas personas se ofrecieron para ir a mi casa y recuperar unas cuantas pertenencias, a lo cual respondí con un rotundo "¡No!". No podía dejar que cualquiera entrara, campara a sus anchas y estuviera curioseando en mis cosas, es algo que odio y lo odio mas si son estos individuos los que planean ir; como no podía vestir todos los días la misma ropa –ya fue bastante asqueroso pasar con la misma ropa 3 días– decidí enviar a alguien de "confianza" por algunas cosas, la persona más indicada era Monet.
Se podría decir que me traiciono pero la conocía mejor que a los demás, también me tiene más aprecio que ellos, así que opté por pedirle ese favor; acepto sin pensarlo dos veces, se excuso diciendo que ella también iba a desaparecer de la vida de nuestros amigos y que tenia que ir también por algunas pertenencias. Aunque sabia perfectamente que aquí tenia todo lo necesario para vivir, decidí no darle mas vueltas y aceptar su excusa. Aunque fuera parte de ellos seguía siendo una "amiga" en la cual se podía confiar –hasta cierto punto.– Ese mismo día partió y no me quedo otra que esperar su regreso cual princesa en castillo.
Doflamingo había enviado a algunos sirvientes a la ciudad más próxima a comprarme algo de ropa, lo que más me sorprendió fue que respetaron demasiado bien mi estilo de vestimenta. No me cupo duda de que –a lo mejor– fueron ellos los que también me vistieron hace años cuando viva con el monstruo que ahora me tiene a su merced.
Estos meses no se puede decir que hayan pasando volando pero tampoco pasaron tan lento como imaginé en un principio. Lo único que tenia que hacer era esperar a Doflamingo y estar siempre dispuesto a que descargue su furia sexual contra mi, sin rechistar, como un buen esclavo haría.
Se me tenia rotundamente prohibido salir de la habitación. Lo bueno es que la situación mejoro y ya no estoy encadenado como en un comienzo, así que me puedo mover en total libertad por aquí y solo ciertas personas tienen derecho a entrar, esas eran las sirvientas que me traían la comida y los libros que solicitaba, ademas de la misma persona que me tenia retenido aquí.
*
Y ahí me encontraba otra vez, debajo del gran cuerpo del ser mas despreciable ante mi conciencia. Se hallaba mirándome a través de sus distintivas gafas, llevo años conociéndolo pero nunca lo he visto sin ellas y dudo mucho que alguien lo haya hecho. Me daba mucha curiosidad pero sabia que si intentaba arrebatárselas seguramente me costaría una sesión demasiado dolorosa, cosa que no podía concebir; detrás de ellas se que se escondía una mirada fiera. ¡Maldita sea! Estar tan vulnerable ante alguien como él me pone enfermo.
–Law – me susurró sacándome de mis pensamientos – ¿Podrías concentrarte y dejarme hacer...?
–¿Desde cuando me pides permiso y me dices que me concentre? – lo interrumpi y una risa cansada salió de mi boca.
Senti como bajo la bragueta de mis pantalones y con lentitud fue desprendiéndome de aquella prenda que entorpecía su camino. Mis manos instintivamente viajaron desde su desnudo pecho a su espalda lo que ocasiono que él sonriera, fuera a besar, lamer y morder frenéticamente mi cuello sacándome unos cuantos suspiros. ¡Se sentía jodidamente bien! Cada vez odiaba más mi cuerpo por responder tan bien a su tacto. Sus manos también se habían puesto en marcha, acariciaron mis pechos inexistentes sobre la camiseta y continuaron su camino hasta mis muslos, había decido jugar con la parte baja de mi cuerpo, bueno supuse que ya era hora, hacia unos días que no lo hacia; con un rápido movimiento había levantado lo suficiente mi camiseta para poder pasar su lengua por mis abdominales poco marcados haciéndome gemir.
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Soundless Voice
FanficDesde que lo conoció su mundo y sus sentimientos se confundieron. Ya no distinguía si lo que sentía era solo amor o una pequeña obsesión por aquel hombre. Él solo queria felicidad, pero eso tiene un precio. Uno que él pagó bastante caro. Un precio q...