Las calles pasaban a gran velocidad, o eso me parecía. La falta de audición me estaba comenzando a afectar un poco, y no sólo en el sentido del equilibrio, sino también en la paz que se sentía. Era tal que me repugnaba a veces, al punto de querer escuchar hasta los sonidos más desagradables que conocía.
Una vez estuve delante del portal me puse a pensar. No me podía comunicar con él a menos que me diera algo con lo que escribir. Esto sería un problema. También lo sería el no poder hablar por el telefonillo. Mis pensamientos me embargaron a un estado donde –además de mi sordera– no me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor.
No sé cuánto tiempo había pasado ahí de pié, pero había salido del trance gracias al roce de una persona. Me gire para comprobar quien era. Era él. Era Kid. Me miraba preocupado mientras hablaba. Mire más atentamente a lo que traía y pasaba. Un bebé en el pecho, unas bolsas en la mano izquierda, junto con un paraguas y en la derecha una correa muy conocida para mi. Bepo estaba ahí, ladrándome mientras movía su peluda cola de un lado al otro. Sonreí al comprobar que estaba bien. Iba a agacharme para acariciarlo más el pelirrojo me zarandeo. Me gire para ver su rostro de nuevo y vi que estaba lleno de terror, supuse que estaba gritando, pero no lo escuchaba.
Sonreí de lado y le hice señas para que entendiera que perdí la audición. No espero mucho más y me llevo su apartamento. Una vez dentro pude apreciar que algo había cambiado. Si bien Kid no era el ser más limpio del universo, solía tener todo más o menos en orden, pero ahora todo era un desastre. Pañales, juguetes, ropa diminuta y gigante, todo desperdigado por el suelo.
Bepo se había quedado conmigo en la entrada, ambos estábamos empapados por la lluvia que no habia notado. Me agache para por fin abrazarlo y darle el cariño que Monet seguramente le hubiera dado al volver a verlo. Sonreí amargamente al recordarla.
Dos toallas, una blanca y otra gris se estamparon contra mi cara. Miré con enfado al responsable el cual solo se acercó y me mostró la pantalla de su móvil.
–No te atrevas a quejarte, sordo de mierda. Antes de entrar sécate y haz lo mismo con Bepo. Ropa seca te espera en el baño, sabes donde esta.
Acto seguido volvió a su habitación, supongo que para estar con el bebé. Sin rechistar hice lo que me dijo. Una vez hube terminado con Bepo me dirigí al baño. En el camino me encontré más cosas de bebé –que por lo visto era de sexo masculino– y me adentre en el sucio baño. Ya bien había dicho yo que este hombre no era el más limpio, pero esto era pasarse. La ropa que me había dejado era obviamente suya y dado a que él era mucho más corpulento y alto que yo, todo me quedaba enorme, al punto de tener que atar con un coletero –que encontré de casualidad entre tanto desorden– el chandal que me había dado. Una vez salí, me dirigí de nuevo al salón donde lo pude encontrar sentado en el suelo a modo de indio. Estaba delante una pequeña mesa con un bloc de notas, un boli y su móvil. Me hizo señas para que me sentará delante de él. Supongo que quería hablar de lo que me había pasado.
Una vez me senté en la misma posición que él, me mostró el bloc.
–¿Qué te ha pasado? ¿Por qué tienes magulladuras en la cara y el cuerpo? ¿Por qué estás sordo?
Gire mi rostro tratando de ignorar todas esas preguntas, más me forzó a tomar su móvil para escribir. Cosa que no entendí hasta que volvió a enseñarme el bloc después de escribir una frase pequeña.
–No te ofendas pero tu letra es horrible y no se entiende. Eres un perfecto médico en todos los aspectos.
Reí por lo bajo mientras tomaba el móvil para responder.
–Gracias, también me alegro de verte.
Su expresión tranquila se deformo a una de enfado, lo cual me hizo reír más.

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Soundless Voice
FanfictionDesde que lo conoció su mundo y sus sentimientos se confundieron. Ya no distinguía si lo que sentía era solo amor o una pequeña obsesión por aquel hombre. Él solo queria felicidad, pero eso tiene un precio. Uno que él pagó bastante caro. Un precio q...