✖Capítulo Diez✖

104 9 0
                                    

"Tengo que hacerlo"

Nos subimos en el auto de Brody, él iba conduciendo mientras James estaba en el asiento de atrás junto a mí. Los dos estábamos en peligro, incluso Brody lo estaba. No sabía a dónde nos dirigíamos, pero según lo que me había contado James; teníamos que salir de la ciudad. Era muy peligroso seguir viviendo en su casa.

— Avanza más rápido— dijo James. Brody aceleró lo más que pudo. Era la primera vez que iba tan rápido, podía ver a los demás autos conducir mucho más lento que nosotros. El auto de Brody podía soportar una mayor velocidad que los demás. 

Mis ojos no se despegaban de la ventana. Quería perderme por un minuto y pensar que nuestras vidas no corrían peligro, pensar en los momentos que tuve junto a James y las veces que me sacaba de la tristeza y el dolor. Sin embargo tenía que afrontar la realidad y ver que ya no podríamos estar como antes. 

— Maia mírame por favor— su voz sonaba dolida. Volteé mi rostro— Vas a estar bien, no tienes que preocuparte.

— Ese es el problema— nuevamente las lágrimas se hacían presente— Yo podré estar bien, pero ¿tú?

— En estos momentos yo no soy el que importa.

— Claro que lo eres— me exalté— A mí me importas, y si te hacen daño tienes que saber que también me lo hacen a mí. 

— Tú eres lo más importante en estos momentos. Mi vida es una mierda, o al menos lo era hasta que apareciste. Antes pensaba solo en mí, pero ahora tu eres la primera en mis pensamientos, no podría vivir sabiendo que algo malo te pasa. Prefiero ser yo el que reciba toda esta miera, porque yo si me lo merezco, no tú.

No me importó que estuviésemos en un auto que iba a una gran velocidad, me senté encima suyo y lo abracé. Necesitaba de él, no quería pensar en lo que iba a suceder. En ese momento lo tenía conmigo, e iba aprovechar la oportunidad. 

— Tú me importas, por favor no dejes que algo malo te ocurra— dije.

— Mientras tú estés sana y salva, yo estaré bien.

Mi cabeza se encontraba apoyada en su hombro, él frotaba mi cabeza y me susurraba al oído que me amaba. Logré quedarme dormida, y por un tiempo logré escapar de la realidad.


Cuando desperté, ya no nos encontrábamos en el auto de Brody. Estábamos en uno mucho más grande. James ya no estaba a mi lado, estaba conduciendo el auto. Me senté y mi cabeza empezó a doler. 

— Descansa, todavía no llegamos— miró por el retrovisor y me dio una sonrisa sin mostrar los dientes.

— ¿Dónde estamos?— pregunté.

— Ya vamos a llegar no te preocupes.

— ¿Dónde está Brody?

— Nos sigue con su auto, está detrás nuestro— volteé y observé a Brody conducir su auto. Su rostro estaba serio y no mostraba expresión alguna.— Te amo— la voz de James hizo que volteara.

— Yo también te amo— sonreí.

No sabía dónde nos encontrábamos, sólo podía ver un montón de árboles a nuestro alrededor. La autopista se me hacía eterna. Por momentos James miraba por el retrovisor y decía que me amaba. Sabía que me amaba, pero también sabía que temía que después ya no me lo pueda decir. 

Después de unas dos horas, James estacionó el auto en una gasolinera. 

— Necesito ir al baño— dije. Salimos y me acompaño al baño. Se quedó justo al costado de la puerta. Cuando salí, tomó mi mano y me dijo que esperara en el auto. Él ingresó al pequeño local y compró un poco de comida.

Yo, que estaba sentada en el asiento copiloto, tomé su mano en el momento que empezó a conducir. Trataba de entablar una conversación como lo hacíamos cada vez que recorríamos las calles de la ciudad en su auto. Yo seguía la conversación, tenía que hacerlo. 

Pasaron unas cuantas horas más, y luego James se estacionó en lo que parecía la entrada de un pequeño pueblo. Bajó y se dirigió al auto de Brody. Tomó su celular y luego hizo una llamada. Yo no quería escuchar, no quería saber más. 

Cuando volvió al auto, arrancó y condujo por unos minutos. Pasábamos pequeñas casa y luego llegamos a una casa de color crema. Estacionó el auto y luego me hizo bajar. Brody también bajó de su auto, James sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta de la casa. Era una casa muy bonita, se notaba que era hogareña. 

James hizo que Brody nos esperara afuera, nos dirigimos al sofá y nos sentamos.

— Maia— tomó mis manos, no me miraba a los ojos. Miraba un punto fijo en la pared. Sus ojos parecían perdidos— Tienes que comprender por favor— suspiró— Esta va ser tu casa por un tiempo.

— Nuestra casa— dije. Volteó su rostro y me observó, tomó mi mejilla y besó mi frente.

— Por ahora va ser la tuya. Tengo que irme, si me quedo contigo ellos seguirán buscándote a ti. Necesito que me busquen a mí.

— ¿Qué? No puedes hacer eso— las lágrimas empezaron a salir— No puedes dejarme.

— Tengo que hacerlo— sus ojos empezaron a cristalizarse— No quiero que te hagan daño. 

— No puedes dejarme sola, sólo contigo me siento protegida— no podía dejarme, teníamos que estar los dos.

— No  te voy a dejar sola, Brody va a estar a tu cuidado.

— No, no es lo mismo. Yo te necesito a ti.— no podía detener las lágrimas, me dolía saber que James se iba a ir y tal vez ya no lo vería nunca más.

—  Será por un tiempo, hasta que ellos dejen de buscarte. No va ser corto pero no va ser para siempre.

— Por favor no— se puso de pie y me sostuvo en sus brazos. No quería que se vaya, quería tenerlo así para siempre conmigo— Tú me dijiste que te vas a quedar conmigo para siempre.

— Y lo voy hacer. Pero ahora me importa más tu vida que la mía. Necesito protegerte, por favor compréndelo. Cuando regrese podremos estar como antes, sin problemas— besó mis labios. Podía sentir el sabor salado de mis lágrimas. Sabía que ese beso era uno de despedida, no sabía por cuanto tiempo pero me destrozaba saber que no tendría uno de sus besos por un largo tiempo.

— Quédate conmigo en la noche, por favor— supliqué.

— Está bien preciosa. Te amo.

— Yo también te amo.

Dormimos los dos juntos, mi cabeza estaba en su pecho. Sus manos rozaban mi piel. Y sus labios tocaban mi frente. Dormí plácidamente y él también lo hizo. Tuvimos un poco de paz.

Al día siguiente, James se fue. Dejó un beso en mi frente y se despidió de mí, de sus ojos brotaban unas cuantas lágrimas. De los míos brotaban demasiadas. Me dio un último beso y luego dijo las palabras que me encantaban.

— Te amo. 


Obsesión MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora