✖Capítulo Ocho✖

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"Mamá"

Los días se volvieron semanas. Cada vez que salíamos, sentía temor. Miraba a todos los lados posibles. De una u otra forma lo que me dijo James hizo que, sin darme cuenta, mi cuerpo tratara de buscar alguna persona que nos quisiera hacer daño. James al darse cuenta de eso, me hablaba de distintas cosas para que yo pudiera dejar de tener miedo. Al día siguiente, también me contó que conoció a Brody en la banda. No quería que me diga más cosas, ya sabía lo que él hacía; así que le dije que no me contara más. No quería que mi cabeza siga sacando hipótesis de James. 

Un día me pidió que lo acompañara al cementerio, quería dejar algunas flores a su madre; puesto que, era su cumpleaños. No me gustaban los cementerios, cada vez que iba me hacía recordar a Adam. No me gustaba recordar que ya no estaba conmigo, sin embargo James insistió mucho, así que decidí acompañarlo.

Eran las cuatro y unos minutos más cuando nos subimos al auto, las calles pasaban a nuestro alrededor y yo me distraía mirando a las personas. Cuando llegamos, un sentimiento de culpa se posó en mi pecho, aún no le había contado de Adam a James. Para mí era un suceso muy doloroso de contar. Era el mismo cementerio donde se encontraba Adam, por tal motivo las ganas de llorar eran más fuertes. Sin embargo pude salir del auto y acompañé a James a comprar unas flores, yo también compré algunas. Sostuvo mi mano y luego ingresamos al cementerio.

Buscaba el nombre de su madre, cuando la encontró puso las flores en un recipiente con agua, lo colocó al costado de la lápida de su madre. Su nombre estaba tallado en el cemento, al costado se encontraba el nombre del padre de James. Él estaba de pie, y podía ver en sus ojos la tristeza. Sabía que en sus pensamientos el rostro de su madre era lo único que veía en esos momentos. Yo no dije nada, pero por alguna extraña razón, mi mente trataba de entablar una conversación con la madre de James. Era raro, pero sentía que podía hablar con ella mentalmente, aunque ni siquiera yo recibiera respuesta alguna.

Después de unos minutos, James se dirigió a la lápida de su padre. Sólo estábamos los dos. Me acerqué a él y tomé su mano.

— Necesito visitar a alguien. Ya regreso—besé su mejilla y luego empecé a buscar el nombre de mi pequeño.

Cuando llegué, automáticamente mis ojos se llenaron de lágrimas. Era imposible no llorar, toqué su lápida y luego me senté al lado de él. Con mis ojos llorosos, puse las flores al costado de su lápida. Apoyé mi cabeza y las lágrimas cayeron efusivamente.

— No sabes cuanto te extraño— empecé a hablar con él porque creí que podía calmar un poco mi corazón— Perdóname, nunca me cansaré de decirlo. Tú no tienes que estar aquí, todo fue mi culpa. Tú solo eras un ángel que estaba en el lugar equivocado, me haces tanta falta— no pude seguir porque sentía un nudo en la garganta. Mi mano iba de arriba a abajo, cerré los ojos y me imaginé que Adam era la persona que recibía mi toque. Con su sonrisa y sus pequeñas manos sostenía mis mejillas. El simple hecho de imaginármelo, hacía que mi llanto sea más fuerte. Sentí unos pasos, pero no me importó si era James quien venía y me mirara en un momento tan vulnerable. Hubiese agradecido que fuera él, desgraciadamente no fue así.

— ¿Qué haces aquí?— reconocía esa voz, la había escuchado por toda mi vida. Podía reconocer que le molestaba que esté ahí. 

— Por favor mamá, quiero un rato con él— dije sin voltearme. 

— No debes estar aquí, vete ahora mismo— me dolía que mi madre no pueda apoyarme en mi dolor. No lo hizo en los primeros meses, y sabía que no lo iba hacer en ese momento.— Si lo quisieras no lo hubieses matado— mis lágrimas caían aún más fuerte, cómo podía decir eso en un lugar como ese.

— Por favor no empieces, sólo quiero estar un momento con lo más cercano que tengo de mi hijo— volteé el rostro, y me arrepentí de hacerlo. Su rostro reflejaba furia, cómo la última vez que la vi. Sabía que ella me detestaba, incluso antes de Adam.

Se acercó a mí y tomó mi brazo con fuerza, hizo que yo me pusiera de pie.

— Pues todo esto es gracias a ti— traté de soltar su agarre de mi brazo, la presión que ejercía era muy fuerte. Cuando puse mi mano encima de la de ella, sus ojos se fijaron en el anillo que tenía en mi dedo. Me soltó con asco.— ¿Y ahora tratas de rehacer tu vida? ¿Quieres traer otro bebé para luego matarlo?

— Basta— mis manos taparon mis oídos.

— Eres una cualquiera— se acercó a mí y cuando trató de estampar su mano en mi mejilla, una mano impidió que lo haga.

— No lo haga— escuché la voz de James. Sostenía la mano de mi madre, mi madre sólo lo miró con odio. Observó a James de pies a cabeza y luego hizo un gesto de asco con su labio.

— Eres una estúpida— dijo y luego dio media vuelta y se fue. Caí de rodillas junto a la lápida de mi pequeño.

— Lo siento, pequeño. Lo siento mucho— besé su lápida y luego me puse de pie. Salí corriendo en la dirección contraria a la de mi madre, no pude recorrer mucho. James me detuvo y me abrazó. Lloraba en su pecho y luego de unos minutos, me cargó y se dirigió al auto. Subió al auto y empezó a conducir.

Cuando llegamos a la casa, salí del auto y me dirigí a la habitación. Necesitaba un momento a solas. Abrí la puerta del baño y luego la cerré. Quité toda mi ropa y me metí en la ducha. Dejaba que el agua cayera por mi cuerpo, mientras las lágrimas le hacían compañía. Mis pensamientos iban desde Adam y hasta mi madre. 

Sentí que James ingresaba a la ducha, hizo que volteara y luego me abrazó. Estábamos los dos debajo del agua, el sostenía mi cabeza y mis manos estaban entrelazadas.

— Adam fue mi pequeño— dije con la voz ronca. Le conté quien era Adam y todo sobre él. Desde el momento que quedé embarazada hasta el momento que dejó de existir. Incluso le conté quien era su padre, y como nunca me apoyó. Eso hacía que las palabras de mi madre, tomaran más peso.

James me miraba y dejaba que yo hable. En sus ojos podía ver compasión, yo sabía que él ya tenía dudas sobre mi pasado. 

— Tú no eres culpable de nada— sostuvo mi rostro en medio de sus manos— No creas en las palabras de tu madre, sólo quiere hacerte sentir más culpable.— cuando quería refutarle, él me interrumpió— Ese angelito te observa desde arriba— agaché mi cabeza y él la beso— Y a él lo amo, por el simple hecho que ser parte de ti.

Me cubrió con una toalla, y luego me vistió. Las fuerzas se habían agotado en mí. Él, que sólo tenía sus pantalones empapados, se los quitó y luego se puso otros pantalones y una camiseta. Se acostó en la cama e hizo que mi cuerpo este encima de él. Su mano acariciaba mi cabeza y besaba mi frente. Mi cuerpo desistió y logre quedarme dormida.

 

     

Obsesión MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora