✖Capítulo Dos✖

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"Su sonrisa"

Dos noches seguidas tuve la misma pesadilla. Adam siendo degollado por el mismo hombre. Sentía miedo cada vez que lo veía tirado en medio del charco de sangre. Miedo porque sabía que, en pesadillas o despierta, Adam ya no estaba conmigo.

Esas dos noches James vino a tranquilizarme. Hacía que despierte de ese horrible sueño y luego se acostaba a mi lado, me sostenía en medio de sus brazos y cada cierto tiempo besaba mi frente. Susurraba una y otra vez "Nadie te va hacer daño"; y  mientras más susurraba esas palabras, yo confiaba más en él. No preguntaba que era lo que tanto me atormentaba en mis sueños, ni tampoco hablaba de ello. Simplemente estaba ahí para mí.

En las mañanas hacía el desayuno para los dos. Me sonreía cada cierto tiempo, y yo en algunas ocasiones también lo hacía.

No fui a trabajar esos días. De alguna u otra forma, James se enteró dónde trabajaba. Tuvo una charla conmigo pidiéndome que por favor deje mi trabajo. Que era muy peligroso. Él podía darme todas las necesidades que yo quisiera. No podía depender de él, pero también sabía que tenía que dejar ese trabajo y buscar otro. Le dije que ya no trabajaría ahí, pero que necesitaba tiempo para buscar uno mejor. Mi respuesta no le gustó del todo, sin embargo la aceptó. 

Los siguientes días ya no tuve pesadillas. Dormía plácidamente, y en las mañanas me levantaba temprano para poder hacer el desayuno. James entraba en la cocina con una sonrisa y saludaba con un Buenos días. En dos ocasiones besó mi mejilla cuando pasó a mi lado. Me guiñaba un ojo y luego se sentaba y esperaba a que terminara de preparar el desayuno. Cuando terminaba de comer, decía que le gustaba mucho lo que preparaba. Mis mejillas se sonrojaban. Nadie halagaba lo que hacía desde hace mucho tiempo. Pero ahí estaba James, con unas palabras tan simples hacía que sentimientos que estaban perdidos en mí, se activaran. 

Ya había pasado poco más de una semana desde que vivo en su casa. Busqué trabajo durante tres días, pero no había uno que pudiera aceptarme. Todos buscaban a personas que tuvieran carreras profesionales. Yo sólo trabajé de camarera en un restaurante y en un bar. No tenía experiencia en nada más. Resignada, regresaba a casa de James y me perdía en mis pensamientos. Preguntaba cómo me había ido, y mi respuesta era negativa. No decía nada más. Se sentaba junto a mí y mirábamos películas. No nos acercábamos, cada uno estaba en su lado del sillón. Reíamos y en algunos momentos yo me asustaba cuando pasaba películas de terror. Sin embargo sabía que nada malo podía pasarme cuando estaba al lado de James. No sabía por qué, simplemente lo sabía.

Hubo una mañana en la que el día estaba muy caluroso. Había pasado un montón de tiempo observando la piscina, quería meterme y disfrutar un momento. Pero mis inseguridades no me lo permitían, no quería exponer mi cuerpo a James. Sentía vergüenza de que me viera con poca ropa. Sin embargo, en un día tan caluroso como ese, decidí dejar la vergüenza a un lado y dar un pequeño chapuzón. Me puse una ropa de baño, no quería utilizar bikini. James estaba en su habitación, así que salí apresuradamente hacia la piscina. Me saqué la toalla que estaba envuelta en mi cuerpo y la dejé doblada a un lado de la piscina. De un salto ingresé a la piscina. El agua no era fría, estaba templada. Me sumergí por completo y nadaba de un lado hacia el otro. Me tranquilizaba estar así. Sin problemas, sólo relajándome con el roce del agua en mi cuerpo. 

Estuve alrededor de veinte minutos nadando. La presencia de alguien a mis espaldas hizo que volteara y me encontrara con el rostro sonriente de James. Estaba de pie al lado de la puerta. Con una camiseta blanca y  un short negro.  Sus pies estaban descalzos. No sabía cuanto tiempo es el que estuvo ahí, mirándome. Apoyé mis brazos en el borde de la piscina, y le sonreí. Él se acercó y se dispuso a quitarse la camiseta. Inmediatamente mis ojos se dirigieron a su cuerpo adornado de tatuajes. La forma de sus brazos y la dureza de su abdomen, hicieron que mi respiración se acelere. Se puso de cuclillas y me dedicó una sonrisa.

— Me gusta verte tan relajada— sus ojos no se despegaban de los míos. Tomó una de mis manos y la besó— ¿Hay espacio para mí?— su sonrisa seguía adornando su rostro.

— Creo que es suficientemente grande para los dos— su risa inundó todo el jardín.— De todos modos es tu casa— se puso de pie y luego se alejó unos pasos

—  Bueno, pues ahí voy— corrió los metros que lo separaban de la piscina y dio un salto y se sumergió en la piscina. Sonreí. Luego se acercó a mí y empezó a jalar de mi pie.

— No, no— dije en medio de mi risa.

— Ven que no muerdo— jalo de mi pie y logró sumergirme. Contuve el aliento el mayor tiempo posible, y cuando emergí tuve que tomar una enorme bocanada de aire. Él seguía sonriendo. Yo también lo hice. Empecé a tirarle agua en su rostro y el también hizo lo mismo. En algún momento logró hacerme cosquillas. No sé cómo lo hizo, pero la risa no paraba en mí. Con mis brazos trataba de alejarlo, pero su cuerpo no cedía a mis empujes. Cuando dejó de hacerlas, calmé mi respiración. Se mataba de la risa. Le di un pequeño golpe en el hombro, y él hizo un gesto de manera exagerada. Eso hizo que riera mucho más.

Estuvimos un largo tiempo en la piscina. Ninguno de los dos quería salir de ahí. Sin embargo, era la hora del almuerzo y teníamos que hacerlo. James salió antes que yo, luego me ayudó a salir. Cuando mi cuerpo estuvo fuera del agua, su mirada recorrió desde la punta de mi cabeza hasta la punta de mis pies. Le pedí que por favor me pase la toalla, me envolvió en ella y luego se puso delante de mí. Quitó los cabellos que se pegaron a mis mejillas, y luego sostuvo mi rostro en sus manos.

— No tienes que tener vergüenza conmigo. Eres hermosa y nadie puede decir lo contrario— su mirada iba de mis labios a mis ojos. Me sentía muy cómoda con sus manos en mis mejillas.— ¿Qué es lo que haces para gustarme tanto?— su pregunta sonaba como un susurro. 

— No lo sé—  dije sin pensar.

— Yo tampoco, pero me gusta— juntó sus labios con los míos. Sus manos aún sostenían mis mejillas. Mis manos fueron a su pecho, pude sentir las pequeñas gotas de agua bajar. Mis ojos y los suyos se cerraron. Fue un beso tierno, no fue nada apresurado.Me besaba cómo si fuera algo precioso, como si nunca quisiera dejarme. Nuestro primer beso fue hermoso. Mis pulmones pedían oxígeno, así que tuve que parar el beso. James dejaba pequeños besos en mis labios. Con su pulgar hacía pequeños movimientos en mi mejilla. No quería abrir los ojos. No quería pensar que esto no es real. Quería sentirme así eternamente.— Definitivamente me gusta.


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Espero que les haya gustado el capítulo.

Besos, Karina

Obsesión MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora