✖Capítulo Once✖

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"Sola"

Los días se hicieron semanas, y las semanas se hicieron meses. Fueron cuatro meses los que pasé lejos de James. Recibía sus llamadas cada semana, pero para mí no eran suficientes. Lo necesitaba conmigo, pero me reconfortaba saber que él estaba bien. El primer mes fue el peor de todos, la mayoría de las noches me las pasaba llorando sola en mi habitación. Ya no era lo mismo sin James, no tenía cu cálido cuerpo al lado mío; sólo podía sentir el frío contacto de las sábanas. Sabía que estaba protegida por Brody, pero no me sentía completamente segura. La única persona que me hacía sentir segura, se encontraba a kilómetros. La compañía de Brody no fue la peor de todas, pero tampoco fue la mejor. Cuando tenía pesadillas en la noche, venía a mi habitación y hacía que despierte; luego se dirigía a su habitación y me dejaba sola en la mía. Con James no era así, y era por esos pequeños detalles que lo extrañaba.

No podía negar que el pueblo era muy acogedor. Era pequeño, pero todas las personas se conocían entre sí, eran amables aún sin conocerme. Algunas tardes salía a caminar por sus calles. No había mucho que ver, sólo podías encontrar dos restaurantes, un hotel y un pequeño bar. Los niños siempre pasaban con sus bicicletas y jugaban a las escondidas en las tardes. Me gustaba verlos desde el pequeño jardín, se veían tan felices; que por algunos momentos esa felicidad me contagiaba. 

Decidí salir por un momento al bar, le pedí a Brody que quería ir sola. Él comprendió, sabía que no había peligro en este pueblo. Me vestí con un suéter y unos pantalones. Tomé las llaves de la casa y salí. Empecé a caminar por las calles, tal y como me gustaba, tarareaba una que otra canción.

Llegué al bar y me senté en una de las bancas que se encuentra en la barra. Un señor de unos sesenta años me dedicó una cálida sonrisa. Yo le correspondí.

— ¿Qué desea tomar?— preguntó.

— Un licor suave por favor, no quiero algo fuerte— asintió y luego empezó a preparar mi bebida.

Tomé un periódico y empecé a leer las noticias, el señor me entregó mi bebida y luego se dirigió a otra persona. Estaba delicioso. Era tal y como lo quería, no era para nada fuerte. Pasaba cada una de las páginas y me entretuve recolectando información. 

Escuché el sonido de un auto, pero no presté importancia. Seguía con mi vista en el periódico. El señor nuevamente se acercó e hizo que levantara mi rostro. 

— Disculpe, pero no me presenté. Mi nombre es Michael, pero dígame Mike— estiró su mano y yo le correspondí.

— Un gusto. Soy Maia.

— Es usted una joven muy hermosa Maia.

— Gracias— sonreí.

Empezó una conversación. Me contó que su esposa había fallecido dos años atrás, y que los dos habían construido el pequeño bar. Le conté que tenía poco tiempo viviendo en el pueblo. También comentó que era un pueblo muy seguro y muy hogareño. La mayoría de personas que vivían eran familias constituidas. Era la primera persona con la que hablaba en el pueblo que no era Brody. Era muy amable.

— No es para incomodarla señorita Maia, pero desde hace un rato un hombre no deja de observarla.

— ¿Cómo? 

— Sí, un hombre detrás suyo la observa desde el momento que ingresó al bar.

Volteé y lo que me encontré fue algo que hizo que soltara el vaso que tenía en mis manos. En una mesa que se encontraba cerca de la entrada, estaba James. Tenía una sonrisa que adornaba su rostro y me miraba fijamente. Salté de mi asiento y corrí en donde él se encontraba. Enrollé mis brazos en su cuello y besé sus labios. Las lágrimas hicieron su aparición. Lo besaba con ternura y él me correspondía de la misma forma. No me importaba si las pocas personas que se encontraban en el bar nos observaban. No lo había visto en meses y ahora que lo tenía enfrente mío no podía creerlo.

Se separó de mí por un momento para tomar aire.

— No sabes cuanto te extrañé— sollocé en su hombro e hizo que me sentara en sus piernas.

— Ya estoy aquí—  sonrió y nuevamente me besó. 

— ¿Brody lo sabe? — pregunté cuando separé mis labios de los suyos.

— No, tú eres la primera en saberlo.

Me tomó en sus brazos y avanzó a la puerta.

— Espera— dije— tengo que pagarle a Mike.

—¿Mike?— preguntó confundido.

— Sí, el señor de allá— señalé a la barra y Mike me dedicó  una sonrisa.

— Descuide señorita, este va por la casa— se despidió con el gesto de su mano. Luego James hizo que suba al auto.

— Preciosa, te extrañé— besó la punta mi nariz y empezó a conducir.

— ¿A dónde vamos?— pregunté.

— A la casa no, necesitamos privacidad— sonrió y me guiñó un ojo.

Condujo por las pequeñas calles y llegamos al único hotel del pueblo. Bajamos y James pagó una habitación por una noche. Subimos las escaleras, y cuando llegamos a la habitación sus labios ya estaban en los míos. Tuve que alejarme.

— Tienes que llamar a Brody y decirle que viniste— asintió y tomó su celular. Pude escuchar su conversación y luego colgó.

— Te amo— dijo.

— Te amo demasiado— respondí.

Nuestra ropa desapareció en un instante. Nuestro besos estaban acompañados por caricias. Deseábamos el uno del otro. Yo lo necesitaba, regresó y lo quería. Levantó mi cuerpo y lo acostó en la cama. Sus besos recorrieron todo mi cuerpo. Se posicionó encima de mí y fue ingresando lentamente en mí. Fuimos uno solo y me gustaba. Empezó a moverse lentamente, pero me gustaba. Era como la primera vez que lo hicimos. Fue tierno y suave. En ese momento, necesitaba eso de él. Recuperar el tiempo perdido con sus suaves embestidas. Mis manos se aferraban a su espalda y él besaba mi cuello.

Llegamos al clímax juntos, me abrazó y me besó. Quería que ese momento fuera para siempre.

 

 

    


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