Semana 4

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~Vale~

Di el último bocado a mi sándwich, aún con algo de cansancio, y me levanté. Cogí mis llaves, sin poder evitar ver el cuadro que tenía en la mesa. Lo levanté, era una foto que tenía con las chicas. Estábamos todas tan sonrientes.

Mi mirada se desvió hacia ella. Se veía tan linda cuando sonreía. Arrugué los labios y bajé el cuadro. Era la primera vez que iría sola al trabajo, y no se sentía bien.

Me encantaría que ella estuviera aquí...

~Scott~

Abrí los ojos lentamente, al sentir la luz del sol entrando con fuerza a través de las cortinas. Lo primero que vi fue la espalda desnuda de Mitch, y no pude evitar rodearlo con mis brazos y darle un beso cerca al hombro.

Soltó una risa suave y entrelazó sus dedos con los míos. Giró despacio hasta quedar frente a frente.

- Buenos días, precioso.

- Buenos días, amor - sonrió. No pude evitar darle un beso.

¿Era posible que alguien despertara tan perfecto? Pegó su mejilla a mi pecho y me abrazó.

- ¿Sabes? Siento que algo va a pasar hoy.

- ¿Algo como qué?

- No lo sé, quizás nos enteremos de algo.

- Tú y tus presentimientos - burló -. Pero sí, yo también siento que algo pasará.

Le di un beso en la frente y contemplé su bella sonrisa una vez más.

~Vale~

Faltaba tan poco para llegar al trabajo y la soledad no dejaba de sentirse extraña. Estaba tan acostumbrada de venir junto a Alme hasta el trabajo, pero al parecer salió más temprano junto a Sarai y Romm. Supongo que necesitaba llegar más temprano.

Abrí la puerta, saludé a la recepcionista y me detuve frente al ascensor. Se seguía sintiendo raro. Entré y subí hasta el tercer piso, tras un cargado suspiro.

~Scott~

Tomé la mano de Mitch mientras esperábamos el ascensor. Levantó la mirada y sonrió. La puerta se abrió frente a nosotros, dejándonos ver a Vale.

Se veía un poco recaída.

- Buenos días, Vale.

- Oh - respondió mirándonos, y sonrió desganada antes de salir del elevador -, buenos días, chicos.

- ¿Ocurre algo?

Sus mejillas enrojecieron un poco mientras su mirada vagaba por todo el lugar, en un intento por no mirarnos fijamente. Se detuvo en nuestras manos y sacudió la cabeza.

- No, no es nada. Debo irme, los veo después.

- Sí -sonrió Mitch. Se alejó lentamente y nosotros subimos al ascensor -. Está rara... ¿Qué crees que haya ocurrido?

- No estoy seguro, pero creo que no podemos obligarla a que nos diga. Hay que respetar su espacio.

- Tienes razón...

~Vale~

Miré el reloj, eran casi las doce. No podía creer que el tiempo pasase tan lento. Froté mis ojos con suavidad, intentando quitarme la pesadez de encima, pero no funcionaba.

Me levanté y me dirigí al pasillo en busca de café. Ahí estaba ella, con unos papeles en la mano, junto a la máquina expendedora de café. No la había visto en todo el día, me sentía muy aliviada.

Are the Scömìchers crazy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora