Stiles despertó con el sol dándole en plena cara.
No era la manera más agradable, pero al menos no lo hizo gritando. Y eso, después de las últimas semanas, ya era un gran adelanto.
Se estiró cuan largo era en la cama, forzando al máximo los músculos de brazos y piernas durante unos segundos, para luego quedar totalmente relajado.
Qué bien sentaba despertarse con calma, sin nada de pánico, o milagrosamente transportado a mitad del bosque, del instituto, o a cualquier otro lugar que tuviera a bien llevarle su imaginación.
Así que ahora que todo había vuelto a la normalidad, y que ya podía distinguir perfectamente la realidad del sueño, quería disfrutar de los pequeños momentos de paz que le brindaba la vida. Esos que parecían haber desaparecido desde hacía casi dos años, y que al principio no apreció tanto como debería haber hecho.
Porque una cosa era descubrir que existían los hombres lobo, que tu mejor amigo era uno de ellos, y que ibas a poner tu vida en peligro todos los días siendo un héroe; y otra muy distinta tener que pagar las consecuencias de ser ese héroe: Vivir en constante miedo, recibir alguna que otra paliza, amenazas todos los días y a todas horas (incluido por parte de sus supuestos aliados), y encima tener que mentir a tu padre una media de cuatro veces por episodio.
Pero ahora todo eso se había acabado: la parte de mentir, la del miedo, y con suerte también la de las amenazas... Con Derek y Peter Hale uno nunca podía estar seguro.
Se restregó los ojos para terminar de despertarse, y se levantó de la cama de un salto.
Lo hizo con una sonrisa en los labios. Una que no tenía ninguna intención de abandonar en todo el día. Porque hoy por fin iba a ser un buen día.
Diez minutos más tarde, ya duchado y vestido, bajó las escaleras hasta el salón. Su padre aún no había llegado, con lo que tenía la casa para él solo...
O eso creía.
Stiles se quedó quieto en el último escalón, desde donde veía el salón y la cocina.
En concreto, era la cocina la que estaba ocupando toda su atención.
Aunque, realmente, lo que no podía dejar de mirar, era a la persona que había en ella: Derek Hale.
Derek le estaba dando la espalda. Vestía vaqueros desgastados y uno de esos Hemley de color oscuro y cuatro botones que tanto parecían gustarle. Esos que le quedaban especialmente bien, sobre todo cuando se los remangaba hasta los codos, y que parecía que iban a estallarles las costuras en cualquier momento.
Según podía intuir desde su posición, tenía la cafetera en su mano, terminando de llenar dos tazas. En la encimera había un plato lleno de tostadas. Y como no había nadie más allí, sólo quedaba suponer que había sido él quien las había preparado.
Stiles negó con la cabeza varias veces, obligándose a reaccionar de una vez.
Daba igual quién hubiera preparado el desayuno, o cómo fuera vestido Derek... Bueno, eso no tanto, porque iba MUY bien vestido.
El principal problema, o lo que no terminaba de entender y lo que alguien debería explicarle lo antes posible; era por qué Derek estaba en su casa, preparando el desayuno como si fuera lo más normal del mundo.
- ¿Derek?
El Beta se giró al oír su nombre, aún con la cafetera en la mano. Tenía un gesto serio, pero no tan serio como solía ser habitual en él. Vamos, que no tenía cara de estar a punto de darle una paliza a alguien.
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Dream a Little Dream
FanfictionParece que los problemas de Stiles a la hora de diferenciar realidad con pesadillas ya han terminado. Ya no tiene extraños sueños donde se despierta en mitad del bosque, o incluso es incapaz de leer estando despierto. Pero entonces ocurre algo que l...