Capítulo 8

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Stiles no soñó lo que quedaba de noche.

Cuando despertó a la mañana siguiente, sin haber soñado por primera vez en meses: ni con árboles mágicos, gente haciendo signos con las manos o Derek a su lado; supuso que todo había acabado.

No obstante quiso asegurarse. Y sólo se presentó en casa de Scott el domingo por la noche, después de haber pasado la noche del sábado también libre de sueños.

Cuando entró en el dormitorio del Alpha y Scott le miró enfadado, sabía que se lo merecía.

Pero cuando Scott comprendió que no estaba nada bien (tal vez fue por el latido de su corazón, porque resultaba que la tristeza despedía un olor peculiar, o sencillamente porque tenía los ojos rojos e hinchados y eso nunca era nada bueno), el enfado dio paso a una expresión de lástima y preocupación.

Stiles pensó que no se merecía lo segundo, y que no quería tener lo primero.

- ¿Qué ha pasado? – Scott fue el primero en preguntar. Lo hizo cuando arrastró a Stiles hasta la cama y le obligó a sentarse. Fuera lo que fuese lo que estaba sintiendo gracias a sus sentidos de hombre lobo, daba la sensación de que creía que estaba a punto de morirse.

- Lo siento mucho.

Scott le miró como si acabara de decir una estupidez.

Y puede que fuera verdad que Stiles no solía pedir perdón... Generalmente porque nunca se equivocaba.

Pero en esta ocasión no era tanto lo que dijo, sino cómo lo dijo.

- No pasa nada.

- Sí que pasa. Secuestraron a Allison. Y casi matan a Isaac.

- Todo salió bien al final.

- ¡Pero yo no hice nada! – alzó un poco la voz, enfadado porque Scott le estuviera justificando ahora. Y aunque sabía que eso era lo que se supone que hacen los amigos cuando el otro está hecho una mierda, no dejaba de ser injusto – Ni siquiera sabía lo que estaba pasando... Y no me importó.

- Eso no es verdad.

Stiles negó con rabia. Intentó ponerse en pie y alejarse de su amigo porque no merecía su apoyo... Pero al final se quedó donde estaba porque en el fondo lo necesitaba. Tanto como el respirar.

- No volverá a ocurrir – admitió al final, mirándole directamente a los ojos – No volveré a dejaros de lado.

- Lo sé – respondió con una seguridad aplastante, y Stiles le adoró más que nunca.

Trató de responder a la sonrisa triste de Scott, sin conseguirlo. Ahora mismo no había nada en el mundo que le hiciera sonreír... Por mucho que acabara de recuperar la confianza de su mejor amigo.

- Ya se han acabado los sueños – dijo de sopetón. Sabía que era lo que Scott se estaba muriendo por preguntar, pero que jamás lo haría.

- Lo siento – susurró su amigo. No necesitó oír su corazón para saber que decía la verdad.

Stiles mostró una sonrisa triste, agradeciéndole que estuviera allí con él. No había mucho más que pudiera hacer y nunca sería suficiente... Pero era lo único que tenía ahora.

- Mañana les pediré perdón a los demás. En clase.

- No hace falta. Saben que no lo hiciste a posta.

- ¿Les has contado algo de por qué... he estado tan raro?

- No – respondió serio – Sólo les dije que seguías un poco afectado por las pesadillas. No tienen por qué saber nada más.

- Gracias – asintió, limpiándose las lágrimas que habían vuelto a caer sin que se diera cuenta... Lo que no entendía era cómo es que aún le quedaban - ¿También se lo has dicho a... a Der... a Derek? – tartamudeó.

- Sí – colocó una mano sobre la rodilla de su amigo y la apretó con cariño – Aunque la última vez que le vi fue justo después de que rescatáramos a los demás.

- ¿Y ha dicho algo? – preguntó tan bajo que apenas se oyó – ¿Está... enfadado conmigo?

- Claro que no – la cara de incredulidad de Stiles le obligó a ser más exacto en su respuesta – Ya sabes cómo es. Siempre tiene esa cara que no sabes realmente lo está pensando.

- En mis sueños no era así.

Scott se quedó sin saber qué decir. Intentó encontrar algo adecuado para que dejara de desprender ese olor de tristeza y melancolía.

- Has hecho lo correcto – dijo al final, apretando más su rodilla cuando Stiles apoyó la cabeza en las manos – Sé que ha sido duro, pero era lo que había que hacer.

- Lo sé.

- Y te mereces tener a alguien real.

- Lo sé – levantó el rostro. Sus labios temblaban – Pero él parecía tan real... Sentía que lo era.

- Y lo era. Al menos por tu parte - se encogió un poco de hombros – Tú le quieres y nunca dejarás de hacerlo.

El chico asintió y se mordió el labio. Aún podía notar la marca de sus dientes dejados hacía dos noches.

- Derek me preguntó que cómo sabía que en el mundo real él no sentía nada por mí.

- ¿Derek?

- El Derek de mis sueños – se mojó los labios – Sé que no era realmente él pero...

- Entiendo.

- No he dejado de darle vueltas a eso – suspiró – Intento comprender por qué ha pasado esto.

- ¿Y por qué crees que ha sido?

- No lo sé – tuvo que admitir – Pero cuando me dijo eso... Sé que es absurdo pero...

- Crees que pueda ser verdad – terminó Scott por él.

- No – negó con tristeza – Sé que no es verdad... Pero sé que hasta que no me asegure, una parte de mí no dejará de creer en esa posibilidad.

El Alpha asintió, con una mezcla de tristeza y orgullo hacia su amigo.

- Vas a contárselo.

- No quiero hacerlo – rió y lloró a un tiempo – Te juro que es lo último que quiero hacer... Sé que en cuanto lo haga, no habrá marcha atrás. No podré imaginarme cómo sería si en realidad él también me quisiera, porque sabré la cruda realidad. Y sólo recordaré su cara de disgusto al saber que estoy enamorado de él.

- Él no va a hacer eso – protestó Scott – Aun en el caso de que no sienta nada por ti, nunca te despreciaría de ese modo.

- ¿Tú crees?

- Claro que sí – dijo con asombro – Y tú también lo sabes. Sabes que Derek no es tan capullo como nos hacía creer al principio – mostró una tímida sonrisa – Si fuera así, jamás te habrías enamorado de él.

- Tienes razón – admitió al fin.

- ¿Pero?

- Pero jamás viviré lo que vi en mis sueños... Nunca sentiré sus labios sobre los míos ni...

Esta vez no pudo terminar.

Los sollozos estallaron de golpe, y el vacío que sentía en el pecho desde que se alejó de Derek en el sueño, se hizo aún más profundo.

De pronto sintió los brazos de Scott en su espalda, y se acurrucó en el cuerpo cálido de su amigo. Empapó su camiseta y clavó los dedos en su pecho, con miedo a perder la única balsa que ahora le mantenía a flote.

Ninguno de los dos dijo nada más.

Dream a Little DreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora