Capítulo 7: Buscadora.

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Mérida camina a mi lado, me está hablando, pero no presto demasiada atención a sus palabras hasta que se planta delante de mí.

—¡Rap! ¿me estás escuchando?

Yo sacudo la cabeza y sonrío, tratando de disculparme con ese leve gesto.

—Perdona, es que estoy un poco distraída —digo mientras sigo andando, tratando de evadir la terrible pregunta que seguro quiere hacerme.

—¿Es por lo de Sombra?

Ahí está.

—No..., solo estoy emocionada por nuestra clase de Vuelo.

—Ya, claro.

Giro los ojos y salimos al exterior, somos las últimas de la fila de estudiantes de primer año que salen del castillo. Rolanda Hooch es nuestra Instructora de Vuelo, es una mujer con el pelo blanco cortado de forma irregular, tiene los ojos amarillos y también hace de árbitro en los partidos de Quidditch.

En el suelo hay escobas dispuestas en dos filas enfrentadas, cada uno nos ponemos delante de una. La profesora Hooch avanza entre las dos filas mientras se pone unos guantes grises con ademán autoritario.

—Bien, todos al lado izquierdo de vuestra escoba. Extended la mano derecha y decid ¡Arriba!

Todos hacemos lo que nos dice.

—¡Arriba! —la escoba de Mérida se eleva y va a hacia la palma de su mano.

La miro con los ojos como platos de incredulidad y lo intento con la mía, sin resultado. Jack también lo consigue a la primera, mientras Hipo, que está a mi lado se masajea la nariz porque su escoba lo ha golpeado.

—De acuerdo, ahora subid a vuestra escoba, sujetaos bien. Cuando toque el silbato quiero que deis una pequeña patada al suelo, que os elevéis un poco y aterriceis inclinándoos ligeramente hasta el suelo. ¿Entendido?

Todos asentimos menos Angus, que empieza a elevarse poco a poco.

—¡Señor Fiedermann! ¡Señor Fiedermann! —le llama Rolanda, agitando los brazos para llamar su atención.

—¡Angus! ¡Baja, todavía no podemos despegar! —dice Mérida intentando agarrarle de un pie.

Él en cambio empieza a gritar pidiendo auxilio mientras sube hacia el cielo a toda velocidad. Su escoba hace piruetas y lo perdemos de vista durante unos instantes porque una parte del castillo nos lo tapa. Cuando le volvemos a ver, viene a toda velocidad hacia nosotros, la señorita Hooch nos grita que nos apartemos y salta a un lado mientras nosotros hacemos lo mismo abriendo un pasillo por el que Angus pasa como una exhalación. Su escoba se eleva verticalmente y el pobre chico queda enganchado por el cuello de la túnica a una estatua que hay en la esquina del tejado de uno de los edificios de Hogwarts, todos corremos hacia él y le decimos que aguante, pero su capa se desgarra y cae hasta engancharse momentáneamente a los hierros de una de las jaulas donde están las antorchas que se encienden por la noche.

Cae al suelo de costado y la profesora Hooch viene corriendo mientras grita.

—¡Apartaos todos! —nosotros abrimos un pasillo de inmediato, sin rechistar.

La señora se agacha junto a Angus que solloza mientras se agarra la muñeca.

—Ay, cielos. Una muñeca rota —dice Rolanda mientras niega con la cabeza—. Pobre muchacho, venga, levanta. Todos mantened los pies en el suelo mientras lo llevo a la enfermería. ¿Entendido?

Profesora y alumno avanzan por el hueco que hemos dejado.

—Si veo una sola escoba en el aire el culpable estará fuera de Hogwarts antes de que pueda decir Quidditch.

The Big Four: Hogwarts y el despertar de la Oscuridad. {✓}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora