Capítulo 15: Navidades en Hogwarts.

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Después de todo lo pasado con Mavis y Jack en el lado izquierdo del pasillo del primer piso, llegué a la torre de Gryffindor. Ahora estoy en la sala común con Mérida y Angus, casi todos los leones se han ido a casa por vacaciones así que aparte de nosostros, no hay nadie más en la torre que sea de nuestro curso. Ahora estoy deshaciendo mis dos maletas encima de la cama de Annie Tabooth.

—¿Me lo dices en serio? —pregunta Mérida por millonésima vez desde que he llegado.

—Sí, es en serio. Mavis es una víbora, pensé que ya lo sabías —digo sacando un par de pantalones y dejándolos en un baúl a los pies de la cama.

—Lo sé desde siempre. Pero aún no me puedo creer esto, ¿o sea que ese Frost te tiene chantajeada? ¿Por qué no me lo habías dicho antes?

Me vuelvo hacia ella con los brazos en jarras.

—¿De verdad? ¿Me lo preguntas de verdad o estás de broma? ¿Qué no entiendes de la palabra chantaje? Que yo sepa, cuando alguien te hace eso se supone que no puedes contárselo a nadie si no quieres que el secreto con el que te tienen entre la espada y la pared no salga a la luz.

—¿No sería entre la varita y la pared? —pregunta riéndose. Pero calla al ver mi expresión—. Perdón, pero es gracioso.

—Y... Oh, menuda coincidencia, resulta que ese secreto es que yo le prendí fuego a Severus Snape para salvarte el pellejo.

—Tiene sentido...

—¡Pues claro que lo tiene!

—Dejemos de hablar del tema, prefiero pasarlo bien estas vacaciones. A ver, dime, ¿qué te apetece hacer? Buscar pasadizos con mis hermanos, robar dulces de las cocinas, petrificar a la gata de Filch... Oh, eso tiene que ser divertido —sigue hablando por lo bajo y yo desvío la mirada hasta mi libro de Historia de la Magia—. ¡No! ¡Por lo que más quieras, estudiar no!

—No, no pensaba en eso. Si no en que creo que hemos dejado muy de lado el tema de Sibelius Scratcher...

—Rap, hemos mirado cien mil veces en la biblioteca. Hasta los profesores saben que vamos allí, y no quiero que empiecen a esperar mucho de mí.

—Si Hipo se entera de que no hemos buscado nada...

—¿Qué nos hará? Creo que nada grave, es un Hufflepuff, no puede evitar se de buen corazón después de todo.

—Ese no es el tema, Mérida. Quiero decir, todavía no hemos ido a la Sección Prohibida. Puede que estas vacaciones sean la ocasión perfecta para hacer un par de incursiones, ¿no crees?

—¿Sabes? Prefiero no estar castigada en vacaciones, venga, Rap. Mañana es Navidad y no me apetece limpiar retretes o sacar brillo a las copas de la sala de trofeos en compañía de Filch.

—Lo entiendo, por eso iremos mañana por la noche. Ya habrá pasado navidad y podremos subir a la torre sin que pongas ninguna pega.

Ella levanta las manos en señal de rendición.

—De acuerdo, no creo que venga mal un poco de acción estas vacaciones, ¿Crees que tendremos algún curso tranquilo en Hogwarts? Solo es primer año ya nos hemos saltado como cien normas.

—Bueno, eso habrá que ir descubriéndolo.

* * *

—¡Rap! ¡Rap, despierta! —abro los ojos lentamente y me encuentro con la cara ansiosa de Mérida—. ¡Vamos, levanta, es Navidad!

Sonrío y me incorporo sobre el colchón de la cama sobre laque duermo, pertenece a Annie, creo. Aparto las mantas e intento estirarme. Pero Mérida me agarra de una muñeca y me arrastra, literalmente, escaleras abajo. En la sala común todavía no hay nadie, y bajo el enorme árbol de navidad que hay junto a la chimenea hay un montón de regalos. Mérida se acerca a unos paquetes que hay sobre un sillón y me lanza uno. Es blando y moldeable.

—La trajo la lechuza de tus padres hace unos minutos, venía con esto —coge una pequeña nota del reposabrazos del sillón y me la pasa. Leo en voz alta.

Dumbledore nos la entregaron cuando te acogimos. Era de tu madre biológica. Es tuya, úsala bien y no olvides guardarla para que nadie la vea.

Te quieren, papá y mamá.

—¿Qué será? —dice Mérida mientras coge una bolsa de ranas de chocolate que hay con los demás paquetes.

—No lo sé, vamos a abrirlo.

Desgarro el papel y descubro una tela gruesa, como lana, es marrón jaspeada y muy, muy grande.

—Es una capa.

—¿De verdad? Póntela, a ver cómo te queda.

Me encojo de hombros y cojo la enorme capa marrón, las paso por mi espalda y me vuelvo en ella. Cuando levanto la cabeza para escuchar la opinión de Mérida, ella está pálida como si hubiese visto un fantasma. Cosa común en Hogwarts, la verdad.

—¿Qué pasa? ¿Tan mal me queda?

—No... No tengo ni idea...

—¿Qué? —pregunto mientras bajo la mirada.

Entonces lo veo, o bueno, no, porque mi cuerpo ha desaparecido. Solo puedo ver la alfombra granate y dorada del suelo.

—¿Pero qué...?

—¡Ya sé! Es una Capa de Invisibilidad, mi padre me hablaba mucho de ellas cuando era pequeña, él siempre había querido una...

—¿Cómo es que tenía mi madre? Pero si era muggle...

—...muggle o no, tu madre biológica era la caña. ¿Para qué crees que la podremos usar?

Yo la miro moviendo las cejas.

—Oh, no ¿No estarás pensando en...?

—¿La Sección Prohibida? Pues claro que sí.

—¡Pero hoy pavo relleno para cenar!

Yo pongo los ojos en blanco y me vuelvo hacia Mérida.

—Podrás comerte ese pavo tuyo, pero tienes que terminar pronto.

Ella resopla y se sienta en el sillón mientras abre otro regalo. Dentro hay un jersey, es azul con la letra M bordada en color rojo en el pecho. Mérida lo extiende y pone una cara extraña.

—A veces no entiendo a mi madre, ¿Se piensa que no sé por qué letra empieza mi nombre?

—A mí me gusta —Mérida baja el jersey porque le tapaba la cara y me mira con incredulidad.

—Pues mira, hay otro para tí. Pero oh, justo el tuyo no tiene letra, vaya con mi madre.

Río y cojo al vuelo el paquete envuelto que me lanza Mérida desde el sofá. Este jersey es verde oscuro, con el cuello y las muñecas amarillas. No es lo que se dice especialmente bonito, pero es un regalo.

Lo estrecho contra mi pecho, son realmente las mejores Navidades de la historia.

The Big Four: Hogwarts y el despertar de la Oscuridad. {✓}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora