Capítulo 26: Palalingua.

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Todos proferimos un intenso y duradero grito. Yo intento aferrarme a algo en los bordes del tubo por el que estamos cayendo, pero no hay nada que hacer salvo esperar a que llegue el final..., y lo que este traiga con él. Empiezo a pensar que es una caída sin final, sin algo que frene la muerte.

Salvo el cuerpo aplatanado de Snape al final del tubo, si es que tiene final.

Eugh, no, eso es asqueroso. Y esa es otra de las razones por las que mi voz es como otra persona diferente, yo, por ejemplo nunca pensaría en algo tan repugnante. Creo que ya tengo el nombre...

¡Cómo puedes pensar en un nombre para mí en un momento como este! Estás cayendo al vacío, tendrías que gritar.

Dicho y hecho, casi se me olvidaba que estoy a punto de morir aplastada junto a mis amigos, y lo peor de todo es que vamos a caer sobre Snape.

—¡AAAAHHHH! —gritamos de nuevo, pero esta vez algo diferente sucede.

Cuando nuestros pulmones se quedan sin el aire necesario para seguir gritando, todos caemos de espaldas sobre algo blando... Y no, no es el cuerpo de Severus Snape. Es mullido y resbaladizo, en el impacto ruedo hacia un lado y caigo en un pequeño hueco entre varias... ¿ramas?

—¿Estáis vivos? —pregunta Mérida desde algún remoto lugar al otro lado de este extraño vegetal.

Todos se levantan de su sitio menos yo, que se me ha quedado una pierna atascada entre dos ramas.

—¿Y Rap? —pregunta Hipo.

—Creo que está muerta..., a Hagrid le encantará quedarse con Pascal, creo que nunca ha tenido un lagarto —dice Mérida.

—Ya, cállense. Estoy viva, y Pascal es un camaleón.

Con un último tirón logro sacar mi pierna del agarre de la planta y me pongo en pie. Todos nos quedamos de pie unos segundos mirando a nuestro al rededor, Mérida suelta un grito y todos nos giramos para ver que una de las ramas del vegetal se está enroscando en una de sus piernas y la empuja tirándola de espaldas. A todos nos pasa algo parecido.

—¡Es un lazo del diablo! —exclamo mientras la planta me cubre los brazos.

—¿Qué hacemos? —grita Mérida completamente horrorizada.

Me quedo en blanco, hace poco que tuvimos el examen de Herbología. Pero el pánico me ha vaciado la mente.

—¡Rap! ¡Tú eres el genio aquí! —me dice Jack, muy nervioso.

—Uh..., ¡ya sé! Tenéis que calmaos, así aflojará su agarre...

—¿Calmarme? ¿Cómo voy a calmarme? —grita Mérida.

Hipo, Jack y yo caemos cuando la planta se afloja y deja varios huecos por los que pasamos. El verdadero suelo está un metro más abajo. Mérida sigue revolviéndose para intentar liberarse.

—Si sigue así la planta la matará —dice Hipo, preocupado.

—Había una solución..., nos lo dijo la profesora Sprout —dice Jack.

—Sí, es verdad..., ¿la recuerdas, Hipo?

—No, yo no iba a clase de Herbología con vosotros.

—Era algo así como... Le gusta la oscuridad y la humedad...

—¡Pues prende un maldito fuego, Rap! —grita Mérida, fuera de sí.

—Oh... Bien, pero no tengo madera aquí...

—¡POR MERLÍN! ¡ERES UNA BRUJA DE RAVENCLAW O NO!

—¡Claro que sí! —apunto a la planta con mi varita, y algo titubeante, hago el mismo hechizo que usé contra Snape el día del primer partido de Quidditch.

The Big Four: Hogwarts y el despertar de la Oscuridad. {✓}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora