Capítulo 12: El pasadizo del Dragón Calvo.

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Tropiezo con mi propio pie, por enésima vez aquella noche. Y Mérida me sujeta antes de que me caiga de cara en el frío suelo del pasillo, por enésima vez aquella noche. Hemos andado demasiado, no recuerdo que se tarde tanto en ir a la biblioteca, cruzamos tantos pasillos que pronto pierdo la cuenta y la noción del tiempo, pues todos los corredores se me tornan idénticos en cuanto dejo de prestar atención a nuestro camino.

—Alec, ¿nos hemos perdido? —pregunto en voz baja.

Él simplemente sigue iluminando el camino con su varita y me contesta sin volverse a mirarme.

—Bobadas, llevo tres años en esta escuela. Y créeme, me conozco estos pasillos como la palma de mi mano, no nos hemos perdido.

—Está bien.

Nadie habla entonces, cada poco observo el mapa para intentar saber dónde estamos, y sólo puedo entender que estamos en la planta baja. En alguna parte de la planta baja. De repente, los pasillos se vuelven familiares y pronto nos encontramos en las escaleras principales, y me resisto para no salir corriendo y meterme en mi cama a dormir. No sé cuánto falta exactamente para el amanecer, pero ya llevamos mucho tiempo fuera de las habitaciones.

La Biblioteca de Hogwarts está ubicada en el cuarto piso del Castillo Hogwarts y contiene decenas de miles de libros en cientos de estanterías. Está dirigida por Irma Pince, una bruja de mucho carácter. Alec abre la puerta con el hombro y todos entramos a tientas. Lo más seguro es que Madame Pince ya no esté aquí, la biblioteca cierra a las ocho, pero a Filch le gusta vagar por los pasillos del castillo durante la noche, como un alma en pena y al igual que Snape. Y no me sorprendería nada de nada que nos pillaran en la Biblioteca a las tres de la madrugada, sobre todo porque voy con los hermanos Gafe, alias: Dumbroch.

, mañana va a ser un día muuuuy largo. Sobre todo porque a primera hay Historia de la Magia con ese muermo de Binns y los pupitres no parecen demasiado cómodos que digamos.

Me froto las sienes para acallar a mi yo interior y sigo caminando detrás de Alec, la biblioteca parece más grande a oscuras, e incluso me atrevería a decir que hasta da algo de miedo. Bueno, yo no lo definiría como miedo, es una palabra muy fuerte para describir esa sensación. Yo lo llamaría más bien como mala espina, inquietud, repelús. Cualquiera de esas estaría bien.

Deja de buscar sinónimos y céntrate, al final te vas a chocar con una estantería y os van a pillar por tu culpa.

—¿Os? Que yo sepa estás en mi mente, así que tú también estás en el tinglado. Y ahora cierra esa boca si es que tienes y déjame concentrarme —le recrimino a mi voz mental en voz baja.

Alec se vuelve hacia mí, mirando por encima de su hombro.

—¿Decías algo?

—No, nada.

Se encoge de hombros y sigue andando entre las polvorientas estanterías de madera. La luz de su varita apenas ilumina medio metro a nuestro al rededor por lo que intento no salirme mucho de la fila que hemos formado, pronto llegamos al mostrador donde Madame Pince se pasa el día leyendo y riñendo a los alumnos ruidosos y molestos que visitan la biblioteca. Will sale de su último lugar en la fila, apoya las manos en la mesa de Pince y con un ágil salto pasa las piernas por encima y se queda de pie al otro lado del mostrador.

The Big Four: Hogwarts y el despertar de la Oscuridad. {✓}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora