El bueno , el malo y el gascón

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-Toc , toc -

Escuche la puerta y abrí los ojos con bastante pesar, no atendi simplemente espere que alguno de mis otros compañeros lo hicera.

- Toc toc

Se volvio a escuchar en la habitación y respire profudamente, volví abrir mis ojos con bastante pereza para ver porque Andre ó Oliviere no abrían la puerta.

La respuesta era simple, mis compañeros no estaban en la habitación.
Me lleve la mano hacia el rostro para que mis dedos presionaran levemente mis ojos mientras me levantaba de la cama.

- Va ...- dije con la voz grave de ultra tumba que solia tener en la mañana. - Ya va - apure a decir mientras me colocaba la camisa y despues el pantalon. ¿Quien podría ser? Esperaba que fuera algo importante porque seguramente no habia dormido más de tres horas desde que habia dejado la guardia. Como minimo esperaba que el palacio se estuviera inscendiando.

Abri la puerta con mucho cuidado y levante mis cejas al encontarme que estaban mis amigas Motteville y Sylvie en la puerta con una bolsa de cuero en las manos.

-...-

Quise decir algo , queria preguntar cúal era el motivo de que estuvieran ahí y a esa hora pero antes de que pudiera decir algo , la más joven de las dos me tendio la bolsa.

- Su majestad esta en la capilla y seguramente querrá hablar con el padre Beltran - la voz de la mujera era con un volumen apenas audible y con una rapidez asombrosa - es tu oportunidad de hablar con su majestad sobre el tema. En la bolsa tienes la ropa

Fruncí levemente mi entrecejo y las mire con total seriedad, la verdad que el sueño me habia pegado tanto que nisiquiera había pensado sobre el asunto de estado. Di un pequeño suspiro mientras abria el bolso para ver que allí adentro habia una sotana. ¡Genial! Ellas habían pensado en todo excepto en que las cosas relacionadas a la iglesia me daban a pensar.

- De acuerdo - solo pude contestar.- ¿Pero que haré con el padre si se aparece? - les pregunté bastante preocupado.

- No te preocupes nosotras nos encargaremos de él - contesto Motteville mirando significativamente a Sylvie

- Bien - conteste y ellas hicieron un leve movimiento con la cabeza antes de marcharse rumbo a las afueras del palacio.

Cerre la puerta con cuidado y saque aquel manto negro del bolso de cuero.

Realmente dudaba en el hecho de que Ana de Austria me fuera a escuchar, me veía el escandolo en la iglesia cuando se diera cuenta de que ahora era el padre Beltran. Esto era una locura en la que él único que iba a perder iba a ser yo. Quizás si ponía un poco de empeño en mis disculpas el cardenal no me castigaria tan severamente.

Saque aquellas ideas de mi cabeza y me apure para cambiarme, era una sensación un tanto extraña tener aquel cuello blanco adornando mi piel, no sabia como era que Aramis soportaba aquello. Sentía que tenia un ancla en el cuerpo.

Luego de haber terminado de alistarme, abrí la puerta para ver si en el pasillo había alguien, tenia suerte todo parecia absolutamente vacio mirará por donde lo mirará. Asi fue como aproveche para salir con un paso bastante ligero hacia la capilla.

- "Si alguien te vé tendrás que hacerte cura enserio, el cardenal te matará"

Mis pasos se apuraban ,no corría porque iba a llamar la atención pero me movia lo más rapido que podia mientras me ocultaba de cuanta persona se iba cruzando por mi camino.

Al entrar en la capilla por una de las puertas laterales observe detenidamente todo, no era muy grande y estaba oscuro , seguramente porque el dia ayudaba con sus nubes ocultando el sol. Eso me iba ayudar aunque en un lugar tan chiquito quizás no corría con tanta suerte.

Mis ojos se despegarón de los grandes ventales para comenzar la tarea de buscarla, fuera o no fuera mi tarea instintivamente la tenía que ver.

Ella estaba allí, con su espalda hacia mi, arrodillada en el altar con sus manos blancas y la cabeza gacha. La poca luz que entraba la estaba iluminando, era una vista divina aunque con la sotana puesta me chocaba un poco el pesamiento con la razón. Deseo y razón no siempre se llevan bien menos cuando estas vestido como un ser casto y puro.

Por el rabillo de mi ojo pude ver que estaba sola, sus damas se habian quedado afuera por lo visto y eso me daba la posibilidad de poder meterme al confesionario sin ser visto. No damas, no monjas , no cura.

Camine lentamente hacia el confesionario y abri la pequeña cortina que tenia para poder sentarme en donde por lo general se sienta el padre. Era raro, no solo porque ni de niño me habia metido por este lado sino porque la última vez que me habia confesado apenas era un chiquillo de trece años. Si yo tuviera que estar ahí por impulso propio el cura se quedaría conmigo toda una tarde.

Cerre los ojos dejando caer la cabeza contra el respaldo de madera. Tenía sueño y mi nivel de adrenalina subia con cada segundo. Podia irme , aun podía irme ella nisiquiera se había dado cuenta que "Beltran" estaba allí.

- ¿Padre? -

Al escuchar su voz mi corazón se disparó, podía sentir que las manos me sudaban. Quizás sino decía nada. Ella se marcharía

- ¿Padre está ahi? -

No sabía si era el peso del cuello blanco que me estaba afixiando ó que, pero no me sentía muy comodo engañandola, no a ella.

Se hizo un silencio largo , bastante largo en el que me tome el tiempo para poder serenarme. De todas maneras , de una u otra manera ya estaba metido allí y lo mejor era que me descubriera ella y no el cardenal.

Corri la pequeña madera para abrir la rejilla.

- Majestad - hable por fin intentando que mi voz sonará en un tono bajo.

- ¿Padre Beltran? - me contesto ella aunque claramente dudaba por el hilo de su voz que fuera él. Estas pillado gascón.

- ...- me aclare la garganta - No majestad.

Escuche un leve movimiento del otro lado del confesionario, podía imaginarme la escena con solo cerrar los ojos.

- "Muy pero muy bien , eres un genio solo tenías que fingir como cuando te hiciste pasar por el amante de my lady de Winter, solo fingir " - me regañe mentalmente dejando que el silencio que se habia formado entre ambos calmara un poco los animos de los dos - Es algo muy importante lo que tengo que decirle. Si no fuera por algo importante majestad, creame que no estaría aqui metido y encima vestido de cura - volví hablar en tono suplicante - por favor escucheme solo serán unos minutos.

Se volvio hacer un gran silencio y pude escuchar como un suspiro se escapo de sus labios.

- ¿D'artagnan? - ella calló haciendo un nuevo silencio

- Shh - pedí si alguien escuchara mi nombre iba a estar en problemas, en graves problemas - Si pero por favor no repita mi nombre de nuevo majestad , porque entienda estoy aqui por un asunto grave y la única forma en la que podemos hablar tranquilos es aqui, sabe muy bien que hay oidos a todas horas en especial en la noche - termine aquella frase en la que practicamente mi dientes estaban tirando mi bigote.

- Me parece una total falta de respeto , sea por lo que sea no tienes porque estar aquí...- la voz de ella era insegura, alterada

- Perdoneme majestad pero me temo que soy él único que podría hablar con usted sin herirla, yo no soy nadie

- D'art...

- Shh - volvi a callarla - solo escucheme y haré luego que el padre Beltran entre para que pueda confesarse si es lo que usted desea. - le volví a pedir casi en un tono de orden

- Hablé - me contesto friamente.

- Me he enterado del plan que tiene madame de Chevreuse - tosí como si la garganta realmente me picara pero mi voz había sonado con cierto grado de regaño, casi podría decir que sentía algo extraño en la boca del estomago al pensar que estuviera con otro - No está nada bien, es una completa locura. Si Constanza estuviera viva estoy seguro que no estaría favor, ademas de que su majestad debería ser mas razonable y pensar que si el cardenal se enterase usted ...

- No tengo porque escucharte , eres un insolente en venir hacia mi, hablarme asi y encima advertirme con ese tono. Eres un simple mosquetero.

Cerre los ojos con fuerza y como la sangre comenzaba a herbirme sali del confesionario para enfrentarla directamente cara a cara.

- Seré un simple mosquetero majestad, pero le recuerdo que si no fuera por mi ahora seguramente estaría en España - escupi sin escrupulo alguno mientras me quitaba el cuello romano.

Ella se me quedo mirando mientras rapidamente se ponia de pie, su rostro lo decía absolutamente todo no esperaba que yo le volviera recordar aquello. Algo que sabia demasiado bien que había intentando ocultar luego de tantos años. Un hecho que estaba enterrado al igual que Constanza

Ana de Austria se acerco a mi , borrando aquella distancia que había entre los dos para terminar por colocarme una cachetada en la mejilla. Una fuerte cachetada. Una mujer es fuerte pero una reina es el doble de fuerte y doblemente mujer.

Cerre los ojos escuchando como sus tacos me anunciaban que se iba. Que se marchaba de allí. La única tarea que tenía era la de hablar con ella, una simple charla, pero no, nunca había tenido tacto con las mujeres sino habia que ir a preguntarle a aquella doncella de lady de Winter. Kitty , seguramente Kitty estaría hablando muy mal de mi si es que se animaba hablar sobre mi falta de caballerosidad.

Suspire pesadamente y abrí mis ojos para mirar hacia su dirección.

- Majestad, vengo aqui no porque me haya enviado alguna de vuestras doncellas ó porque mi trabajo para el cardenal este en peligro sino por el solo hecho de que soy su amigo, y yo al igual que usted quiero lo mejor para Francia y la salida de madame no es la mejor.- dije acercandome a ella con bastante cautela - El caballero Francois podría ser el más indicado pero ¿Usted esta segura? ¿Realemente es lo que quiere? Yo podría,hasta lo entendia en su momento sobre el duque , pero ahora es ¿Por qué? - mi entrecejo se frunció mientras mis ojos buscanban los suyos.

- ...- Ana de Austria bajo la mirada. Sus ojos que ante parecían tan desafiantes ahora huían de mi.

- ¿Es amor? - tragué saliba luego de preguntarle - ¿Usted ama a M.Beaufort? - mi voz fue casi un susurro mientras me colocaba al frente , para que sus hermosos ojos no se fueran a escapar de los mios.

- No - me contesto con bastante firmeza , sus ojos no mentían en aquella negación - No, pero no tengo otra opción , usted no entendería mi situación.

Mi corazón se sentía bastante aliviado en parte. A pesar de tener aquella espina clavada ahora sentía un peso menos en el pecho.

- No podría estar en sus zapatos, pero entiendo el gran peso que lleva en sus hombros.- hice una pausa para llevarme la mano a los labios y sonrei de costado - Si me permite el consejo majestad, si tuviera que engañar a todos. No me engañaría a mi mismo. - alce levemente una ceja y miré hacia la ventana . Sus damas venían al rescate - Si voy a perder la cabeza sería por amor, segun un amigo mio que uno se puede arrepetir de todo menos de amar y de no serse fiel asi mismo.

- Su amigo da buenos consejos, quizás yo necesito más amigos como los vuestros. - me contesto con una pequeña sonrisa

- Tal vez, ahora si me disculpa sus damas vienen y no es conveniente que me vean. - comence a caminar hacia atras para retirme. Queria huir de aquel lugar lo antes posible.

- D'artagnan

- ¿Si Majestad? - pregunte girandome apenas para poder verla.

- Lamento la bofetada, yo ...

No pude evitar reirme mientras ladeaba la cabeza.

- Lamento haberme sobre pasado, usted pega bastante fuerte y realmente lo unico que quiero es lo mejor para usted. - hice una leve reverencia

- Hasta la noche

- Hasta la noche - conteste antes de escabullirme por la puerta lateral de la capilla y así no ser pillado por el escuadron de damas

El día se habia pasado bastante rapido , en cuanto tenia un tiempo libre lo aprovechaba para dormir. Casi no había dormido nada entre la guerra y el asunto de estado mi sueño estaba totalmente descontrolado a tal punto que sin permiso me atacaba y me hacia caer, lo único bueno es que el joven mosquetero Andre me cubría bastante bien, no sabia bien porque pero el chico ya me caia bien.
Para la noche ya me encontraba bien, y mi trabajo parecía bastante mejor.

Un grupo de las damas de compañia parecían bastante alegres, Motteville y Sylvie me dedicaban bastante sonrisas discretas , asumía que mi charla con la reina habia dado frutos buenos ó eso era lo que yo quería creer. Por su parte ella, Ana de Austria me miraba cada vez a pesar de su acompañante quien parecía querer matarme. Realmenete no importaba. Nadie podría acusarme de algo, solo era el amigo de su majestad mientras que ella , Chevreuse era la enemiga de Richeliue. En una guerra no declaradá , madame tenia las de perder.

Dartagnan LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora