–Eres todo lo que siempre he soñado–dije con una mirada soñadora.

–No entiendo lo que dices–me dijo Mick con el ceño fruncido.

– ¿No lo has notado aún? –dije con el corazón latiendo a mil por hora. –Yo...estoy enamorada de ti–dije suspirando.

El sonido del despertador casi hizo que cayera de la cama, alargué la mano y lo apagué, froté mis ojos y me quedé mirando fijamente al techo mientras elevaba mis manos y las colocaba detrás de mi cabeza, suspiré fuertemente intentando olvidar aquel sueño que era más bien un recuerdo.

Me levanté de un salto e hice mi cama, el reloj marcaba las siete así que decidí que era hora de arreglarme un poco para la fiesta, ni siquiera sabía el porqué de mi repentino interés en las fiestas, pero realmente quería averiguar la razón de mi reacción a la profunda mirada de Stephen, tal vez tan solo se trataba de mi falta de contacto con el género masculino.

Ondulé ligeramente mi cabello en las puntas para darle un aspecto natural, me apliqué algo de mascara de pestañas y brillo labial color piel, eso era todo, yo era realmente simple en el maquillaje, no quería lucir como un payaso al aplicarme demasiado. Me puse un vestido que llegaba un poco más debajo de mis rodillas y cubría mis brazos y el escote, realmente no me gustaba mostrar piel, me sentía observada si lo hacía, finalmente me puse unas Converse rojas que no combinaban con mi vestido pero que sin duda eran cómodas.

Bajé por la escaleras y tomé un taxi, le tomó al taxista 40 minutos en llegar, al parecer no era tan cerca como pensé que sería, al llegar me di cuenta que había tomado una mala decisión, yo no pertenecía a éste lugar, la casa era gigante y se miraba muy elegante, las personas que se encontraban en el que supuse era el jardín eran igual de elegantes que la casa, sin embargo eso no quitaba el hecho que todas las mujeres que se encontraban ahí estuvieran vestidas como prostitutas, a mi madre le daría un ataque si veía todo esto.

Caminé despacio hacia la entrada mientras recibía miradas curiosas, al entrar a la casa el panorama no había mejorado, habían parejas dándose el lote en los muebles a vista de todos, otros tomaban cerveza a más no poder ,mientras otro grupo jugaba a la botella borracha.

–Samantha, viniste–dijo una voz profunda que conocía muy bien, otra vez mi piel se erizó y sentí que mi corazón dio un vuelco.

Di la vuelta y lo vi bajando las escaleras lentamente mientras me estudiaba con aquellos ojos avellana que me causaban sensaciones que creí nunca volvería a sentir.

–Yo... quería saber cómo eran las fiestas aquí en Los Ángeles–dije nerviosa mientras me lamía el labio inferior con disimulo.

Stephen me sonrió y luego se colocó a mi lado tomándome por la cintura delicadamente.

–Bonito atuendo–dijo muy cerca de mi oído, lo que causó que me estremeciera.

–Gracias–dije quitando su mano de mi cintura, poniendo distancia entre nosotros.

– ¿Deseas bailar? –dijo extendiendo una mano hacia mí.

–Yo...no sé cómo hacerlo–dije avergonzada.

–No importa, yo te enseñaré–dijo llevándome a lo que parecía ser la sala principal.

Puso sus manos en mi cintura mandando un escalofrío a lo largo de mi espina dorsal, sus movimientos sensuales hicieron que todas mis alarmas se dispararan, intenté alejarme pero él me lo impidió.

–Relájate–me dijo apretando su agarre. –Sólo estamos bailando–dijo deslizando su mano por mi espalda quitándome el aliento.

–Debo tomar aire–dije y me separé bruscamente de él, caminé hacia el jardín y dejé que el aire ingresara a mis pulmones.

– ¿Ya te sientes mejor? –dijo Stephen con las manos en los bolsillos.

–No mucho, creo que será mejor que me vaya–dije intentando escapar, Stephen tomó mi brazo suavemente y susurró en mi oído –Quédate­–.

–No puedo­–dije con la boca seca.

Me sentía desprotegida, sentía que si seguía cerca de Stephen algo malo pasaría, lo cual era ridículo porque apenas lo había conocido.

–The Frozen Hearts Annual Dance comenzará en cinco minutos–dijo Stephen mientras me miraba fijamente.

– ¿The Frozen Hearts Annual Dance? –logré decir.

–Se realiza todos los años en esta fiesta, el objetivo del baile es que las personas que vinieron juntas a pesar de no ser pareja, se conviertan en algo más, por lo general se baila una canción lenta y muy romántica–dijo con un encogimiento de hombros.

– ¿Y para que querrías bailar conmigo? –pregunté algo confundida.

–No lo sé, solo sé que quiero bailar contigo–dijo tragando saliva.

Mi corazón latió con fuerza, sabía que si bailaba con el sería mi fin, pero por alguna razón quería hacerlo.

–Está bien–dije con una sonrisa sincera–. Bailaré contigo, pero éste será el último baile y luego me iré–dije con un tono de advertencia.

­–Hecho–dijo Stephen con una sonrisa de oreja a oreja.

Nos dirigimos de vuelta a la casa y luego a la sala principal donde se encontraba la pista de baile, un presentador que no había notado antes anunció que era la hora del baile, miré fijamente a Stephen, era la hora de la verdad, sabía que después de este baile no podría quitarme a Stephen de la mente, me sentía como una quinceañera de nuevo. Stephen tomó mi mano y me llevó al centro de la pista de baile, deslizó su mano por mi cintura y me miró fijamente, no podía saber que pasaba por su mente pero sabía que se sentía tan confundido como yo, era obvio que algo nos pasaba, quería negarlo pero no podía, quería deshacerme de estos sentimientos que hace mucho prometí no volvería a sentir, lo peor era que apenas lo conocía, no sabía que podría pasar si lo llegara a conocer realmente, la música comenzó a sonar, era una lenta pero hermosa balada, sin embargo no podía entender de qué se trataba debido a los fuertes latidos de mi corazón, Stephen no quitaba sus ojos de mí, parecía hipnotizado y cuando menos me di cuenta sus labios ya se encontraban a menos de cinco centímetros de los míos, cerré los ojos rindiéndome ante todo lo que pasaría después cuando mi celular comenzó a vibrar en mis Converse.

Me solté rápidamente del agarre de Stephen y supe que el momento había terminado, corrí hacia la parte trasera de la casa y contesté, detrás de la línea oí a mi madre respirando pesadamente.

– ¿Mamá?­–dije con la voz entrecortada, era obvio que algo malo había pasado.

–Hija, debes venir de inmediato–dijo llorando antes de que la llamada se cortara.

Frozen HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora