Me pongo brillo labial y me echo un poco de perfume, me recojo el cabello en una coleta, me miro al espejo contenta con el resultado.

Para no haberte esforzado tanto te ves bien Coralie.

Suspiro pesadamente y veo la hora en el reloj de pared, 6:50, bien en unos diez minutos Luc estará aquí, me siento en el borde de la cama, no siento nada, ni nerviosismo, ni emoción, nada, todo lo contrario a cuando salí con Stephen.

Mientras espero leo un libro que acabo de comprar, no está muy interesante pero me sirve para pasar el rato, quince minutos más tarde el timbre suena, me levanto con pereza, dejo el libro en la mesita de noche, tomo mi cartera y bajo las escaleras.

Abro la puerta y Luc me dedica una de sus seductoras sonrisas, sus ojos verdes brillan al verme, a pesar de todo no puedo negar lo bien que luce, lleva unos jeans desteñidos ajustados y una camiseta color crema.

– ¿Terminaste con la inspección?–bromea con las manos en los bolsillos. Un ligero sonrojo cubre mi rostro.

Vaya, para decir que no sientes nada, esto es definitivamente algo.

–Vamos–cierro la puerta y me cuelgo la cartera al hombro.

Bajamos las escaleras, ya que en este edificio no hay ascensor y él me dirige hacia su auto, un Toyota color rojo, no puedo decir el modelo ya que realmente no sé nada de autos. Me abre la puerta con una sonrisa de suficiencia en el rostro.

–Las damas primero–me sonrojo por segunda vez en el día.

No sé qué me pasa.

–Gracias–contesto entrando al auto.

Luego de manejar unos veinte minutos, nos detenemos finalmente en el cine.

Tardamos unos diez minutos en escoger una película, nuestros gustos son tan diferentes, él quiere una de terror y yo una comedia, finalmente nos decidimos por un thriller.

Cuando intenta pagar mi entrada, lo detengo, discutimos por un rato hasta que el chico detrás del mostrador nos fulmina con la mirada, al final termino pagando yo, a pesar de los reclamos de Luc.

–Eres tan testaruda–susurra una vez dentro de la sala.

–Quería pagar, ¿Qué tiene eso de malo? –me defiendo.

–Al menos debiste haberme dejado comprar las palomitas y la soda–reclama.

–Estamos en el siglo XXI, ahora las mujeres también pagamos.

– ¡Vaya! ¡Una feminista! –exclama demasiado alto.

–Shhh...algunos intentamos ver la película–dice un espectador, otros lo miran mal.

–Lo siento–susurra, yo me río.

– ¿Qué es tan gracioso? –me pregunta con una sonrisa en el rostro.

–Nada–respondo reprimiendo una carcajada.

Me mira y ambos echamos a reír demasiado alto para el gusto de algunos espectadores.

–Lo siento jóvenes, pero van a tener que retirarse de la sala–dice un hombre de baja estatura apuntándonos con una linterna.

Me cuelgo la cartera al hombro, dejo la bandeja de palomitas en mi asiento y salgo de la sala bajo la satisfactoria mirada de las personas dentro de la sala, Luc va justo detrás de mí riendo a carcajadas.

–Debes admitir que eso fue divertido–lo fulmino con la mirada lo que provoca que su risa sea aún más fuerte.

–No es gracioso–digo mientras una sonrisa se forma en mis labios.

Frozen HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora