Capítulo 10

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Angie

Esa semana y la que siguió se pasaron volando. Después de mucho convencerla, Gala por fin me creía cuando le decía que estaba bien, y no necesitaba seguir quedándome en su casa. Quería regresar a la mía, y aunque si, tenía mis momentos de debilidad, me sentía mejor.

Ayudaba el hecho de que gracias a mi conversación con Miguel, ahora estaba trabajando por mi cuenta. 

Rodrigo no se lo había tomado muy bien al principio.

Unos días después de hablar con mi jefe, habíamos tenido una nueva reunión en la que se nos informó cómo tendríamos que hacer la nueva colección, si es que aceptábamos diseñarla de a dos.

Bocetaríamos por separado, y cada tanto haríamos puestas en común para unificar las líneas.

Mi compañero había aceptado a regañadientes, aunque todo el tiempo, estuvo mirándome a mí y a Miguel con los ojos entornados. Sospechaba y no estaba feliz, lo notaba. Se imaginaría seguramente que nos habíamos puesto de acuerdo a sus espaldas, y se lo veía molesto. Pero no dijo nada.

Se comportó de manera profesional, y desde ese momento, se enfocó en su parte sin protestar.

Y yo, había hecho exactamente lo mismo.

Estaba encantada con mis vestidos, y cada vez que me ponía a dibujar, tenía más ideas. Quería cambiar, quería algo nuevo...

Y una tarde, en casa, revisando las redes sociales, di con un instituto de Moda que dictaba cursos, y sin dudarlo me inscribí en uno que me encantó. Estaba orientado a los vestidos de alta costura, corsetería y novias. Y sentía que era el paso que tenía que dar para empezar a pensar en mi futuro.

Después de todo no pensaba quedarme en CyB para siempre.

El horario de cursado, era dos días a la semana de cinco a ocho de la noche. Y era ideal, porque encajaba con mi horario en la empresa. Parecía cosa del destino.

Así que unos días después, me encontraba a pocas cuadras de casa, en un edificio enorme y moderno, rodeada de mis nuevos compañeros. Todos diseñadores, o modistos experimentados que tenían tantas ganas como yo de aprender todo lo posible.

Mi profesor, era un chico joven, que había estudiado en Europa y ahora estaba trabajando para una de las marcas más reconocidas del país. Se llamaba Gastón, y además de una voz suave y armónica, también tenía una melena cortada a la moda, con un jopo peinado hacia arriba color más claro que el resto del cabello de la cabeza. Sin dudas tenía su propio estilo. Me había caído genial.

El ambiente era agradable, tal vez porque éramos pocos, y podíamos hablar y compartir experiencias a gusto.

Como todo primer día de clases, nos presentamos y contamos de donde veníamos y qué pretendíamos obtener del curso y nuestras expectativas. Y yo, estaba feliz.

Conté brevemente mi historia y me senté a escuchar la de los demás. Había un poco de todo.

Algunos que hacía años que se dedicaban a lo mismo, y pretendían con esto poder expandir sus conocimientos y ofrecer más a sus clientes, y otros que estaban comenzando sus carreras y tomaban la alta costura como su especialización.

Me gustó ver que todos estábamos ilusionados, y ese tipo de energía siempre resulta contagiosa.

Gastón se pasó la primera hora contándonos la modalidad del taller, y qué elementos y materiales teníamos que traer para la próxima vez. Cada uno disponía de una máquina de coser, un tablero y un maniquí. A las telas, obviamente tendríamos que comprarlas nosotros, junto con otros detalles que irían surgiendo.

Milán (#2 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora