Capítulo 12

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Angie

La clase de alta costura, había sido intensa y nos había agotado. Era un curso corto, que abarcaba un programa extenso, así que Gastón, el profesor, estaba aprovechando el tiempo todo lo que podía para que pudiéramos verlo todo.

Era un ritmo al que no todos estaban acostumbrados, pero a mi me encantaba.

En CyB todo se movía a una velocidad vertiginosa, y de alguna manera, me preparaba para no desesperar con los tiempos de entrega que nos exigían.

A la salida, me despedí de mis compañeros y sonreí al ver a Miguel apoyado en su auto esperándome.


Se había cambiado y llevaba el cabello mojado.

¿Se habría tomado todas esas molestias para salir conmigo? Pensé.

—Hola, guapa. – dijo dándome dos besos en las mejillas mientras me sujetaba por la cintura.

—Hola. – sonreí. —No sabía a donde íbamos a ir, y no tuve tiempo de cambiarme. – miré mi vestido sencillo, el mismo que había usado para ir a la oficina y me sentí inadecuada.

—Pero si así vas perfecta. – me admiró tomándome de una mano, para repasarme a consciencia de arriba abajo. Sus ojos rasgados tenían una intensidad que a veces me incomodaba. —Con lo que vistas, eres preciosa. – aseguró con media sonrisa. Ay Dios. Esa sonrisa.

Sentí que me sonrojaba hasta las orejas y nerviosa, me encaminé al asiento copiloto del auto, murmurando un "gracias".

Por la oscuridad de la noche, no le había prestado atención al modelo, pero ahora desde adentro, me daba cuenta de que era importado. El volante tenía el símbolo de BMW, y todo olía a cuero, mezclado con su exquisito perfume.

—Lindo auto. – dije como para decir algo.

—Gracias. – me sonrió acomodándose y abrochándose el cinturón con una elegancia que no había visto nunca.

Un recuerdo de Rodrigo en su Mustang vino a mi mente, de repente. El no tenía elegancia, pero tenía algo más. Algo que lo caracterizaba, y era eso mismo que me secaba la boca al verlo conducir. Suspiré totalmente ajena a todo.

—¿Cansada? – preguntó, volviéndome a la realidad. ¿Qué hacía pensando en ese idiota?

—No, no. – forcé una sonrisa. —Bueno, en realidad si. Un poco.

—Espero que no sea porque tu jefe es muy severo. – bromeó.

—No, todo lo contrario. – sonreí ahora más sincera. —Es este curso que estoy haciendo. Es mucho trabajo, pero me encanta.

—¿Si? ¿Curso de qué estás haciendo? – se interesó, y yo, encantada, comencé a contarle con detalle de la clase que acababa de asistir. Mis sueños, mis proyectos, y todo lo que me apasionaba.

Miguel, escuchaba atento y cada tanto me hacía preguntas, dejándome hablar y hablar.

Incluso cuando llegamos al restaurante, la conversación giró siempre entorno a mí. El se limitaba a mirarme con sus ojos azules profundos y sonreírme cada vez que podía. Era encantador, y no podía negarlo, también muy atractivo. Pero había algo que no dejaba que me relajara del todo en su presencia. No podía identificar qué era, pero estaba ahí.

Caballero como era, me llevó a mi casa y se bajó para acompañarme hasta mi puerta.

—Me la he pasado muy bien, Angie. – dijo antes que de que pudiera abrir o invitarlo a pasar.

Milán (#2 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora