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La alarma suena a las siete y media. Me levanto sobresaltada, acabo de tener una pesadilla pero no le doy importancia. Aunque parecía tan real... Salía mi abuelo y eso basta para que el día de hoy vaya a ser una mierda. Hoy era su cumpleaños.
Me aseo y me visto, y cuando bajo a desayunar, me choco con mi madre.

-Oye Lid, ¿estás bien?- me pregunta

Que ironía. Ahora le importa. Asiento y me siento en la mesa para desayunar. Mi hermana ya esta allí.

-Lidia... Se que casi nunca hablamos ni me cuentas tus cosas. Pero eres mi hermana. Deberías hacer de hermana mayor y al menos, no se, saludarme - me dice con los ojos llorosos.

¿Pero que coño le pasa hoy a todo el mundo? La miro y ella sigue.

-Así que puedes confiar en mi. ¿Te ocurre algo?-

- No te preocupes. Estoy bien- digo y la dedico la sonrisa menos falsa que puedo

Me voy, dejándola con la palabra en la boca. Llego demasiado pronto al instituto, por lo que ni Alicia ni Marta han llegado. Busco a Nico que tampoco está. Así que me siento en las escaleras de entrada a esperar al que venga antes. Recibo un mensaje.

'Demasiado pronto vienes hoy ¿no?' 8:36

Es él. Miro alrededor, pero no hay casi nadie. Un grupo de chicas, entre ellas Julia y sus amigas, algún chico, veo a Alex, y parejas. A lo mejor ni siquiera es uno de esos. Decido no contestar y miro la foto que tengo de fondo. Es una de mi abuelo y mía un día de vacaciones. Él y yo estamos de la mano. Al mirarla todos los recuerdos me vienen en forma de lágrimas, y no consigo parar. Lloro en silencio sola.

-Oye, ¿estás bien?- una voz me saca de mis pensamientos.

Miro hacia arriba y veo a Alex. Se sienta a mi lado. Le ignoro y miro hacia otro lado.

-Se que me odias, pero estás sola, y creo que necesitas hablar con alguien- dice

-No tengo nada que contar- le contesto mirándolo.

-Es hoy, ¿no? El cumpleaños de tu abuelo, quiero decir-

¿Como lo sabe? Le miro extrañada.

-Lidia, solíamos salir, me contabas todo- me dice irónicamente

-Ah ya. ¿Antes o después de engañarme con mi mejor amiga?- le suelto.

Me duele ser así, pero me hizo mucho daño.

-Vamos Lid, eres fuerte, pero hasta las personas fuertes a veces necesitan un hombro sobre el que llorar- me dice. Acto seguido, me abraza.

Yo no me muevo, le devuelvo el abrazo y alguna lágrima cae sobre su hombro. Y tiene razón. Lo necesitaba.

Falsas SonrisasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora