Capítulo 05

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Salí de la habitación, algo desorientada y bastante desconcertada. ¿Que le atrapase? ¿Cómo? Es obvio que él es muchísimo más rápido que yo. Supuse que habría salido de la casa y fui en busca de Brooke, que mi intuición decía que estaba en su habitación. Llamé a la puerta contigua a la de Michael y una voz masculina y familiar me ofreció pasar con aquel tono encantador.

-¿Qué se te ofrece, querida? –dijo antes de que yo cerrase la puerta. Estaba leyendo un libro, lo cerró dejándolo sobre un escritorio, que se semejaba mucho al de un ejecutivo, y se levantó avanzando poco a poco hasta a mí-. Tienes cara de tener muchas preguntas.

-Sí, pero quiero preguntarte algo -Brooke sonrió algo coqueto, llevándose la mano a la barbilla-, ¿hay alguna manera de que un humano pueda atrapar a un vampiro?

-Esa, señorita Collins, es una pregunta muy curiosa –dijo de manera muy cortés-. ¿Es por algo en especial? No suele ser lo primero que alguien normal desee preguntar.

Suspiré interiormente, dejando escapar algo de aire por la nariz. Brooke alzó una ceja, aun aguantando la sonrisa. Le conté el "plan", por llamarlo de alguna forma, que Michael había diseñado para enseñarme a, por lo menos, vivir aquí sin desagradar a los invitados que viniesen a la mansión y a defenderme de cualquier cosa que pueda pasar.

-Oh... Así que mi hermanito se preocupa por esas cosas, ¿eh? –río brevemente-. Lo siento, pequeña, pero no puedo ayudarte con esto.

-Está bien, lo comprendo –le devolví la sonrisa. Justo cuando toqué el pomo, una idea que podría probar invadió mi mente. Me giré rápidamente a Brooke, que parecía estar regresando a su asiento para retomar su lectura.

-¿Podrías dejarme un sombrero y una camiseta? –pregunté, a lo que Brooke sonrió ampliamente.

[...]

Estaba tardando. Llevaba un rato esperando y ella no aparecía. Me movía por los árboles de una manera rápida, haciendo que algunos se agitasen y dejaran caer sus hojas. Sentí una presencia salir de la casa, dirigiéndose en esta posición. Sonreí escondiéndome entre los árboles, que aunque fuera de día, las ramas estaban tan juntas que apenas me rozaba el sol.

Ya había llegado.

Un momento.

No era ella.

Parecía otra persona.

-¿Brooke? –pregunté acercándome algo más.

Él no me contestó, y siguió adelante. Llevaba aquél estúpido gorro de lana que Natalie le había hecho cuando cumplió 362 años. Parecía algo agitado, quizá por su trabajo, aunque nunca había sido así.

-¿Brooke? –volví a preguntar. No hubo respuesta.

Eché una última mirada hacia la casa, no veía al hámster salir. Decidí seguir a mi hermano, tenía tiempo hasta que aquella chica me encontrase, Él paró, y me miró por encima del hombro. Me acerqué un poco más.

-Oye, ¿qué haces-

Caí en la trampa. Ángela me agarró de la camisa.

-Te pillé –dijo con una gran sonrisa en su rostro, resplandeciente.

Claro, ahora lo entendía. Llevaba la camiseta y el gorro de mi hermano para tapar su olor. Suspiré, derrotado y sorprendido. Sonreí levemente posando una mano sobre su cabeza.

-Muy bien, eres astuta. Eso me gusta –le guiñé un ojo.

La sangre bajo su piel bullía, sus mejillas se tornaron a un rosado muy leve, lo que hizo que yo sonriera aún más, a pesar de que ella no mostraba apenas emoción. Se colocó el gorro y caminó derecha hacia la casa.

Las flores también son peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora