Me encontraba temblando entre el oscuro salón. Las luces se habían apagado hace rato, supuse que el joven de antes habría presionado el interruptor desde fuera. Había silencio. Mucho silencio. Las paredes parecían encogerse y lo único que resonaba en mi mente eran aquellas palabras. "Vas a irte". "Adiós".
No podía creer nada de lo que estaba pasando, ¿a dónde me iría? ¿Con quién? ¿Qué pasaría? ¿Me matarían en otro sitio para no tener que limpiar aquella lujosa casa? Junté mis manos en mi pecho. Parecían pasar horas cuando en realidad eran minutos. Me acerqué a la puerta, para irme, algo mareada, pero alguien giró el pomo desde el otro lado antes de que yo pudiera siquiera tocarlo. Un hombre apareció frente a mí, de pelo negro, joven aunque parecía tener unos cuantos años más que el chico que me había "recibido" hacía unos momentos, y unos ojos verdes que recordaban al prado.
-Hola, pequeña -comenzó a hablar con una perfecta sonrisa dibujada en el rostro-. Recoge tus cosas, nos vamos ya.
Le miré un poco extraña y asustada a la vez.
-¿Mis... cosas? -pregunté, mirando el carnet que estaba sobre una maleta.
-Exacto. Andando -exclamó, algo más serio y dejando la puerta libre para que pudiera pasar.
No toqué ni el carnet ni la maleta. Si me iban a matar que lo hicieran allí, al menos moriría en mi tierra.
-No.
-¿Cómo?
-No quiero ir a ningún sitio, si me vais a matar hacedlo aquí y ahora -no podía creer lo que estaba diciendo, no parecía yo misma. Había algo de valentía en mis palabras.
El joven bufó. Se colocó frente a la puerta, bloqueando parte de la luz que había en el pasillo, casi no podía verle la cara, pero se podía ver perfectamente cómo sus ojos tornaban a un color rojo intenso. Se acercó tan rápido a mi cuello que pensé que no me daría tiempo a decirle adiós al mundo. Sin embargo, comenzó a reírse. Notaba su aliento en mi cuello, si me movía un poco podía rozar sus labios. Y sus colmillos.
-Que divertidos sois los humanos... -dijo el vampiro-. No, querida, no vamos a hacerte nada. No bebemos sangre humana, hace mucho tiempo que no se hace.
-Entonces... ¿para qué es esta maleta? ¿A dónde vais a llevarme? -pregunté con el pequeño coraje que pude reunir.
-Odio explicar esto, siempre lo mismo... Confusión, miedo... -suspiró. Se adentró en el salón, sentándose en el sofá e invitándome a hacer lo mismo. Yo me senté en un sillón apartada de él-. Como ya he dicho, desde hace mucho tiempo los vampiros dejamos de beber sangre humana. Yo pensaba que, con el paso de los años, este pueblo dejaría de enviarnos mujeres, pero no. Cada tres años nos mandan una chica joven y nosotros nos deshacemos de ella.
-Deshaceros... -repetí por lo bajo.
-Le conseguimos una nueva identidad y le financiamos el primer año. Para ese entonces debes haber encontrado trabajo para mantenerte tú solita.
-Esto no puede estar pasando...
-Sé que es una manera extraña de hacer las cosas, pero las demás chicas estaban encantadas con la idea.
-¿N-Nunca pensasteis en hablar con los del pueblo para explicarles la situación?
-¿Te acercarías a un vampiro?
-No.
-Ahí tienes tu respuesta.
Nada de esto tenía sentido. Me encontraba peor que antes. Necesitaba aire.
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Las flores también son peligrosas
VampiroUna vez cada tres años se realiza un ritual en el que una mujer de entre 16 y 20 años elegida al azar es usada como sacrificio para la familia de vampiros que viven en lo alto de la colina. O eso es lo que se cuenta. Pero algo es seguro, jamás se la...