La velada comenzó a transcurrir tranquila. Mi sorpresa por caer en la cuenta de que Alice era la hija de los Smith hizo que me sintiera una completa idiota. Obviamente Michael no me había dado ninguna pista de la relación de la morena con aquella familia, lo que me hizo odiarle un poco. Brooke hizo acto de presencia, y después de mucho tiempo sin haberle visto por la casa una sonrisa se formó en mi rostro. Sin embargo él mostraba una sonrisa apagada, triste, casi obligada. Antes de andar hasta él para preguntarle por su ausencia, observé que todo el mundo se giraba para aguardar la llegada del último miembro de la élite vampírica: el Doctor Bradley.
Parecía un señor de ochenta años, pero perfectamente podía ser más mayor que todos los que estamos aquí reunidos, con una bata blanca, unos pantalones negros y unos zapatos desaliñados. Las arrugas en su cara eran entrañables, daba la sensación de ser un anciano normal, también usaba un monóculo con la cobertura de oro y una cadena que se escondía en el bolsillo superior izquierdo de la bata. No parecía un mal tipo, pero sí tenía la sensación de que Brooke había perdido aquella radiante y tranquilizadora sonrisa a causa de aquel sujeto.
-¡Hola a todos! –gritó dentro del salón. La mayoría de los invitados pusieron cara de pocos amigos mientras sujetaban su copa de vino, o sangre, o lo que sea que estén bebiendo. El Doctor Bradley sin embargo comenzó a reírse a carcajadas-. Vaya, vaya... ¿además de no estar invitado traéis comida fresca? –un escalofrío recorrió mi espalda.
-¿Qué estás haciendo aquí? –masculló el Señor Blackwood.
-¿Y tú me lo preguntas? Por supuesto que asistir a la reunión de las cinco grandes familias vampíricas. ¡Yo soy parte de esas cinco si no lo recuerdas!
Michael me escondió detrás de él. Parecía un tipo bastante peligroso hablando de aquella manera y viendo que no era bien recibido por lo visto, y di gracias por poder ver la cara de envidia que intentaba ocultar Alice. Al final resultaría una buena noche y todo.
-Pequeño Michael Blackwood. No es necesario que escondas a la humana –comentó. No pude ver bien su cara, pero por el tono de su voz lo sentía cada vez más cerca.
-Basta, Bradley –intervino el Señor Clifford. Su familia era reconocida por todo el mundo por tener unos competentes jueces, tanto el propio Señor Clifford como sus dos hijos-. No hace falta que la asustes.
Había entablado una breve conversación con los Cliffors poco antes de que el Doctor Bradley hiciese acto de presencia. Tanto él como sus hijos eran muy caballerosos y no parecían odiar a los humanos, al contrario que los Smith, que alardeaban de su fortuna y de todos sus inmuebles, según ellos "no aptos para humanos". Imagino que Alice habría hablado de mí a su familia. Ella por ejemplo permaneció toda la velada pegada a Michael, como una lapa. Toooooda la noche.
-Eres un blando, Roger –tuteó el Doctor al Señor Clifford.
Hubo silencio, y la cara de Alice seguía deleitándome, aunque también sentí el peligro por los cuatro costados de mi mortal cuerpo. De pronto una carcajada proveniente del Doctor Bradley inunda nuevamente la sala. Abrió la boca para hablar, pero alguien se adelantó.
-Ya sabes que no eres bien recibido aquí –contestó el Señor Blackwood.
-¿Y qué te hace pensar que eso me importa?
Todos los vampiros respetables de la sala sacaron sus dientes, literalmente. Yo me encogí de terror, y Michael, que había notado cómo me temblaba el cuerpo ante aquella situación se acercó más a mí, de manera protectora. Ni él, ni Alice, ni ninguno de los hijos del resto de las familias se mostraban desafiantes hacia el doctor, y mucho menos Brooke. Él se mostraba cabizbajo, como si no quisiera participar, ni estar aquí ahora mismo.
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Las flores también son peligrosas
VampirUna vez cada tres años se realiza un ritual en el que una mujer de entre 16 y 20 años elegida al azar es usada como sacrificio para la familia de vampiros que viven en lo alto de la colina. O eso es lo que se cuenta. Pero algo es seguro, jamás se la...