Capítulo 13

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Dedicado a _FueTete_

No podía dormir bien desde aquella noche. Michael y su padre habían intentado explicarme todo lo que debería saber sin salirse de un guión. Todo lo que necesitaba saber para sobrevivir. Cada vez todo me parecía más increíble que lo anterior. No bastaba con todo lo otro, ahora resultaba que Brooke era medio vampiro medio hombre lobo.

-Él fue quien me atacó en el bosque... -me repetí, después de tantas veces diciendo esa frase ya me empezaba a acostumbrar.

Comencé a sollozar. Brooke, quien había sido tan amable conmigo, me habría matado de haber podido aquella noche. ¡Con razón desapareció! No podía creerlo. Todo era demasiado extraño, tanto que no sabría si lo podría soportar.

Michael llamó a la puerta de mi habitación. Había un 50% de posibilidades entre que fuera él o Agnes, en mi mente hacía una especie de apuesta, y por la forma de llamar a la puerta no me solía equivocar. Esta vez no fue distinta. Giró la manilla de la puerta y cuando se asomó, preguntó con una profunda voz que parecía no haber escuchado en años.

-¿Puedo pasar?

Para su no sorpresa no contesté. Era el cuarto día que no dormía, no comía, no me duchaba. En resumen, era una especie de cadáver tirado en la cama, sin ganas de vivir. Por fin me había dado cuenta en la clase de casa que estaba, pero tampoco sabía lo que quería hacer. Necesitaba irme. ¿Pero a dónde?

-Angy... -pronunció-. No puedes seguir así, Agnes y Natalie están muy preocupadas por ti. Hasta el chef piensa que no comes porque no te gustan sus comidas –comentó con aire burlón, intentando hacerme reir-. No hace falta que digas nada, tan solo come algo, por favor.

No dije nada. Él se sentó en el borde de la cama hacia el cual yo estaba girada. Me agarró gentilmente de la barbilla y mi cuerpo comenzó a temblar, pero no tenía ni fuerzas para apartarle la mano. Volví a llorar.

-Tienes las ojeras más grandes que he visto nunca, hámster –con los dedos apartó mis lágrimas de mi cara, y después de recostó conmigo en la cama. Yo aún seguía temblando. Por un lado quería que se quedara, y por otro quería correr tan lejos como mis fuerzas me permitiesen-. Llora todo lo que quieras –dijo, y con ambos brazos me abrazó, atrayéndome hacia él. Con una de las manos me acariciaba suavemente la cabeza, pero yo seguí sin moverme-. No voy a irme a ninguna parte.

Y con aquella última frase, caí dormida en el profundo sueño que llevaba esperándome desde hacía cuatro largos días.

...

Me desperté con el rugido de mis entrañas. De pronto no podía respirar con comodidad, y cuando me di cuenta, estaba aferrada al cuerpo de Michael, que me miraba con una cara de preocupación. Un momento, ¿qué había pasado? Tenía la sensación de haber despertado de un mal sueño, pero... ¿era esto real? Con un dedo le toqué la mejilla, y con dos le pellizqué.

-¿Qué narices haces, hámster?

-Así que no es un sueño.

-Milagro, has decidido hablar –contestó irónicamente-. Vamos a bajar a la cocina a prepararte algo para comer.

No comenté nada, pero le seguí. Con una mano agarré su camisa, y durante todo el trayecto permanecí así. Sentía que si no lo hacía vendría alguien a comerme. Si no lo hacía... Michael no me podría proteger de Brooke.

En la cocina, Agnes, Natalie y el Señor Blackwood entablaban una conversación.

-Le subiré otra vez la comida, no sé si esta vez querrá comer, pero no podemos hacer otra cosa –comentaba Agnes.

-Hay que hacer algo, no puedo dejar que las cosas sigan así.

Michael carraspeó la voz, y todos se giraron a mirarme. Natalie se levantó a abrazarme y me preguntó si estaba mejor, pero no lo respondí. Agnes dejó caer la bandeja sobre la mesa pequeña de la cocina y vino rápidamente a llevarme hasta la mesa a comer. Se sentía como si fuera mi abuela, y me traía recuerdos de paz.

-Adelante, no te cortes por mí –dijo sonriente el Señor Blackwood, y entonces devoré con ansia el plato que ante mí se mostraba.

Mientras comía no me interesaba otra cosa, a pesar de que el Señor Blackwood y Agnes me preguntaban cosas, pero no les prestaba ninguna atención. Mi mano izquierda seguía aferrada a la camisa de Michael, que se había quedado a mi lado.

Después de comer, me sirvieron un plato con fruta para reponer vitaminas, aunque eso me daba igual, quería comer.

-He tomado una decisión... -comenté apenas sin voz-. He decidido irme de esta casa.

-¿Qué? –preguntó Michael-. No puedes irte así como así.

-Sí puedo, ¿verdad? –miré hacia el Señor Blackwood.

-Por supuesto querida. Prepararé tus cosas y mañana podrás irte a un apartamento. El primer año te mantendremos nosotros, el segundo recuerda que debes hacerlo tú.

Asentí, y Michael se puso hecho una furia, saliendo de la cocina. En ese momento me sentí vulnerable, un insecto.

...

Me pasé el resto de la tarde recogiendo cosas en la maleta que me dieron el día que llegué a la casa. Los diarios fue lo primero que metí en la maleta. Tantos meses llenos de recuerdos guardan estas cuatro paredes. No se me hace tan difícil desprenderme de ella, siempre la consideré un poco tenebrosa, aunque preciosa por otra parte. El Señor Blackwood me conseguiría un piso en alguna parte de Nueva York.

-Iré contigo –irrumpió de golpe Michael en mi habitación. Me estremecí del susto.

-¿Qué estás diciendo?

-Es peligroso que estés sola mientras ese estúpido de Bradley anda interesado en ti.

Tragué fuerte al oír su nombre. Mi cuerpo quería volver a temblar, pero me sostuve fuerte al asa de la maleta para intentar mostrarme fuerte.

-No es necesario que vengas, además, qué harías tú.

-Estaría cuidándote todo el día –susurró cerca de mi oreja. ¿Cuándo se había puesto tan cerca de mí?-. Mírate, estás temblando.

-¿¡Y cómo esperas que reaccione!? Aquel día... S-si vosotros no hubieses aparecido a tiempo... Yo... -agarré mis manos y me dejé caer de rodillas al suelo, encogida.

Michael se agachó y me cogió de la cara rudamente. Hundió nuestros labios en un beso, quizá para intentar que parase de temblar, y lo consiguió. Me sonrojó ligeramente, pero le seguí el beso como si fuera el último de mi vida.

-Por eso voy a ir contigo, hámster. Cuidaré bien de ti.

Y me inundó con besos. Muchos besos.

...

Amanecí en el suelo de mi habitación. El brazo de Michael me servía de almohada, nos habíamos pasado casi toda la noche besándonos en el suelo, lo que me hizo enrojecer. Michael me besó en la frente y me dio los buenos días.

-Prepárate que nos iremos pronto –me comentó.

Asentí algo tímida, y me levanté preparándome una muda limpia, decidida a darme una buena ducha. La calidez del agua hacía que me relajase, y me pellizqué en la pierna. No era un sueño. Había pasado la noche con Michael, otra vez, pero de un modo más íntimo, lleno de besos que se habían llevado mi preocupación.

Después de secarme y vestirme volví a la habitación. Michael ya no estaba allí, y todo estaba recogido, limpio, y la maleta lista para irme. Bajé con la maleta y estaban todos esperando al final de las escaleras. Agnes se despidió muy formalmente, Natalie me dio un abrazo de despedida y el Señor Blackwood un apretón de manos. El chef no quiso salir de la cocina, así que me adentré para agradecerle todas las deliciosas comidas que había preparado para mí.

Un coche esperaba en la puerta. Michael vestía una sudadera con capucha, así que el sol no sería un problema. Nos disponíamos a ir a nuestra nueva casa. Lejos de todo lo conocido hasta ahora. Aun así me preocupada el asunto de Bradley... ¿Él está detrás de mí?

Las flores también son peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora