Habían pasado dos semanas desde que nos instalamos en la nueva casa. Estaba un poco asustada por estar en una nueva ciudad, tan llena de luces y de vida, totalmente distinto a mi anterior vida en el pueblo, pero Michael decidió dormir conmigo todas las noches para tranquilizarme. Había encontrado un maravilloso trabajo nocturno de camarera en un bar de ambiente, aunque Michael insistió en que de momento no hacía falta ganar dinero puesto que su padre nos lo estaba pagando todo, pero quería salir a distraerme, y qué mejor que con un trabajo, por ello él decidió ir al bar todas las noches a vigilarme para que no sucediera nada, pero tenía que soportar que todas las chicas que acudían al bar se le acercasen insinuándose.
De todas formas... ¿Somos algo? No debería estar celosa si no es mi novio, ¿no? Pero... ¿Por qué me hierve la sangre cuando otra chica se le acerca?
Era mi día libre y había salido a comprar. Michael me acompañaba, siempre íbamos al supermercado casi a la hora de cerrar para que a él no le diera el sol. Apenas podía pensar en el asunto de Bradley, aunque los primeros días fueron los peores. La primera noche no pegué ojo, no me sentía cómoda, aunque me distraía un poco ver la tele. Michael se quedó conmigo todo el rato, él no necesita dormir, y por lo visto no tiene nada mejor que hacer que no quitarme el ojo de encima. La segunda noche tuve una pesadilla tan grande que me desperté con una ataque de ansiedad, pero Michael me calmó. Durante estos días no se separó de mí, cosa que agradecía. El tercer día decidí buscar trabajo, y me pasé dos días haciendo entrevistas hasta que me llamaron del bar.
No quiero sentirme orgullosa, pero aprendí a preparar más de 20 cócteles diferentes. Mi turno era desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana, así que preparaba tanto cubatas como cafés para el desayuno.
En el supermercado, cogimos algo de comida para rellenar la nevera. Se ahorraba bastante si sólo hay que cocinar para uno. Lo que me gustaba de Nueva York era... todo. ¿A quién no le gusta Nueva York? Edificios altísimos, multitud y diversidad de personas... Que una chica de pueblo como yo venga a una gran ciudad sin conocer a nadie se me hizo raro. Rarísimo. Me sentía un pez fuera del agua.
Una vez en casa, coloqué la compra mientras Michael se quitaba la sudadera, quedándose en camiseta de manga corta. Era invierno. Maldito vampiro sin sangre, dejando ver sus tersos brazos. Me gustaba cuando me acariciaba hasta quedarme dormida. Me encantaba cuando me besaba haciéndome olvidar todo, absoluta y completamente todo. Estábamos tumbados en el sofá, la televisión se escuchaba de fondo, pero ninguno le prestábamos atención aunque la estábamos mirando.
-¿Qué quieres hoy para cenar? –preguntó Michael.
-Hm... No lo sé. Hemos comprado varias cosas, cualquiera que sea fácil de preparar porque hoy no me apetece cocinar –respondí.
-No te preocupes, hámster. Hoy cocino yo.
-¿Vas a cocinar? Pero... ¿sabes?
-Tantos años vividos te dan para aprender muchas cosas.
-Entonces prepárame algo muy rico, Señor Blackwood.
-"Señorito", Señor es mi padre. Me haces parecer viejo.
-Es que eres viejo –hice énfasis en la palabra "eres".
Me miró con una ceja alzada y besó la cima de mi cabeza. No imaginaba cuántos años tendría aquel hermoso espécimen, pero la verdad es que me daba igual. Aparentaba perfectamente tener mi edad.
Me preparó un plato con verduras, otro con arroz, otro con trozos de carne y otro con...
-Un momento, esto es demasiado para tan solo cenar... –dije mirando todos los platos que había sobre la mesita.
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Las flores también son peligrosas
VampireUna vez cada tres años se realiza un ritual en el que una mujer de entre 16 y 20 años elegida al azar es usada como sacrificio para la familia de vampiros que viven en lo alto de la colina. O eso es lo que se cuenta. Pero algo es seguro, jamás se la...