La noche era fría en la casa de los Blackwood. Los pequeños Thom y Sophie leían bajo la luz de la luna mientras su padre los observaba desde las escaleras del porche trasero. El abuelo Blackwood sorprendió a sus nietos con unos atuendos nuevos para la gran celebración de la noche. La tía Natalie, Alice y el tío Brooke también asistirían al evento. La familia estaba reunida.Todos fueron a sus habitaciones a vestirse apropiadamente. Los mellizos cumplirían 70 años, y no todos los días puede uno decir eso. En unos momentos las cuatro familias más importantes se reunirían de nuevo para honrar aquél preciado momento en la vida de los pequeños Blackwood.
Sophie y Thom estrenaron los trajes que el Señor Blackwood les había dado y caminaban radiantes hasta el salón principal. El Señor Blackwood dio unos finos toques en una copa, llamando la atención de todos los presentes para comenzar su discurso cuando se dio cuenta de que faltaba una persona. Éste susurró algo en el oído de su adorada nieta y ella salió disparada hacia el jardín.
Las flores rebosaban luz en todo su esplendor reflejándolo allá a dónde mirasen. El pálido rostro de Michael observaba con una anheladora sonrisa ahí donde siempre quería mirar y a donde siempre iba. Le gustaba estar ahí. Michael notó la presencia de su hija, que no dudó en abrazarle por la cintura y mirar al mismo lugar.
-Papá, el abuelo quiere que vayas dentro.
-En seguida voy, cielo.
-¿Puedo quedarme contigo un rato?
-Por supuesto.
Ambos miraron con suma tristeza y añoranza la lápida que hacía unos años habían puesto en el jardín, donde Ángela Collins descansaba en paz. Había llegado a vivir hasta los 87 años, los cuales pasó al lado de su maravilloso esposo y sus adorables hijos. Después de graduarse de la universidad comenzó a trabajar de bióloga, y a los dos años recibió la noticia de estar embarazada de mellizos, un maravilloso día para Michael y Ángela Blackwood.
-Te gusta mucho venir aquí.
-Tu madre era una mujer muy valiente e inteligente. Nunca quiso convertirse en vampiro y aun no comprendo por qué.
Sophie suspiró, observando a su padre.
-Te contaré un secreto –comentó, aclarándose la garganta-, bueno, no es un "secreto secreto", pero una vez mamá me dijo que había disfrutado de su vida al máximo esforzándose cada día por exprimir cada segundo. Me encantaría estar con ella, abrazarla, hablarle, pero fue su decisión.
Michael abrazó a su hija y le revolvió un poco el pelo, a lo que ella se quejó un poco.
-Tu madre era maravillosa. Anda, adelántate que yo voy en seguida.
Sophie obedeció sin rechistar y le dedicó una sonrisa antes de marcharse. Michael se agachó y tocó la lápida con una mano, escribiendo en ella las palabras "te extraño, hámster" antes de volver a la fiesta.
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¡Muchísimas gracias por acompañarme hasta el final! Os espero en mi próxima historia: "Enséñame a amar".
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Las flores también son peligrosas
VampirosUna vez cada tres años se realiza un ritual en el que una mujer de entre 16 y 20 años elegida al azar es usada como sacrificio para la familia de vampiros que viven en lo alto de la colina. O eso es lo que se cuenta. Pero algo es seguro, jamás se la...