La carrera de Una Vida (LUCAYA)

1. Más mellizos ©

MAYA:

Hoy es domingo, nuestro último día de vacaciones ya que mañana entramos al internado, aunque en las próximas fiestas regresamos a casa.

Ya es tarde, así que me levanto de mi cómoda cama, me ducho, cepillo mis dientes y mi cabello, cuando termino bajo a comer algo y veo a Farkle desayunando

—Hola May, ¿como amaneciste?—pregunta sonriente.

—Bien, ¿qué tal tú? —hablé sirviéndome un poco de fruta y yogurt.

—Igualmente.—respondió con la boca llena y reí, amaba a mi hermano.

—¿Sabes a qué hora van a llegar los gemelos? —curioseé, sabía que hoy iban a llegar un par de hermanos a la casa, eran hijos de unos amigos de mis padres, así que iban a venir acá ya que mañana nos iríamos todos juntos al internado.

—Primero, no son gemelos, son mellizos, y no, pero ya mismo, así que come y luego vamos a ver televisión hasta que lleguen.—dijo levantándose y lavando su plato.

—De acuerdo, papá. —me burlé y seguí comiendo.

Después de un rato hablando y viendo tele con Farkle escuchamos que llamaban a la puerta.

—Ya llegaron.—anunció.

—No me digas.—dije sarcásticamente parándome para abrir la puerta.

El me fulminó con la mirada y reí.

Abrí la puerta y me encontré con mi madre y dos chicos, una chica y una chico, ambos lindos, pero él lo era demasiado. Mi madre nos saludó y se fue, solo eso. Si, esa es mi madre.

Nunca habíamos sido unidos, nuestra madre siempre ha sido demasiado trabajadora y nuestro padre nos abandonó hace mucho, así que Farkle y yo solo nos teníamos el uno al otro la mayoría del tiempo.

—Hola, mi nombre es Lucas y ella,—dijo el guapo chico señalando a la chica que estaba a su lado.—Riley, mi melliza.

—Yo soy Maya y él es Farkle mi mellizo.—apunté a mi hermano, quien ya se había posicionado a mi lado.

—Bueno, hola, soy Farkle, ya lo saben.—dijo ofreciendo su mano a Riley en tono coqueto pero en vez de recibirla ella, la recibió Lucas, dándole una "sutil" indirecta.

—Vamos a hacer el recorrido de la casa. Farkle, ¿me ayudas? 

—Claro hermanita mía, vamos.—dijo poniéndose a mi lado, listo para enseñarles nuestra gran casa.