Scottland

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Tras varios largos y penosos días de marcha a través the Inglaterra y las tierras bajas de Escocia, llegamos a las famosas y temidas tierras altas de Escocia, concretamente a Inverness una importante ciudad en la costa escocesa, muy al norte.

Llegamos a Raigmore Moor , entre Inverness y Culloden en el condado de Nairn. Rodeados por los clanes escoceses de los: Fraser, Mackenzie, Rose y Mackintoshes.

Estaba cansada pero el paisaje consiguió cautivarme, los arboles se abalanzaban sobre los caminos y la espesa vegetación contenía cada gota de lluvia que caía. Por alguna razón, el aire en los Highlands era diferente, más "libre" y puro.

Mi amiga Sohnia llegaría al día siguiente, con su padre, a su madre la dejaban en el castillo en Norwich. La familia de Sohnia tenía un pequeño castillo en Leachkin, cerca de Inverness.

- Vamos hijos míos, coged vuestras cosas e instalaos. Catlin y Aylin, hay muchas habitaciones pero si quereis compartir hay una especialmente grande al fondo del pasillo.

Catlin me miró, esperando mi respuesta.

No tenía ganas de compartir habitación con ella, quería un lugar sólo para mí, donde poder encontrarme a mí misma.

- No importa tío.

-Lo que queraís. - respondió el con una sonrisa llena de preocupación.

Al bajar del carruaje, me sentí inmediatamente observada, miré al rededor pero sólo había árboles. Cogí mi pequeña bolsa con mis escasas pertenencias y me dispuse a entrar en el castillo.

Estaba frío debido a que poca gente habitaba en él. Me giré para observar el patio donde mi tío hablaba con el terrateniente y Robert hablaba con el ama de llaves.

Me volví para contemplar el interior del castillo. La piedra marrón lucía un extraño color que reflejaba la luz y parecía proyectrla sobre el suelo. La mayoría de las ventanas eran de cristal normal pero algunas tenían figuras, como las de una iglesia.

Lo cierto es que pese a que jamás había estado en aquel lugar, me gustó de inmediato.

Me recordaba a mi misma, sólo , sólido y necesitado.

Subía la imponente escalera de piedra con barandilla de mármol o algun preciado material. Sin apenas darme cuenta, llegué a el antepenúltimo piso. Los retratos del castillo me habían cautivado y hecho perder la noción del tiempo. Arriba, todo estaba tranquilo.

Estaba en uno de los torreones, me asomé a la ventana. Desde allí podía ver toda la ciudad de Inverness y al fondo las verdes montañas pobladas de salvajes bosques que se extendía hasta la costa. El torreón en el que estaba no era el más alto, pero gozaba de una vista impresionante. Al fondo del pasillo, había una habitación. Me dirgií a ella con paso ligero, abrí la puerta con cuidado y dejé caer mi bolsa al suelo; era impresionate.

Las paredes eran den un azul casi blanco y una tenía unas extrañas pinturas que parecían flores.
Caminé hacia la ventana, estaba atrancada pero tras cierto forcejeo conseguía abrirla. Una ráfaga de aire frío me acarició la cara. Por la barandilla, crecía una enredadera, ésta ocultaba un trozo de la pared del castillo. Aquella ventana daba al bosque y a las montañas, saqué la cabeza y al hacerlo descubrí que había un balcón a mi derecha, del que también estaba enganchada una enredadera que había crecido desde un árbol cercano. Cerré la ventana y examiné la habitación, buscando el balcón. No lo veía por ninguna parte. Abrí una puerta, vieja y húmeda que tras ella escondía una pequeña sala, con libros, una mesa y un sillón verde . Ahí estaba el balcón.



Highlands ( #PGP2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora