Capitulo 1 - El Recolector de Almas

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El Recolector de Almas


Una tormenta, acompañada por una gran ventisca azota a la ciudad de Londres, es final de Noviembre y la temperatura comienza a descender precipitadamente. Inhalo profundamente sintiendo como el aire helado cruza por mis fosas nasales, pasa por mi garganta y llega a mis pulmones inundándolos; sonrío de lado, adoro este plano, está tan vivo como las personas que a pesar del  mal clima vienen y van por las calles  londinenses para comprar cosas alusivas a las fiestas decembrinas, aferrándose a sus chaquetas y suéteres para apaciguar el vendaval en sus cuerpos mientras que son absortos de lo que sucede unos metros más arriba, sobre sus cabezas a unos 96 metros de altura, de pie aferrándome a una de las manecillas del Big Ben me encuentro observando la ciudad y sus míseras vivas.

Están tan inmersos en banalidades sin sentido, siempre apresurados por llegar, apresurados por tener cosas inútiles y por sobre todo, en lo profundo de sus corazones tener poder sobre otros. Vuelvo a suspirar mientras con la mano libre acomodo el cuello de mi chaqueta de cuero, es útil ir vestido de negro porque me mimetiza en la obscuridad « ¡Bendito sea el turno nocturno para trabajar!»

Suelto una carcajada gutural que acompaña la campanada del reloj y me lanzo desde donde me encuentro, en segundos caigo limpiamente en el suelo de la acera como si lo fuese hecho desde un solo piso, alzo mi mirada y ¡Pum! Clavo mis ojos avellana en un camión de transporte de materiales de construcción y un pequeño auto que chocan de frente y se hacen añicos arrugándose hasta la mitad mientras desprenden cientos de piezas de vidrio y metal.

Luego de una primera pausa de asombro donde el tiempo se detiene llega el caos y todos los observadores comienzan a gritar, no tardan en llegar ambulancias y los bomberos que se disponen a apagar una llama que comienza a salir del camión. La policía también acaba de llegar y detiene a los mirones detrás de una banda amarilla con letras de "Peligro, no pasar" mientras  dan ordenes de que se larguen, pero insisten en  curiosear ya que han sacado a un hombre de cincuenta años del camión y lo tienden  sobre una camilla a nivel del suelo mientras los paramédicos  le colocan tubos, vías e intentan resucitarlo; del auto han sacado a una chica de dieciséis años luego de picar la puerta, ambos están inconscientes del golpe.

Comienzo a caminar entre los cuerpos a paso lento mientras restos de vidrios se estrellan bajo mis pisadas, me detengo en la cabecera del hombre y lo detallo, aun le hacen resucitación, es gordo, de barba espesa y gris aunque comienza a perder cabello dejando ver dos entradas sin pelo en sus sienes, tiene la boca medio abierta y una chica le bombea aire apresuradamente con una mascarilla, mientras que su brazo izquierdo y la pierna del mismo lado están rojas y sangran. Me agacho y extiendo mi mano sobre su pecho dejando pasar "algo"  en él, una luz plateada entra y luego me vuelvo a poner de pie para dirigirme hacia la chica.

Sus cabellos negros están revueltos en el pavimento y llenos de la sangre que emana rápidamente de su cabeza, paramédicos siguen corriendo  de un lado al otro, uno de ellos termina de cargar un desfibrilador y grita «¡Atrás!» para plantar dos electrodos sobre el pecho desnudo de la joven que convulsiona cuando estos transmiten el impulso de corriente directo al corazón, el hombre espera diez segundos y vuelve a repetir la descarga.

En la pausa me agacho de nuevo y repitiendo lo mismo que con el hombre dejo "algo"  mas abajo de su clavícula, retiro mi mano y giro para notar como a unos metros el viejo ha despertado en un suspiro ahogado, aturdido por la conmoción; bajo de nuevo la mirada a la chica que se sienta en el  suelo y me mira, le extiendo mi mano la cual toma confusa y le ayudo a ponerse en pie, conduciéndola luego a unos metros lejos; ella gira la vista por encima de su hombro hacia su cuerpo que esta tendido en el suelo ahora sin vida y yo solo niego.

Ya no puede hacer nada, la abrazo y desaparecemos de la escena. 

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