Recuerdo que la primera vez que sentí celos, los confundí con un ataque de ansiedad o algo que se le asemejaba bastante.
Sin embargo acabé dándome cuenta de que no era más que mi sangre hirviendo, un cabreo intenso y el aún mayor deseo de que me pertenecieras sin condiciones.
No tenía nada claro por qué se había creado en mi aquello, pero hiciera lo que hiciera, y aunque las drogas y el alcohol me destrozaran la mente y el físico, sentía como ambas cosas te gritaban y exigían.
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Kósmos. Segundo libro.
ContoEs calma y serena, pero es mi éter al fin, y movería cada astro del cielo por ella. © 2015. Iulia Kosztandi. Todos los derechos reservados.