Era la hora de receso y Hayley estaba sentada en el césped bajo la sombra de un árbol, mientras comía un pedazo de su barra de chocolate Hershey's. Pensaba en lo bien que le iba en su nueva escuela después de poco más de una semana. Claramente se refería a que aún no había hecho amigos, y tampoco había encontrado un chico que la hiciese suspirar.
Mientras se echaba a la boca el último pedazo de chocolate, un balón de fútbol americano golpeó con algo de fuerza su hombro, por lo que se levantó del césped de inmediato para ver quien había sido el que había lanzado aquel ovoide.
A lo lejos, venía un chico corriendo hacia ella, en busca del balón supuso, así que lo recogió del césped. Una vez que el chico estaba enfrente de ella, se quedaron viendo fijamente por segundos hasta que ella se decidió por hablar.
—Fíjate dónde lanzas las cosas, ¿quieres?, por si no lo viste hay gente a los alrededores —rodó los ojos. Aquel chico miró a su alrededor para darse cuenta de que realmente no había nadie más que la chica que tenía frente a él.
—Pues la verdad es que no hay nadie más que tú, y por si no lo sabes, esta área es dónde nosotros jugamos. Bajo tu riesgo si quieres estar aquí —justo cuando Hayley iba a responderle, el chico se apresuró a hablar—. Así que mejor dame el balón que estoy en juego importante —dijo el chico acomodándose sus finos mechones de cabello rubio que le estorbaban en el rostro.
—No lo haré, has sido grosero conmigo, y a menos que me pidas disculpas, llevaré este balón a la dirección —Hayley se dispuso a caminar rumbo a la dirección cuando el chico la tomo bruscamente del brazo para que se volteara de nuevo.
—Por si no lo sabías, no ganarás nada con eso, conozco al director y él sabe que nosotros entrenamos en este lugar y como te dije anteriormente, la que no debería estar aquí eres tú —le contestó a Hayley cruzado de brazos.
—¡EH CHRISTOPHER! ¡QUÉ PASA! —gritaron los amigos del chico desde el campo.
—¡YA VOY! —les gritó igualmente—. Ya niña, déjate de estupideces, quieres. Devuélveme el balón —hablo nuevamente "Christopher".
—Se educado y pídeme una disculpa siquiera por el golpe que me diste —dijo aferrándose al balón—. CHRISTOPHER —recalcó.
—Dios, eres tan... —Christopher se contenía de soltar las malas palabras que venían a su cabeza—. Ya, carajo. Perdón por golpearte —dijo las últimas tres palabras casi en un susurro.—¿Qué? No te oí —dijo en forma de burla Hayley.
—¡Que perdón por golpearte! —volvió a repetir mientras Hayley sonrió y le extendió el balón.
En ese momento sonó la campana que anunciaba que el tiempo de receso había acabado. Cuando miró al campo, sus amigos ya se habían ido.
—Sí, gracias niña, por tu culpa desperdicié los minutos de receso en los que suponía que entrenaría. Además, mis amigos ya no están. —Christopher le ofreció una sonrisa fingida y se alejó de ella.
En la siguiente hora, Hayley pidió permiso para ir al baño cuando en realidad iba a ir a la cafetería a comprar un jugo. Al llegar, encontró a "Christopher" sentado en una mesa, solo. Comiendo unas galletas.
En lo que Hayley pagaba su jugo y una barrita de cereal que había comprado, sintió como si alguien la estuviese mirando y en el momento en que se volteó, Christopher quitó rápidamente su mirada de ella volteando a ver a la ventana que tenía a su derecha.
Hayley debatía en si ir con él o regresar a su salón para continuar con la tarea de matemáticas. Sin darle mucha vuelta al asunto bebió un poco de su jugo y se acercó a la mesa del chico.
—¿Ahora qué? —preguntó el chico al percatarse de la presencia de Hayley—. Ni te he golpeado con mis galletas, ¿viniste a quitármelas? —Hayley frunció el ceño y soltó una pequeña risa.
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Más que amigos
Teen FictionEl plan era sencillo: Nada de hacer amigos, y nada de enamorarse. Mi vida ha pasado por todo el mundo, centrándose en viajes, mudanzas, ser la nueva de la escuela, una casa y un vecindario tras otro. Por eso no podía permitir hacer amistades. O alg...